CAPITULO 9.LOS NERVIOS SOBRE LA MESA

16 3 0
                                    

-Simon y Ollie bajaron las escaleras, y al llegar al comedor, la madre de Simon, Elena, les recibió con una sonrisa cálida. La mesa estaba decorada de manera sencilla pero acogedora, con una gran olla de pasta y una ensalada fresca en el centro. Elena había preparado una comida casera, que olía deliciosa.

—¡Qué bien que llegaron a tiempo para la cena! —dijo Elena con una sonrisa cálida mientras colocaba los platos en la mesa. Luego se volvió hacia Ollie, notando su tensión—. Ollie, ¿cómo te encuentras? Pareces un poco tenso. ¿Todo bien?

Ollie, que había intentado calmarse durante el descenso, se sintió de inmediato incómodo al escuchar la pregunta. Su estómago se contrajo y su mente comenzó a girar a mil por hora. Forzó una sonrisa que se sintió rígida y artificial, y miró a Simon buscando algún tipo de apoyo antes de responder.

—E-eh, no, no es nada. Solo... estuve pensando en algunas cosas, pero... todo está bien, de verdad —dijo Ollie, tratando de sonar convincente. Su voz temblaba ligeramente, y se pasó una mano por el cabello, una acción que parecía más un intento de autoconfortarse que un gesto casual. Sus ojos evitaban el contacto con Elena, enfocándose en un punto fijo en el suelo mientras sentía que sus mejillas se calentaban.

A medida que Elena lo observaba con preocupación, Ollie sintió su nerviosismo aumentar. Las palabras se le enredaban en la garganta, y cada intento de tranquilizarse parecía solo incrementar su ansiedad. Se preguntaba si Elena podía percibir su inquietud, o si su intento de ocultar el nerviosismo era tan evidente como lo sentía.

—Ollie, si algo te preocupa, no dudes en decírmelo —dijo Elena con un tono de sinceridad que solo aumentó la incomodidad de Ollie. La preocupación en su voz era genuina, pero para Ollie, el acto de hablar solo aumentaba la sensación de estar en el centro de atención, de ser observado de cerca.

—No, de verdad, estoy bien —repitió Ollie, su voz apenas un susurro. Se sintió atrapado entre el deseo de ser honesto y el miedo de mostrar su vulnerabilidad. La incertidumbre de no saber cómo reaccionaría Elena, sumada a la presión de mantener una imagen tranquila, lo hacía sentir aún más tenso.

Elena asintió con una sonrisa comprensiva, aunque la preocupación en sus ojos no desapareció del todo. Ollie se sintió un poco aliviado al ver que Elena parecía aceptar su respuesta, pero el nudo en su estómago no se deshizo. Mientras tomaba asiento en la mesa, el pensamiento de cómo manejar la situación con su madre seguía atormentándolo. Cada bocado de la cena que se aproximaba parecía cargar con el peso de su inquietud, y no podía evitar preguntarse si la cena con la familia de Simon se convertiría en una nueva fuente de estrés.

Elena asintió con comprensión, aunque una pequeña arruga de preocupación apareció en su frente. No insistió, pero su mirada materna seguía atenta. Simon, notando el malestar de Ollie, se apresuró a intervenir para desviar la atención.

Ollie, que había estado intentando relajarse durante el descenso, se tensó nuevamente al escuchar la pregunta. Forzó una sonrisa y miró a Simon antes de responder.

—E-eh, no, no es nada. Solo... estuve pensando en algunas cosas, pero... todo está bien, de verdad —dijo Ollie, tratando de sonar convincente, aunque su nerviosismo era evidente. Se pasó una mano por el cabello y evitó mirar directamente a Elena, sintiendo que sus mejillas se calentaban.

Elena asintió con comprensión, aunque una pequeña arruga de preocupación apareció en su frente. No insistió, pero su mirada materna seguía atenta. Simon, notando el malestar de Ollie, se apresuró a intervenir para desviar la atención.

—Vamos, Ollie, siéntate. Estoy seguro de que te va a gustar lo que preparó mi madre —dijo Simon, guiándolo hacia la mesa mientras se aseguraba de que se sintiera incluido.

Los tres se sentaron alrededor de la mesa y comenzaron a servir la comida. Elena, con su naturalidad y calidez, empezó a hacer preguntas generales sobre la escuela y los intereses de Ollie, intentando hacerle sentir más a gusto. Ollie, a pesar de su incomodidad inicial, empezó a relajarse al notar la actitud amable de Elena.

—Entonces, Ollie, ¿cómo va el proyecto que estás haciendo con Simon? —preguntó Elena con interés, mientras pasaba el plato de pasta a Simon.

—Va bastante bien, gracias —respondió Ollie, comenzando a relajarse al ver cómo Simon y su madre interactuaban con cariño. Su tono era más relajado ahora, y estaba comenzando a disfrutar de la conversación.

Simon, observando cómo Ollie se iba sintiendo más cómodo, se mostró aún más afectuoso, haciendo comentarios divertidos y anécdotas sobre la escuela que hicieron reír a ambos. Elena, notando el cambio en el ambiente, sonrió al ver a los chicos tan a gusto.

—Siempre me alegra ver que Simon tiene amigos que realmente lo entienden —dijo Elena, lanzando una mirada cariñosa a su hijo. Luego se dirigió a Ollie—. Y tú, Ollie, pareces ser una persona muy interesante. Simon me ha hablado mucho de ti, y debo decir que me alegra conocerte en persona.

—E-eh, gracias —respondió Ollie, un poco sonrojado por el halago. La calidez de las palabras de Elena hizo que se sintiera más cómodo, y se dio cuenta de lo agradable que era estar en un entorno tan acogedor.

Durante la cena, Elena y Simon continuaron charlando y bromeando de manera relajada. Las risas y la conversación fluían, y Ollie no pudo evitar sentirse agradecido por el ambiente tan amigable que lo rodeaba. La comida estaba deliciosa, y cada bocado le hizo sentir más a gusto. Era un contraste tan agradable con la frialdad y la distancia que solía experimentar en casa.

Mientras la cena continuaba, Elena se mostró interesada en las pequeñas historias de la vida escolar de Ollie y en sus pasatiempos, y Simon, en tono juguetón, le contaba algunas anécdotas que hacían que Ollie soltara carcajadas genuinas. La comida pasó volando entre charlas y risas, y por primera vez en mucho tiempo, Ollie se sintió realmente bien.

Después de la cena, Elena se levantó para recoger los platos, y Simon aprovechó el momento para dirigirse a Ollie.

—¿Te gustaría ayudarme con algo en la cocina? —preguntó Simon, con una sonrisa que hacía difícil decir que no.

Ollie asintió, sintiendo un cálido cosquilleo de gratitud. Mientras se levantaban, Elena les lanzó una última sonrisa de aliento.

—No se tarden mucho, chicos. La noche está fresca, y me alegra que estén disfrutando de la compañía —dijo Elena, con un tono que transmitía su afecto y preocupación maternal.

Ollie y Simon se dirigieron a la cocina, dejando atrás el cálido y acogedor comedor. Mientras limpiaban juntos, Ollie no podía evitar pensar en lo diferente que era esta noche en comparación con sus noches en casa.La preocupación por su madre se desvanecía lentamente, y en su lugar, sentía una sensación de pertenencia y paz. Tal vez, solo tal vez, esta noche había sido el primer paso hacia algo que podría ser realmente especial.

Simon le hacía bromas a Ollie, mojándole y chispeándole agua. Mientras lo hacían, soltaban risas y carcajadas. Ollie se sentía alegre y en buena compañía.














Perdón por andar no actualizar, oara compensar subiré varios casos hoy


EL PESO DE UN FAVORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora