Utahime Iori no conocía al príncipe Satoru Gojo, heredero al trono en Japón. Ella había vivido toda su vida en Reino Unido. A pesar de tener ascendencia japonesa por parte de su padre, no conocía nada del país, excepto lo poco que él le había contad...
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Satoru respiró hondo, como si estuviera reuniendo todo su valor.
— Quiero recitarte un poema que escribí... pero solo escúchame...Si al final no te gusta, lo entenderé —dijo, mirándola a los ojos con una intensidad que hizo que el corazón de Utahime latiera aún más fuerte.
Utahime lo miró sorprendida, sintiendo una mezcla de curiosidad y ternura al ver a Satoru en ese estado tan vulnerable. Él se aclaró la garganta y comenzó a recitar, su voz baja al principio, pero ganando fuerza con cada verso.
"Busqué en ti una amistad,
una conexión sencilla, sin mayor pretensión,
pero, sin darme cuenta,
tu risa, tu mirada, tu forma de ser,
se fueron quedando conmigo, sin pedir permiso.
Tus silencios me hablan más que mil palabras,
y en tus gestos encuentro paz,
algo que no sabía que necesitaba hasta que llegaste.
Cada vez que estás cerca, el mundo parece detenerse,
como si el tiempo mismo quisiera darnos espacio.
No sé en qué momento sucedió,
no sé cuándo el cariño se transformó en algo más,
pero ahora, cuando te miro,
ya no veo solo a una amiga,
veo a la persona con la que quiero caminar,
compartir los días y las noches,
los momentos pequeños que le dan significado a la vida...
Cada palabra resonaba en el silencio entre ellos, y Utahime sintió cómo algo dentro de ella se movía. Era una confesión, pero también era una promesa de lo que podría ser.
