Capítulo veintidos.

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Solo debía mantener la calma.

Eso pensaba Kaiser todos los días de su vida desde que recibió esa llamada amenazante. Fue la razón por la que se había apresurado en contratar más seguridad alrededor de la mansión y así evitar cualquier tragedia que pudiera ocurrir. Debía admitirlo, estaba aterrado por la idea de que algo malo le sucediera a Yoichi, por eso se mantenía fuerte y firme, para evitar mostrar debilidad y proteger adecuadamente al omega.

Era una carga gigante la que llevaba dentro, pues prefirió ocultarlo a Yoichi. No podía saber que estaba en peligro, eso podría hacer mucho daño al cachorro que estaban esperando. Prefirió no darle emociones fuertes.

Estresar a un omega embarazado no estaba en sus planes. Dentro de sus posibilidades, iba a hacer que cada etapa de su embarazo fuera una muy buena experiencia. 

A pesar de que Kaiser no sabía cómo ser un buen hombre, era capaz de aprenderlo solo por Yoichi, quien ya había cumplido cuatro meses de embarazo.

Estaba muy avanzado y, después de ir a otros chequeos médicos, confirmaron que el bebé estaba saludable, algo que alivió mucho al omega. Kaiser veía todo el tiempo a Yoichi acariciar su vientre con una sonrisa. Parecía ser que lo estaba disfrutando, hasta estuvo todo el día en el nido pidiendo por su atención. 

Kaiser siempre estaba dispuesto a darle todo lo que quería, no se podía resistir a lo adorable que se veía el omega rogar por él.

Al ver cómo ligeramente le había crecido el vientre a Yoichi, y cómo sus caderas estaban más anchas debido al pequeño subidón de peso por culpa de los antojos, y claro, los pechos que ya comenzaban a crecer por la leche materna que albergaba dentro, todo eso era perfecto. Yoichi y su cachorro eran todo lo que necesitaba un alfa como Kaiser.

Estaba feliz de que Yoichi haya sido el primer y último omega en su vida.

Sacudió la cabeza intentando olvidar sus pensamientos, estaba muy ocupado y todo lo que hacía era pensar en el omega. Suspiró agotado y quiso dejar todo para ir corriendo junto a su Yoichi.

Pero recibió una llamada y vaya mala experiencia que tenía con las llamadas. 

Cuando contestó, se escuchó la voz de Ray Dark desde el otro lado de la línea.

—Michael Kaiser, ¿Puedes explicarme por qué diablos Chris Prince está amenazando a mi compañía?

¡Ese hijo de puta! Al parecer, Chris no iba a rendirse hasta obtener lo que quería.

—Aún no he cerrado ningún trato con él —respondió con la verdad—. No puedo hacer esa mierda.

El suspiro de frustración del hombre mayor se escuchó muy bien, tanto que aturdió los oídos de Kaiser.

—¿Se puede saber cuál es la razón? —preguntó severo—. Si se trata de alguna tontería tuya, no voy a dejarlo pasar con facilidad.

Todo era un dolor de cabeza y, aunque le doliera en su orgullo, tuvo que decir las siguientes palabras. 

—Tienes que regresar.

—¿Qué?

—Dije que regreses. Temo que Chris pueda hacer algo peligroso en contra de… Dios, solo tienes que regresar —dijo suspirando. No quería la ayuda de su estúpido padre adoptivo, pero si para proteger a Yoichi eso era necesario, entonces lo haría—. Esto es importante, por favor.

Unos segundos de silencio se escucharon desde el otro lado de la línea. —Puedo hacerme tiempo esta semana.

Kaiser suspiró de alivio. —Más te vale que no tardes, viejo.

Through the Dark 《 kaisagi • kiis 》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora