|Una noche peculiar|

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Charlie llegó a casa con el vestido de novia cuidadosamente envuelto en su brazo. Aunque había sido un día largo y agotador, las dudas sobre el amor seguían arremolinándose en su mente. El elegante vestido de encaje que había comprado debería haberla emocionado, pero lo único que sentía era una creciente inquietud. Todo lo que había presenciado hoy, desde el beso entre Angel y Husk hasta el desgarrador dolor de Vaggie, le hacía cuestionarse si el amor era realmente algo que pudiera sostenerse o si siempre estaría destinado a romperse.

Al abrir la puerta, fue recibida por los suaves sonidos del jazz que llenaban el salón. Alastor estaba allí, sentado en una butaca, con los ojos cerrados mientras dejaba que la música lo envolviera. Su usual sonrisa relajada estaba presente, pero Charlie podía sentir una cierta tensión en el ambiente. 

Antes de que pudiera decir algo, el teléfono sonó, interrumpiendo el silencio. Charlie frunció el ceño y fue a contestar.

-¿Hola?- dijo, levantando el auricular.

Al otro lado de la línea, una voz familiar y nerviosa respondió:

-Charlie... Soy José-

-¿José?- repitió ella, su corazón acelerándose. El esposo de su prima no llamaba a menos que fuera una emergencia. -¿Qué pasa?-

-Es María... Ha tenido un accidente. Está en el hospital-

El mundo de Charlie se sacudió. Su prima, María, había sido una de las personas más cercanas a ella desde la infancia. Saber que estaba en el hospital encendió una alarma dentro de ella. Sin pensarlo dos veces, se volvió hacia Alastor, quien ya la estaba mirando con preocupación.

-María está en el hospital- le dijo apresuradamente. -Tenemos que ir- 

-¿Y quién es esa María?- dijo el castaño parando la música. 

-¡Solo camina!- le regañó Charlie.

Sin más palabras, ambos salieron de la casa y se dirigieron al hospital. El trayecto estuvo lleno de silencios incómodos, con el sonido del motor del coche como única compañía. Charlie intentaba mantener la calma, pero su mente estaba ocupada por la imagen de su prima herida y la incógnita de lo que podría haberle ocurrido. Alastor, por su parte, permanecía callado, dejando que ella procesara la situación a su manera.

Cuando llegaron al hospital, la tensión en el aire era palpable. Charlie corrió hacia la sala de espera, donde vio a Jesús y Juan, los hijos de María, sentados junto a su padre, José. Los dos niños la miraron con ojos preocupados, claramente confundidos por todo lo que estaba sucediendo.

-¡Tía Charlie!- gritó Juan, el menor de los dos, corriendo hacia ella para abrazarla.

Charlie se agachó y lo abrazó con fuerza, intentando transmitirle seguridad a pesar del miedo que sentía. Luego saludó a Jesús, el mayor, con una sonrisa reconfortante.

-¿Cómo están, chicos?- preguntó, acariciando el cabello de ambos.

-Mamá está adentro- dijo Jesús, mirando hacia la puerta de la habitación. -Papá dice que está bien, pero no nos deja ir a verla-

José se acercó y le dio un abrazo breve pero cálido a Charlie. -Gracias por venir tan rápido. María está estable, pero tiene algunos golpes. Estaba conduciendo cuando otro coche la chocó de lado. Afortunadamente, no fue nada demasiado grave, pero está adolorida y un poco conmocionada-

Charlie asintió, sintiendo una mezcla de alivio y preocupación. -Voy a verla-

Antes de entrar a la habitación, miró a Alastor, quien se quedó afuera con los niños. Alastor le dedicó una pequeña sonrisa y se agachó para estar a la altura de Juan y Jesús, quienes parecían intrigados por él. Mientras Charlie cruzaba la puerta para ver a María, escuchó a Alastor hablar con los niños, intentando calmarlos con una historia divertida.

Mi falso prometido -Charlastor-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora