Capítulo ocho.

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En esa mañana, Kaiser abrió los ojos con lentitud, un aroma embriagante golpeaba sus fosas nasales y estaban esparcidas por toda la habitación. Ahora que estaba consciente, comenzó a recordar de a poco lo que sucedió el día anterior. 

Se sonrojó debido a la vergüenza que le provocó esa actitud de vulnerabilidad delante de Yoichi. Cada palabra y cada detalle se volvían cada vez más embarazosos.

Bueno, eso no importaba, porque había algo más que no podía sacarse de la cabeza

Yoichi. Sus caricias, su calor, sus palabras, ¿qué demonios había sido eso?

No podía negarlo más, aunque quisiera ignorarlo, lo hecho, hecho estaba. Abrazar el pequeño cuerpo del omega y tenerlo a su lado se había sentido demasiado bien.

Nunca había experimentado nada parecido en su vida, no sabía que era posible sentirse así de relajado. Era una calma que no podía explicar y no quería dejar de sentir.

 Y sabía que para conseguir eso lo único que tenía que hacer era mantener a Yoichi a su lado.

Sin embargo, no había ningún tipo de rastro del omega en la habitación más que las feromonas que había dejado. Kaiser suspiró, un poco irritado, de que el omega se hubiera ido. ¿Así iba a jugar? Entonces tenía que asegurarse de no dejarlo escapar otra vez.

Salió de su habitación para dirigirse directamente a la de Yoichi porque probablemente se encontraba allí. Necesitaba pedirle explicaciones de por qué se había marchado, pues no había necesidad de irse.

Pero al llegar y abrir la puerta, no hizo nada más que quedarse congelado, viendo al pequeño cuerpo de Yoichi acurrucarse en las sábanas. Kaiser se acercó con lentitud para verlo con más claridad.

El corazón del alfa comenzó a latir cuando vio ese lindo rostro angelical durmiendo; se veía tan tranquilo y puro. Kaiser sintió el impulso de arrodillarse hasta quedar cara a cara con el omega, quien seguía durmiendo. Se quedó admirando cada detalle del hermoso rostro de Yoichi, su piel, sus cejas finas, su nariz puntiaguda, sus labios, los cuales se veían bastante esponjosos. ¡Dios, todo comenzaba a ser tan tentador!

Kaiser no lo pensó dos veces, no planeaba resistirse, así que lo hizo. Mientras Yoichi seguía dormido, los labios de Kaiser se posaron encima de los de él.

Esa acción duró un par de segundos, los cuales fueron fugaces y tormentosos para el Alfa, porque quería más, mucho más. Si hubiera sabido que besar a un omega era así de bueno, lo hubiera hecho hace mucho tiempo, pero tal vez no había nadie mejor que Yoichi, el mismo que ahora era dueño del primer beso de Kaiser.

Cuando el alfa se alejó, pensó en todo lo que iba a hacerle a esos suaves y dulces labios. 

En cuanto tuviera la oportunidad, Kaiser estaba listo para todo. Pero para su mala suerte, no pudo seguir, ya que algo comenzó a vibrar en su pantalón. Su teléfono celular estaba pidiendo ser atendido, suspiró molesto viendo que se trataba de una llamada por parte de su padre. Salió del lugar a regañadientes para contestar la llamada y evitar despertar al omega.

—¿Sí? Buenas, ¿qué sucede, padre? —preguntó con frialdad, bajando por las escaleras.

—Michael, solo quería saber cómo va todo por allá.

Kaiser se quedó en silencio unos segundos, no tenía la palabra correcta al respecto. —Bien… supongo. Extraño que lo preguntes, nunca llamas cuando estás de viaje.

—Bueno, tengo mis motivos —dijo suspirando al otro lado de la línea—. Sabes perfectamente por qué llamo, Michael. Dime, ¿cómo está Yoichi? Espero que no hayan dañado a ese omega; fue bastante costoso.

Through the Dark 《 kaisagi • kiis 》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora