MIMESIS

Adagio III

"Es lo que es..."

La increíble necesidad humana de buscarle sentido a todo quizá sea una muestra de nuestro ego, una señal de que creemos que todo esto fue hecho para nosotros. Cuán lejos estamos de esa realidad...
He observado incontables actos de injusticia en este mundo. En mi deseo imaginario de cambiar, intento ser una buena persona, pero lo cierto es que yo también he sido parte del problema, del mismo problema que critico. ¿Me convierte eso en un hipócrita?

Si lo analizo con más detenimiento, observo que, a pesar de que mis intenciones sean puras, tienden a ser infantiles, pues la inocencia de esperar algo que se sabe que nunca llegará es, precisamente, la definición de estupidez que mencionó alguien el siglo pasado. No puedo esperar resultados distintos si sigo haciendo lo mismo. Supongo que es más fácil así, renunciar a algo únicamente porque es más fácil que todos te acepten si luces igual a ellos. Tristemente, ha sido uno de los peores errores que pude cometer, pues mi alter ego es tan real que incluso mantiene encarcelado al ser que lo creó.

La vida, como tal, cada día parece tener menos sentido, pues desde el momento en que nacemos estamos obligados a ganar, con el sudor de nuestra frente, el recurso que nos permitirá comprar alimento y pagar las cuentas. Ante esto, luego de meditarlo en profundidad, jamás había sentido tanto desagrado como el día en que entendí el funcionamiento del dinero. Es, de lejos, la creación más estúpida de la humanidad.
Día tras día, te levantas para ir a tu trabajo insignificante, mientras crees desesperadamente que lo que haces vale la pena, pero, hablando con cierto pragmatismo, el mundo no se detendrá aunque ya no estemos en él. Por eso, todo parece cada vez más absurdo. ¿Es la vida una precuela que sirve solo para definir lo que ocurrirá con nuestra alma? ¿De verdad existe el alma? Son preguntas cuyas respuestas definen mucho para nosotros, pues si no existe el alma y no hay nada más allá después de la muerte, ¿para qué vivir?

Es lo que es... Tenga o no tenga sentido, lo cierto es que ya estamos aquí. Deberíamos hacer un esfuerzo por llevarnos mejor, pero es nuestra estúpida ambición, esa que tanto critico, la que nos tiene inmersos en el fango más asqueroso. La humanidad no cambiará, no cambió antes, ni estando al borde de la extinción, ni después de dos guerras mundiales estúpidas, y no hay señal de que, ni hoy ni mañana, eso vaya a ocurrir.
¿Para qué quieres tener tanto, si tarde o temprano todos nos dirigimos al mismo destino? Es reflexionar lo que nos hace falta. La finitud de nuestras vidas mortales solo es un recordatorio constante del delirio que representa la eternidad del tiempo y del espacio. Somos una pequeña mancha en un lienzo precioso. Pero no les pidas que piensen en ello, cuando pensar se ha convertido en un delito.

Quizá debí pensarlo mejor...