Capítulo IX: Amanecer.

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Me quedé inmóvil al levantar la mirada y encontrarme con semejante hombre.

Que guapo, fue lo primero que pensé al verlo.

Laura: ¿Laura? —pregunté y luego reí—. ¿Tú eres? —balbuceé, tocando su pecho con mi dedo—.

X: Estás borracha —dice, para luego soltar un suspiro—.

Laura: No, que va —reí, tomando la botella de la cerveza y acercándola a mi boca—. Estoy en perfectas condiciones hombre guapo y desconocido —sonreí ampliamente, y acerqué más la botella a mi boca con la intención de beber su contenido, pero antes de lograr hacerlo, el chico me la arrebató de las manos—. ¡Ey! —me quejé, he hice un puchero—.

X: No, fue suficiente —determinó con seriedad, mientras ponía la botella encima de la barra, pero muy alejada de mi—.

Laura: ¿Qué crees, que porque eres guapo puedes mandarme? —me crucé de brazos, y alcé una ceja—. Tu belleza no te da derecho de tratarme mal —de un momento a otro, me puse sentimental—.

El chico soltó una risita y desvió la mirada al suelo, para luego de unos segundos volverla a mi, y hablar:

X: Nadie te está tratando mal, al contrario, te estoy cuidando —habló suavemente, haciendo que mis ojos se cristalizaran—.

Laura: Eres un buen chaval —sollocé, y me senté otra vez—.

Él sonrió, y luego se quedó parado allí viéndome,  con las manos metidas en sus bolsillos delanteros.

X: ¿Andas sola? —preguntó, haciendo que girara mi cabeza a su dirección—.

Laura: Ando con un chico, pero no sé en dónde está —respondí, con los ojos cerrados—. Tal vez se fue a casa y se olvidó de mi —me reí, como si lo que acababa de decir era lo más gracioso del mundo—.

X: Vamos, te llevaré a casa, ya fue mucha fiesta por hoy —dice, y me tomó del brazo, pero rápidamente me solté de su agarre—.

Laura: No —me negué—. No tengo ni puñetera idea de quién eres —digo, con un poco de miedo—. Podrías ser un secuestrador y violador de chicas borrachas —reí leve—. No soy virgen, pero tampoco quiero ser violada ¿entiendes? —por primera vez, lo miré fijamente a los ojos, acto que provocó muchas más náuseas—.

X: Sé que no eres virgen —murmuró, con una muy pequeña sonrisa—. Pero te prometo que no te pasará nada. El que estés aquí si es peligroso —tomó delicadamente mi mano—. Vamos a casa —dice suavemente, haciendo que fácilmente accediera a su petición—.

Laura: Confiaré en tí solo porque eres demasiado guapo —balbuceé, mientras pasaba una de mis manos por detrás de su cintura y comenzaba a caminar con él—.

• Al día siguiente •

Amanecí con el peor dolor de cabeza que pude haber experimentado en mi vida. En la habitación había demasiada luz, cosa que aumentaba mucho más mi malestar.

Luego de unos segundos de adaptación a la luz, me senté a en la cama y miré a mi alrededor.

Esta habitación, no era mi habitación.

Al darme cuenta de que estaba en un lugar desconocido, inmediatamente miré debajo de la sábanas para asegurarme de que no había pasado la noche con alguien estando ebria, pero al verme en solamente bragas, hizo que mi corazón se acelerara.

¿En dónde estaba? ¿Con quién había pasado la noche? ¿Cómo había llegado aquí?

Eran algunas de las múltiples preguntas que inundaban mi mente.

Orgullo [João Félix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora