Capítulo 14

2 0 0
                                    

El fin de semana voló tan rápido como una flecha, que la inquieta Mi suk quien no tuvo paz desde esa noche, no tenía ni idea de cómo enfrentar tremenda declaración y aún peor saber que la había aceptado, de seguro debió estar fuera de sus cabales ese día. Una nueva semana estaba frente a ella y el miedo la invadía, entró al salón silenciosamente, temía encontrarse con Nam y crear una situación incómoda, aunque pensándolo bien, muy dentro de si misma estaba una gran ansiedad por verle, los minutos pasaron y el salón comenzó a llenarse pero Namjoon no aparecía por ninguna parte y su desesperación iba en aumento, en un intento vano por apaciguar su angustia revisó su horario y para su desgracia, sus clases eran las últimas -Bien le buscaré en la hora libre- Susurró con decepción.

Las horas pasaron tan lentamente que parecía que una hora se multiplicaba por cinco, pero finalmente la hora libre llegó y con ella su oportunidad, sigilosamente subió al cubículo de Nam pero para su sorpresa no estaba ahí, algo frustrada salió del lugar para buscarle en el estudio de arte, pero tampoco lo encontró allí, algo ofuscada pero no derrotada se dirigió a los lugares que creyó adecuados, recorrió casi todo el instituto incluyendo la dirección, el laboratorio, el departamento de informática pero no tuvo éxito, el último lugar que quedaba por revisar era la vieja iglesia que estaba al lado del instituto, lugar donde los alumnos iban una vez por mes a tener devociones especiales, dudo un poco pero finalmente se decidió por entrar en el lugar, entró por las gruesas puertas de madera que crujieron al abrirse, el lugar estaba en completo silencio, tal parecía que no había nadie en este, pero algo le decía que continuara buscando, decidida a no fracasar una vez más, subió al escenario y pudo escuchar algo de música proveniente del estudio de grabación que mantenían alejado del instituto para evitar sonidos ambientales, había olvidado buscar ahí así que con la esperanza renovada caminó lentamente hacia el sonido que emanaba la sala y finalmente le encontró, Namjoon estaba sentado en una esquina escuchando música a bajo volumen como si fuese un refugiado, esto le causó gracia a Mi suk era muy gracioso verlo tan vulnerable cuando en realidad era un imponente hombre de 1.81 metros bb que si no lo conociesen con antelación pensarían que es desafiante.

-Namu...- Le llamó captando inmediatamente su atención, este nervioso se levantó rápidamente sacudiendo su fino sastre negro.

-Mi suk... yo... no esperaba verte aquí- Divagó.

-Estudio aquí, debo estar aquí- Bromeo con una sonrisa burlona que este imitó -Te estuve buscando por todos lados y bueno decidí venir aquí, al parecer no estaba tan equivocada, aún gustas de estar aquí- Y es que Mi suk le conocía tanto cómo él a ella, por años visitaba el lugar junto a su amigo y juntos grababan canciones de cualquier ocasión, habían sido tantos inviernos juntos que el lugar era suyo casi por naturaleza.

-En realidad yo... yo solo escuchaba algo de música, ¿quieres escucharla conmigo?- Le invitó tratando de desviar el tema pero Mi suk era paciente y accedió a su petición, ambos se sentaron en el suelo alfombrado y el moreno reprodujo "Noche de paz" en la voz de una Mi suk de 10 años, si no lo conociera lo juzgaría por enfermo y pedófilo pero Mi suk sabía que había luchado mucho contra ese cariño que emergió desde que eran niños, pero los años habían pasado y ella ya no era una niña, comenzaba a sentir y que él fuese el primero en despertar esa primera ilusión era como cumplir su sueño de muchos años, pues aunque se negase a aceptarlo ella también gustaba de él desde hace mucho.

-Tú voz me tranquiliza, muchas veces vine aquí sintiéndome culpable por lo que sentía y solo tu voz lograba calmarme, cuando me sentía solo o las cosas no andaban bien, me gustaba escucharte y saber que si tú podías con tanto yo también debía poder, sé que no es correcto y que pensaras que soy un enfermo pero la verdad es que yo... yo solo podía hacer eso- Su expresión de vergüenza y esa lucha interna contra sus principios solo lograban angustiar a Mi suk, siempre lo había visto como su figura de madurez, nunca imaginó verlo tan vulnerable y mucho menos preocupado por algo así.

Cuando Nadie Nos Ve (Reeditando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora