Capítulo II: Cinco años.

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📍 Barcelona, España (2024)


Solté un suspiro al volver a pisar el piso del aeropuerto, luego de estar dos meses fuera de Cataluña. Volver era un alivio, pero al mismo tiempo era regresar a la realidad, algo que en el fondo no era de mi agrado.

Retiré mis maletas y rápidamente pedí un taxi para volver a mi piso lo antes posible para poder descansar luego del viaje. No fue largo, pero viajar siempre era algo que agotaba mis energías. Mientras el coche se ponía en movimiento, me dediqué a mirar por la ventana, y dejé que los pensamientos sobre mi vida inundaran mi mente en cuestiones de segundos.

Pensé que la vida había terminado luego de aquella noche en la cual el chico que más quería me dejó sin explicación alguna, pero lo que no sabía es que lo peor estaba por venir.

Mis padres se divorciaron, mi madre y yo nos mudamos a Viseu luego de eso ya que mi padre se casó con una chica 15 años menor que él y decidió poner nuestra casa a su nombre, así que gracias a esa idiotez quedamos en la calle mi madre y yo. Gracias a Dios, mis abuelos siempre estuvieron al pendiente de nosotras y no dudaron ni un segundo para hacer lugar en su casa y recibirnos con los brazos abiertos.

Los años pasaron con rapidez, crecí y en un impulso de buscar un mejor futuro, tomé la desesperada decisión de venirme a España a trabajar. A pesar de llevar más de año y medio en Barcelona, aún no terminaba de adaptarme a la vida que debía llevar en la cuidad.

X: Señorita ¿Éste es su edificio? —su voz me sacó de mis pensamientos—.

Laura: Si, gracias —afirmé con rapidez, y luego de pagarle y bajar mis maletas ingresé al edificio en dirección a mi piso—.

Al descender del ascensor, abrí la puerta de mi piso y dejé las maletas en la sala, para luego dirigirme a mi habitación y dejarme caer sobre la cama. Quise dormir, pero el dolor de cabeza no me lo permitió, por lo que me levanté de la cama soltando un bufido y me dirigí a la cocina a tomarme una pastilla.

Mientras me servía un vaso de agua, mi móvil sonó, por lo que rápidamente me dirigí al sofá y abrí mi bolso para sacarlo y ver de quién se trataba.

Al ver de quién se trataba, contesté sin problema.

📳 Laura: Hola Rach —digo, mientras me sentaba en el sofá—.

📳 Raquel: ¡Hola! ¿Ya estás en casa?

📳 Laura: Si, llegué hace poco.

📳 Raquel: Vale, genial. Oye, el jefe me preguntó que si puedes cubrir el turno de Margareth mañana, que la pobre se ha enfermado.

📳 Laura: ¿Mañana? —pregunté desganada. Raquel asintió—. No lo sé Raquel, tengo cosas que hacer —mentí—

En realidad no tengo nada que hacer, pero es mi día libre, así que es injusto que no lo respeten.

📳 Raquel: Anda Lau —suplicó—. La otra opción es Sabrina y sabes que con ella no hay buen rollo.

📳 Laura: Vale —asentí por obligación—. Nos vemos, adiós.

📳 Raquel: Gracias, eres la mejor —chilló—.

📳 Laura: Si, como digas. Adiós.

📳 Raquel: ¡Adiós!

Corté la llamada y solté un suspiro de cansancio, mientras cerraba los ojos. Solo pocas personas sabían la existencia de mi segundo trabajo en Cataluña. En realidad solo sabían Raquel, que era mi mejor amiga y la persona que me lo había conseguido y obviamente las demás chicas que trabajaban en el lugar. Mi puesto era uno de los más "decentes" en aquel burdel de hombre ricos, ya que solo me dedicaba a servirles bebidas y desenvolverme en el lugar única y exclusivamente como mesera.

Orgullo [João Félix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora