Un nuevo día comenzaba en la academia de héroes, donde todos en su mayoría estaban trabajando en mejorar todo lo destrozado tras la pelea anterior, donde, por casual que parezca, la prensa volvía a hacer de las suyas al sembrar dudas en la academia.
El sol comenzaba a asomar por el horizonte, bañando en oro el pequeño santuario que Kota había construido en honor a su maestro. Allí, la imponente armadura de Tauro descansaba sobre un pedestal, un recordatorio tangible del legado de Aldebarán.
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Kota se acercó a la armadura, sus ojos brillando con una mezcla de tristeza y determinación. Desde la pelea con el Shie Hassaikai, había pasado algunas horas en este lugar, buscando respuestas y tratando de comprender el verdadero significado del poder del cosmos.
Kota: "Maestro..." -susurró- "Siento tu ausencia. Pero sé que tu espíritu sigue conmigo" -expresaría algo nostálgico, mientras miraba su atuendo de aspirante
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Miró fijamente la máscara de Tauro, imaginando la mirada serena y sabia de su maestro. Recordó las palabras de Aldebarán
Aldebarán: "El poder del cosmos no reside en la fuerza bruta, sino en la voluntad de uno"
Kota se arrodilló frente a la armadura y cerró los ojos. Visualizó la energía cósmica fluyendo a través de su cuerpo, sintiéndose conectado con el universo. Respiró profundamente, tratando de canalizar la misma paz y tranquilidad que emanaba de Aldebarán. Sin embargo su concentración fue interrumpida
???? Asique aquí estabas..... -diría una voz masculina desconcentrando al chico
Kota: Yato-sempai
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