Utahime Iori no conocía al príncipe Satoru Gojo, heredero al trono en Japón. Ella había vivido toda su vida en Reino Unido. A pesar de tener ascendencia japonesa por parte de su padre, no conocía nada del país, excepto lo poco que él le había contad...
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Satoru sonríe a las modelos que se encuentran sentadas a su lado, esta en el club "Murasaki" un lugar muy exclusivo y popular para la élite juvenil de Tokio. Ya ha perdido la cuenta de las botellas que ha bebido; de todos modos, tiene el suficiente dinero para comprar más, incluso tenía el dinero suficiente para comprar el lugar entero si quisiera.
Se levanta para ir a la pista de baile con ambas modelos. No sabe sus nombres, no le interesa saberlo; lo único que quiere es divertirse un poco. Cuando llegaron al centro de la pista, sabe que está dando un espectáculo para las demás personas, pero con el alcohol dentro de su sistema, eso facilita su desinterés en mantener una imagen ejemplar por ser el príncipe de Japón, el gran heredero del clan Gojo. Por esta noche, por ese momento solo quiere ser Satoru, un joven adulto que deseaba divertirse.
Ríe con sorna al observar que le están tomando fotografías y videos. Eso lo anima a besar a ambas modelos al mismo tiempo, ya que siempre hace y obtiene lo que desea.
Satoru despertó bruscamente por los golpes insistentes en la puerta de su habitación, aun así, no se dignó a abrir o contestar el llamado.
Sin embargo, la puerta se abrió y entro un hombre alto y corpulento. Llevaba un traje oscuro, perfectamente ajustado a su musculosa figura, y su cabello, peinado con precisión. Abre las cortinas de la habitación y se acerca para despertar al príncipe.
—Su alteza, por favor levántese—anunció mientras comienza a sacar del armario la vestimenta adecuada.
Satoru gruñó y se cubrió la cara con las mantas, su cabeza dolía, como recordatorio de los excesos de la noche anterior.
—Los reyes han solicitado su presencia en el despacho real—agregó mientras se acercaba a la puerta para salir.
—Son mis padres, pueden esperar, Yaga—exclamó bajo las mantas y con voz ronca.
—Le sugiero que se apresure, no están tan felices por su comportamiento de anoche—dijo finalmente, su tono cargado de una advertencia implícita.
Satoru suspiró intensamente, no quiere otro sermón por parte de sus padres.
Especialmente cuando se trataba de las indiscreciones de su único hijo. Con un suspiro de resignación, apartó las mantas y se levantó lentamente, sabiendo que la confrontación que tanto quería evitar era inevitable.