[Una promesa que prevalece].
Zoro jamás imagino que volvería a sostener una de sus espadas entre sus dedos, tampoco imagino que volvería a pisar un dojo con alguien compitiendo justo a su lado, tan fuerte e innegablemente veloz como ningún otro de sus contrincantes a lo largo de su lista, tan fuerte que le fue inevitableme no regocijarse de honor cada vez que el fuerte golpe entre espadas filosas hacía retumbar el lugar entero en un estrepitoso sonido que haría dudar a cualquiera de adentrarse a el lugar a hechar un ojo para descubrir lo que sucedía en su interior.
Zoro no recordaba lo mucho que extrañaba palear hasta caerse a el suelo de cansancio, no fue hasta ahora que volvía a experimentar esa sensación de adrenalina que le erizaba la sangre que bombeaba su piel, haciéndolo sudar gotas que empapaban su cuerpo entero hasta hacerlo parecer un total desastre. Después de mucho tiempo, Zoro se sentía tan cansado que incluso lo disfrutaba.
Estaba junto a el cocinero en el centro del dojo completamente desparramandos en el suelo de madera después de dos, o tal ves más, hora de pelearse entre si por todo el lugar, ambos suspiraban entrecortadamente en un intento de recomponerse, con sus costados tocándose pues habían terminado dejándose caer tan cerca que les era imposible ignorar el calor que su contrincante anterior desprendía.
Justo como Zoro lo había dicho, cumplió con su palabra de enseñarle a Sanji el arte de pelear con catanas, aunque no inmediatamente, pues primero termino la semana que tenía con turno de noche hasta la espera de su día de descanso, para de esa manera poder perder el tiempo todo lo que quisiera sin preocuparse por irse a laborar pronto, tomando también en cuenta los descansos del cocinero en la cafetería, así que, es por eso que ese día de domingo desde demasiado temprano para su gusto, pues el sol todavía ni se asomaba en el cielo cuando el rubio apareció en su casa, impecable e inmaculado, como si no estuviera madrugando como nunca antes.
Kora no los acompaño esta ocasión, pues no quería involucrarla en ese tipo de ambiente hasta que fuera un poco más grande, así que desde un día antes el cocinero le había dicho que Kaya, la madre de Chopper, podría cuidarles la niña mientras estaban ausentes. Y aunque Zoro dudo en un principio, pues lo que menos quería era incomodar, pero en cuento Kora se dio cuenta rápidamente salto de la emoción, pues quería reunirse con Chopper lo antes posible para mostrarle su nuevo corte, así que no le quedo de otra que aceptar la oferta, no sin antes advertirle a la menor de que se comportara, pues no deseaba otro accidente.
Después de dejar a la castaña en la casa de Chopper, el rubio rápidamente lo había arrastrado a su auto, para dirigirlos a través de las calles, asustando un poco a Zoro pues temía haberse perdido junto a Sanji, pero luego de un buen trayecto, finalmente salieron a las afueras de la ciudad, cerca de unas montañas verdosas en donde si subías por el camino tierroso finalmente llegabas a el dojo que se encontraba hasta la punta.
Zoro bromeo un poco diciéndole a el rubio si planeaba asesinarlo o por qué los había llevado tan lejos, pero el rubio no contesto a sus provocaciones, diciéndole que esperará a verlo. Definitivamente, la vista desde ese punto tan alto era totalmente fascinante, pues podía ver sin esfuerzo lo pequeño que a esa distancia se veía la ciudad, con las nubes que poco a poco se volvían grisáceas sobre su cabeza, tan cercas de alcanzar, y el olor a pinos veraniegos era uno de los aromas más agradables de percibir.
Y tal como había dicho el rubio, el interior era tan impresionante como las afueras que le fue inevitable no abrir la boca de la impresión, escaneando con su mirada el sitio, encontrándose con un dojo enorme e innegablemente espacioso, podía parecer simple con su fachada de madera, pero los pequeños adornos eran los que le daban un toque más honorífico, pues de las grandes tejas de madera colgaban algunos faros de cristal redondos, envueltos en lo que parecían ramas verdes finas de alguna especie de planta, dándole un aspecto más rural, también estaban algunos pergaminos largo con frases que instaban a la paciencia, también en una de las paredes, la de la derecha, estaba un pequeño altar en donde algunos retratos se mostraban, tal vez de algunos de los mejores alumnos, pensó Zoro.
ESTÁS LEYENDO
"El deseo de la pequeña Kora" [ZoSan]
Fanfic"Sanji no solía ser una persona imprudente, solía pensar antes de actuar, previniendo de esa forma las consecuencias de sus acciones, pero ahora, en la cama de un completo desconocido, no podía evitar pensar lo contrario". _________ O en donde la pe...