Capitulo (tres)

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[Otro encuentro inesperado].

Desde lo sucedido con Kuina, las cosas se habían vuelto bastante complicadas, aunque desgraciadamente no sólo para él, sino también para su pequeña hija, que a pesar de solo tener dos años cuando su madre falleció, el impacto de su ausencia fue tan grande de sobrellevar incluso para ella que el sentimiento de perdida lo sintió como cualquier otro adulto lo haría a comparación de un niño, pues solía ser bastante apegada a la mujer peliazul que repentinamente no verla, e incluso sin lograr sentirla cerca, fue doloroso de afrontar.

Fueron días bastante cansados para Zoro, porque estaba completamente solo en su dolor propio, entonces le fue imposible tomarse el tiempo para llorar por la muerte de Kuina como era debido, o al menos lo suficiente, porque ahora era todo lo que Kora tenía, por lo tanto, no podía darse el lujo de dejar que su hija lo viera deprimido o derrotado por lo sucedido, entonces todo lo que se dedico a realizar fue a desempeñar su papel como padre de la mejor manera que podía.

Pero durante el proceso las cosas todavía fueron más complicadas, pues la mayoría de las noches Kora se levantaba llorando mientras rogaba por su madre entre sueños, se negaba a consumir alimentos o a tomarse su biberón siquiera, se la pasaba todo el día seria, sin siquiera reírse por las caricaturas o por las cosas que Zoro hacía para ella, fue en ese lapso de tiempo que la niña desarrolló su personalidad cerrada con las personas a su alrededor. Y aunque Zoro trataba deseperadamente de hacerla sentir mejor, dándole mucho más cariño que cuando era más bebé, pero él sabía que jamás podría llenar el vacio que Kuina había dejado en el corazón de su hija, entonces solamente solía abrazarla contra su pecho a modo de consuelo, impotente, porque simplemente no podía hacer nada más por ella.

No fue hasta que Tashigi, su compañera de trabajo, se dio cuenta de su estado físico miserable que denotaba su desgaste emocional que se acerco para intentar conversar con él, e incluso aunque Zoro nunca le contó realmente como se sentía, la mujer supo identificar su silencio como respuesta clara, encargándose entonces, aunque Zoro no se lo pidiera, de conseguir una niñera para Kora, fue de esa forma que Vivi, su niñera actualmente, o mejor dicho, su ex-niñera, llegó a sus vidas, lo cual fue bastante reconfortante, tenía que reconocerlo, pues la mujer era tan dulce, amable, e innegablemente buena con los niños que al poco tiempo de conocerla Kora se volvió apegada a ella de buena manera, permitiendo de esa forma disminuir los nervios de Zoro, al saber que podría ir a trabajar y su niña estaría en buenas manos.

A pesar de todo, las pesadillas constantes para la niña con cesaron, fue nuevamente Tashigi la que le recomendó llevarla con un psicólogo, porque tal vez eso ayudaría mucho más a la niña, e incluso también le recomendó que él fuera pero Zoro se nego alegando que su prioridad era solo Kora por ahora, entonces eso hizo, llevó a su pequeña hija con una psicóloga, que para su suerte, era nuevamente una mujer buena para tratar con niños, ganándose la confianza de Kora rápidamente con su amable sonrisa de media luna, y aunque las cosas no se solucionaron mágicamente, si fueron más calmadas con el tiempo.

Ahora se encontraba esperando que Kora saliera de su cita matutina que solía tomar los lunes, sentado ansiosamente en la sala de espera, golpeando su pierna contra el suelo en un tic nervioso, pues no le gustaba mucho el tener que separarse de su hija incluso aunque conociera a la mujer detrás de la puerta, era solo el miedo constante de perderla como a su madre que lo ponía nervioso en cualquier momento, incluso mientras cumplía su trabajo como policía durante todo su turno solo se encontraba deseando volver a casa para verla, sabía que era una mala costumbre, pero simplemente no podía evitarlo.

Unos minutos más tarde, Kora salió del consultorio acompañada de la mujer pelinegra, mientras comía felizmente de una paleta roja que seguramente la psicóloga le había obsequiado. Zoro se apresuro a acercarse a la niña para abrazarla en cuanto estuvo a su alcancé, pegándola contra su pecho mientras besaba sus cabellos castaños, ganándose una risita por parte de la niña que le devolvió el abrazó fácilmente, la pelinegra, Robin era su nombre, solo los miraba interacturar en completo silencio, como siempre.

"El deseo de la pequeña Kora" [ZoSan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora