|Miedo y confusión|

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Un nuevo día había amanecido. El sonido del teléfono resonó en la habitación, despertando a Charlie. Varias llamadas perdidas la habían despertado. Con una mezcla de frustración y resignación, se levantó y contestó la llamada.

-¿Hola?-



Mientras tanto, Alastor se despertó en el sofá, donde Charlie lo había relegado a dormir. Se sentó con pesadez y observó a Charlie sosteniendo el teléfono, sus manos temblorosas mientras lo dejaba en su lugar.

Charlie se dirigió a la cocina y Alastor lo siguió.

-¿Qué pasó?- preguntó Alastor con cuidado, todavía adormilado.

Charlie no respondió. Se dirigió a la cocina sin decir palabra. Alastor, extrañado, la siguió.

-¿Qué ocurre cariño?- volvió a preguntar colocándose en el marco de la puerta de la cocina.

Charlie no respondió, solo se podían escuchar sus sollozos.

-¿Cuándo traerás tus cosas al departamento?- preguntó Charlie mientras preparaba dos platos de fideos instantáneos.

-¿Para qué?- preguntó Alastor, se encontraba confundido.

-Mis padres quieren conocer a los tuyos aquí en mi departamento. Y quieren pagar por nuestra boda falsa- respondió Charlie con seriedad, girándose hacia él.

Alastor se quedó sorprendido. -¡Con esta crisis de la caída de valores, es casi imposible contactar con un carro de mudanza!- dijo pensando. -Soy un locutor de radio vacacionando en New Orleans, pero no soy un mago-

-Yo me encargo de eso. Solo trae a tus padres- respondió Charlie entregándole los fideos a Alastor. 

La mirada de Alastor cambió a una triste, pero no dejó su sonrisa. -Yo... no tengo papá. Abandonó a mi mamá cuando tenía seis años. El trató de volver cuando era adolescente, pero no funcionó-

-Oh, lo siento- respondió Charlie cabizbaja. -No sabía-

-No pasa nada. Pero aún me parece raro todo lo que pasó ayer en casa de tus padres- dijo cambiando de tema.

Charlie apretó los puños y se giró. -Cámbiate. Vamos a hacer una visita a unos pisos más abajo-




-Y... eso es todo- dijo el señor de la mudanza. -Firme aquí, y aquí- pidió el señor.

Charlie firmó y sonrió al señor. -Gracias -agradeció acompañándolo a la puerta.

Cerró la puerta y suspiró.

-Al fin- dijo Charlie caminando. -Fue un día pesado. Aún no puedo creer que Angel y Vaggie nos prestaran a sus conductores para la mudanza de tus cosas-

-Mis cosas se ven bien en tu departamento querida- dijo Alastor mirando cómo todo había sido amoblado por los señores de la mudanza.

-No puedo dejar que mis padres paguen nuestra boda falsa- dijo Charlie sentándose en el sofá.

-Deberías dejarlos, talvez quieren darte el gusto- dijo Alastor sentándose junto a ella.

-No. Ellos siempre han buscado herirme, bueno, más bien es mi madre. Es venganza- dijo abriendo una botella de vino y servirse una copa.

Mi falso prometido -Charlastor-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora