Adagio V

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"No soy de aquí, ni soy de allá..."

Bien lo decía el gran Facundo Cabral en la melodía a la cual hago referencia, renunciar a la necesidad de pertenecer, quizás una necesidad humana, como tal, pero renunciar a ello le brinda a quien lo intenta una visión diferente de la vida. Quisiera decir que yo lo he logrado, pero lo cierto es que no es así. A pesar de mis intentos, siempre termino deseando aquello que no puedo poseer, pues, en mi ignorancia tal vez, he perdido, y sí, cuántas veces he perdido.

No debo ser normal, lo cual no necesariamente me hace mejor que el resto; quizás incluso me convierte en alguien peor. Sin embargo, eso es algo que deberé meditar en otra ocasión. No me gusta aquello que usualmente atrae a las personas. El hecho de ser introvertido no ayuda, y a pesar de las máscaras que puedo llegar a utilizar, tarde o temprano el cansancio de representar a alguien que no existe llega, y sí, llega. Aunque varias personas puedan considerar que soy su amigo, pues intento tener una actitud amable siempre, la realidad es que para mí no lo son, pues ¿Quién deja a sus amigos ahogarse? ¿Quién permite que sufran? ¿Quién se aleja cuando más los necesitan? Aparentemente, eso ocurre con mucha frecuencia. Quizás la palabra "amistad" signifique algo más para mí que sólo coexistir con un grupo de personas. Eso explicaría muchas cosas, como por ejemplo, la razón por la cual me aíslo del resto.

Me gusta observar a la distancia, sus acciones, sus conversaciones, su lenguaje corporal. Es curioso cómo cambian las personas cuando intentan impresionar a los demás, cual pavo real que extiende sus plumas para atraer la atención de las hembras.

Somos tan insignificantes...

Cada vez lo tengo más claro, cuán insignificantes debemos ser. Pero, a pesar de ello, algunas personas pueden alcanzar la grandeza. Es interesante cómo el éxito de la civilización recae sobre los hombros de tan pocas personas y cómo estas han influenciado el desarrollo de nuestra sociedad occidental.

En lo que a mí respecta, ya no tengo claridad en lo que digo. Lo que sé es que no soy de aquí ni de allá; renuncié a toda forma de patriotismo y abracé nuestra humanidad. Una visión muy cosmopolita, pues, como diría en su cinismo Diógenes de Sinope: "Soy un ciudadano del mundo..."

¿Y qué he logrado? ¿La iluminación? ¿Conocimiento?
Dudas, más y más dudas, pues entre más lo pienso, menos comprendo. El mundo se dirige al colapso, y cada vez le importa menos a la gente. Saben su destino, saben la consecuencia de sus acciones, pero aun así lo hacen. Una prueba más de nuestra infinita estupidez.

Pronto me iré de este mundo, y como un suspiro en una tormenta, mi presencia en él ha sido tan débil, tan frágil, tan sutil como imperceptible. Una pequeña gota en un vasto océano, un diminuto grano de arena en un enorme desierto. Esa ha sido mi influencia. Ese es mi legado...

MIMESISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora