Capítulo 13: Roto.

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Después de varios días de cursada bastante intensos, llegó el fin de semana. Julián estaba agotado. La cantidad de cosas que tenía para estudiar era inmensa, no sabía cómo iba a hacer con el tiempo para poder llegar con todo.

Lo único que había hecho de la semana un poco menos pesada había sido la presencia de Enzo cursando con él. Por más que Julián y Paulo se la pasaban preocupados por la facultad, el morocho siempre era el que ponía la buena onda para hacerlos olvidar un rato de ese estrés. Los chistes de Enzo lo hacían reír y asimismo esto provocaba que cada vez se le dificulte más ponerle un nombre a ese sentimiento que tenía por él. No estaba seguro de sentirse enamorado, pero si estaba seguro de lo mucho que le gustaba pasar tiempo con él, de que le encantaba ver al morocho sonreír y sobre todo sentir sus labios juntos mientras el otro lo agarraba de la cintura. Es decir, esas cosas que te gustan cuando estás enamorado.

Todavía seguía postergando la charla que le permitiese aclarar la situación que estaban viviendo. Había pensado en hablar de eso aquel día que Enzo lo alcanzó en su auto hasta su casa después de la facultad, pero el recorrido no era tan largo y no quería que la conversación quede a la mitad, o que las cosas queden raras.

Capaz este fin de semana, si tenían algún momento a solas, iba a por fin poder charlar esto. Julián no quería que se pongan de novios, pero sí que hablen de sus sentimientos, que no quede en un "me gustás" y listo. Enzo había dicho que no tenía sentimientos por su ex, pero al fin y al cabo Julián no sabía si el de ojos oscuros estaba saliendo con alguien más.

Cuando eran las dos de la tarde, una vez que el castaño y el Cuti terminaron de almorzar, terminó de armar su mochila con todos los libros que tenía que llevar a la casa de Enzo.

Julián salió de su pieza y se acercó a saludar al Cuti que estaba sentado en el sillón con su celular. Milagro que no estaba mirando un partido de fútbol.

—¿Me pasás el control que quedó arriba de la mesa, porfa? —pidió el de piel más oscura.

Julián asintió y le acercó el control remoto de la televisión a su compañero, que seguía sentado con sus piernas estiradas sobre una mesita ratona, el cual al recibirlo prendió el televisor, para ver un partido de fútbol. Se terminó el milagro.

—Chau, Cris, nos vemos a la noche. —dijo el más bajo.

—¿Te vas de Enzo? —preguntó el otro, sonriéndole.

—Jaja, si ¿por? —respondió Julián con una leve risa.

—¿Tenés forros o necesitás que te preste? —dijo el Cuti mientras le guiñaba un ojo.

—Jajaja, que culiado que sos, vamos con Paulo y con Rodrigo a estudiar a su casa. —le respondió el otro riendo.

—Pero si Rodri no estudia con ustedes. —dijo Cristian con una de sus cejas levantadas.

—Lo invitó Paulo, no sé. Me dijeron que me pasaban a buscar. —respondió Julián encogiéndose de hombros.

Justo en ese momento Julián recibió un mensaje de Paulo. "Puerta".

El de pelo castaño se apuró en saludar y bajó rápidamente las escaleras. Al llegar a la entrada, el auto de Rodrigo estaba arrimado al cordón, con la ventanilla del lado del conductor baja, y él al volante, con unos lentes de sol.

Se subió en el asiento de atrás y emprendieron viaje hacia el departamento de Enzo.

Al llegar, encontraron un lugar para estacionar a media cuadra y se acercaron al edificio. Julián tocó el portero.

—¿Cómo sabías cuál era el departamento? ¿Ya habías venido vos? —preguntó Rodrigo mientras apoyaba uno de sus hombros contra la pared.

Julián lo miró de reojo, sin girar su cabeza, tratando de pensar algo para responder que no lo mande al muere. Luego de un segundo de silencio, la cerradura eléctrica de la entrada hizo un ruido y la puerta se abrió. El castaño entró caminando primero, fingiendo demencia con la pregunta anterior. Paulo estaba hablando de lo lindo que era el edificio, así que el otro tampoco estuvo atento a una respuesta.

Mis ganas de no quererte - JulienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora