Capítulo 11

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Utahime estaba sentada en una pequeña oficina individual de la facultad de Sociología, rodeada por montones de papeles y su laptop abierta. El suave sonido de las teclas llenaba el espacio mientras completaba su reporte sobre las asesorías que había estado realizando. A pesar de haber dejado a Satoru hace solo un rato, sus pensamientos aún rondaban el encuentro. La imagen de su sonrisa, de su mirada intensa mientras pintaban juntos, seguía latente en su mente. Sacudió la cabeza, intentando enfocarse en su trabajo.

Sin previo aviso, la puerta se abrió de golpe, haciéndola sobresaltarse. Shoko entró con la naturalidad de quien está acostumbrada a entrar sin tocar, una leve sonrisa en sus labios.

—¿Te asusté? —preguntó Shoko, divertida, cerrando la puerta detrás de ella.

—Un poco —Utahime respondió, suspirando y apoyándose en el respaldo de su silla. —¿Qué haces aquí?

—Vine a verte, obviamente —Shoko se acercó y tomó una de las sillas, arrastrándola para sentarse lo más cerca posible de Utahime, con una expresión claramente intencionada. Se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en las rodillas. —Quería hablar de algo.

Utahime frunció el ceño, sin entender bien la urgencia en el rostro de Shoko.

—¿Sobre qué?

—Sobre ti y Satoru —respondió Shoko sin rodeos, haciendo que Utahime se tensara de inmediato.

—¿Qué pasa con Satoru? —intentó sonar casual, aunque su voz la traicionó un poco.

Shoko sonrió, sabiendo que estaba tocando un tema sensible.

—Vamos, Utahime, todo el mundo lo ha notado, en cada salida grupal, de alguna manera, él siempre está atento a ti. Y hoy, en la actividad de pintura, se notaba. Los dos estaban coqueteando todo el tiempo, aunque trataban de hacerlo sutilmente.

—No estábamos coqueteando —replicó Utahime rápidamente, sintiendo cómo el calor comenzaba a subirle a las mejillas.

—Por favor —dijo Shoko, arqueando una ceja. —Suguru, Kento y yo lo notamos...así que dime, ¿ya están empezando a salir, o están en esa fase rara donde no saben qué hacer con sus sentimientos?

Utahime se cruzó de brazos, incómoda por la intensidad de la mirada de Shoko.

—No estamos saliendo, no tengo en mente ese tipo de relación con Satoru —dijo, aunque la inseguridad en su voz no pasó desapercibida.

Shoko se recostó en su silla, mirándola con una sonrisa burlona.

—Si no estuvieras interesada, no le coquetearías, además, ¿por qué sigues negando lo obvio?

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