|La mudanza|

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-Bueno... eso fue todo- dijo Charlie colocando una caja en el camión de mudanza. 

-¿Estás segura que quieres cambiarte al sur de New Orleans? dicen que ese sector es peligroso?- dijo Niffty una gran amiga suya. 

-¡Estoy completamente segura!- dijo Charlie con un tono alegre.

-Dicen que hay muchos hombres perversos en busca de esposas- le dijo su amiga colocando las llaves en el auto. 

-Estaré bien... mientras... me quiero despedir de esta casa. Viví muchas cosas buenas en este lugar- dijo Charlie mirando con tristeza su departamento. 

-7 años... 2 exnovios... 4 dietas- dijo Charlie retomando la palabra. 

-Oh... la dieta de frutas con agua bañadas en ajo casi me mata- dijo Niffty mientras ambas entraban a la gran casa vacía. -Lo bueno es que te mudas al edificio de Angel y Vaggie. Ellos te podrían ayudar- dijo Niffty mientras limpiaba. 

-Sin ellos no encontraría el departamento... pero están de luna miel en Galápagos, Ecuador- dijo Charlie con un tono de cansancio. -Ya quisiera yo hacer ese viaje-

-Te veo afuera- dijo Niffty saliendo de la casa.

-Ehh ¡Charlie! ¿Podrías ver algo?- gritó Niffty desde afuera. Charlie no respondió. Solo caminó hasta la puerta.

-¿¡Qué pasó!?- dijo Charlie alterada al no ver el carro de mudanza. 

-Digamos que dejé las llaves en carro listas para arrancar- dijo Niffty nerviosa. Charlie solo la miró... y no dijo nada.

¿Ahora que iba a hacer?



Alastor, un joven de 20 años con cabello castaño rizado y ojos color avellana, se encontraba relajado en su hogar. 

La mañana era soleada y la luz natural se filtraba a través de las ventanas, iluminando la sala de estar donde se encontraba. 

Alastor estaba sentado en un cómodo sofá de cuero marrón, disfrutando de una taza de café humeante. En sus manos sostenía el periódico del día, absorbiendo las noticias locales, nacionales e internacionales.

El ambiente era tranquilo, solo se escuchaba el suave sonido de la respiración de Alastor y el ocasional crujir del periódico. 

De repente, la puerta principal se abrió bruscamente, interrumpiendo la paz del momento. Dos hombres, de aspecto rudo y con expresiones serias, ingresaron a la sala sin ser invitados.

Los hombres, vestían ropa oscura y desgastada. Sus miradas eran penetrantes y su presencia intimidante. Alastor, sorprendido por la intrusión, bajó el periódico y los observó con cautela.

-¡Hola!- dijo con sarcasmo uno de los dos tipos mientras se acercaba amenazante.

-Hey mis amigos. ¡Hola!- respondió Alastor un poco preocupado. -¿Cómo han estado?- dijo tratando de buscar un cuchillo cercano.

-El "demonio" manda saludos- le respondió el otro tipo. 

-Una llamada hubiera bastado caballeros- dijo Alastor manteniéndose firme. 

-¿Tienes algo para él? ¿El objetivo ya murió? ¿O tienes su dinero?- dijo el primer tipo con un tono intimidante. 

-Necesito tiempo. Saben que dejé hace tiempo eso. ¿Por qué no me dejan en paz? Después de todo ustedes me contrataron para asesinar al presidente y como no lo he matado me están cobrando- dijo el castaño con un tono serio.

Mi falso prometido -Charlastor-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora