Through the Dark 《 kaisagi • kiis 》

Capítulo dieciseis.

—¡Esto está mal, muy mal! —gritó Yoichi tratando de levantarse de la cama, pero el agarre de Kaiser en su cintura era firme y le impedía moverse.

La cabeza de Yoichi estaba hecha un caos, una tormenta de preocupación tras preocupación. No podía entender cómo Kaiser tenía una sonrisa despreocupada, relajado como si nada hubiera pasado. ¡Por Dios, una marca no era cualquier cosa!

Pero no solo había una marca en el medio. Se había acostado con un alfa en su rut, lo hicieron sin protección, fue anudado varias veces y ya pasaron tres días desde la primera vez. Las probabilidades de estar embarazado eran altísimas.

Tener un cachorro era un tema demasiado delicado y Kaiser no parecía tomarlo en cuenta. Incluso después de las advertencias del señor Dark de evitar un embarazo.

Sin embargo, no podía culpar a Kaiser por todo, porque recordaba cómo él mismo deseaba un bebé y ah… ¿Qué estaba pasando por su cabeza? ¡Maldito instinto omega! 

—¡No debiste hacer eso! Kaiser, ¿qué dirá el señor Dark? Esto no estaba planeado.

Kaiser finalmente lo soltó y suspiró viendo a Yoichi al borde de la locura. Lo miró con calma, como si no fuera tan grave.

—Probablemente, quiera matarme en cuanto sepa lo que te he hecho —dijo despreocupado—. Pero si resulta que quedas embarazado y ahora con mi marca, él no podrá hacer nada para separarme de ti. Ya eres mío.

Se acercó a Yoichi con una sonrisa y lo tomó de la barbilla, para apreciar lo lindo que se veía asustado.

Yoichi pensaba que Kaiser estaba loco al no ver la gravedad de la situación. El alfa disfrutaba por completo que ya eran compañeros de vida, mientras que para Yoichi era una pesadilla.

—¡No quiero eso! Tú me obligaste —susurró con una expresión de tristeza en el rostro.

—¿Obligarte? —se burló—. Estoy bastante seguro de escucharte gemir de placer.

Las mejillas de Yoichi se tornaron de un fuerte color rojo, sin saber qué decir para justificarse. Estaba enojado, lleno de rabia y de vergüenza, pero no por Kaiser, sino por él mismo. Por haber caído.

—Pero no te preocupes, Yoichi —añadió—. Voy a cuidarte muy bien.

Yoichi solo se cubrió con las sábanas para evitar ser avergonzado una vez más por Kaiser.

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Ahora que el Alfa estaba bien, regresó a lo de siempre; atendiendo negocios de su padre. Yoichi por su lado, se quedó en la habitación por horas; intentaba procesar todo lo que le había hecho el alfa.

Aprovechó que Kaiser estaba ocupado y buscó lo que tanto necesitaba: las pastillas anticonceptivas. Las cuales sabía que ya ni siquiera iban a funcionar, pues desde la primera noche habían pasado más de setenta y dos horas, aun así no quería quedarse de brazos cruzados.

No dejaba de sentir remordimiento a causa de lo preocupado que estaba sobre su futuro a partir de ahora y, por otro lado, el alfa parecía estar como nuevo con una sonrisa amplia después de poner sus manos encima de Yoichi. Le encantaba atormentar al omega.

—Dios, ¿por qué permití que esto pasara? —susurró tocando la marca.

Pensaba que lo mejor sería mantenerse alejado de su ahora Alfa, pero otra vez se trataba de un plan inservible. Estaba seguro de que Kaiser no le dejaría opciones y mucho menos su omega interior, que aunque no quisiera admitirlo, recordaba con pasión cada abrazo de Kaiser.

Eso estaba mal, ¿verdad?

Justo cuando estaba despertando un cariño maternal y sincero hacia Kaiser, terminó teniendo sexo con él, convirtiéndose en su omega. Todo terminó de la forma que más deseaba evitar, porque a pesar de que Kaiser fuera mayor que él por varios años, cuando lo veía vulnerable, no podía evitar pensar que era un niño pequeño necesitado de amor. Se sintió conmovido y, en parte, influenciado por el temor de que pasara algo más, estaba dispuesto a darle todo el cariño que una madre le daría a su hijo.