Capítulo XXV: Sucia.

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♡ Mini- Maratón 1/2 ♡

Contenido sensible ⚠️

Cada embestida suya, era lo equivalente a una lágrima mía. No quería esto. Más allá de disfrutarlo, lo estaba odiando.

Siguió con sus embestidas un poco fuertes, mientras besaba mi cuello y clavícula, y sus manos acariciaban mis muslos. El italiano no era un hombre despreciable, al contrario, era un chico con el que cualquier chica le gustaría estar. Alto, guapo, musculoso, y con un alto coeficiente intelectual para conquistar a cualquiera. Lamentablemente, era un cerdo. O por lo menos, conmigo lo estaba siendo.

Sus embestidas aumentaron el ritmo cuando su miembro comenzó a palpitar dentro de mí, indicándome su pronto orgasmo. Cerré los ojos y apreté los labios con fuerza, negándome a gemir. Desde que esto había comenzado, me estaba esforzando por ni siquiera suspirar.

Sentí una corriente eléctrica recorrer mi espina dorsal, cuando mi cuerpo llegó al punto máximo de placer carnal. Maravillosamente, había conseguido que ambos tuviésemos nuestros orgasmos al mismo tiempo.

Se dejó caer sobre mi pecho exhausto, tratando de recobrar el aliento. Yo me limpié las lágrimas que tenía en las mejillas con mis manos, y me quedé allí, con un sentimiento de asco indescriptible.

Lo miré recostado sobre mi pecho, y las ganas de llorar volvieron. Jamás pensé que llegaría a vivir algo como esto. Jamás pensé que un hombre se atreviera a utilizar mi cuerpo para su placer sexual, cuando sabía que yo, en realidad, no quería esto.

Laura: Levántate, por favor —pedí. No soportaba tenerlo encima de mí un segundo más—.

Alessandro: ¿Estabas llorando? —preguntó con una mirada de lástima, luego de separarse de mi pecho—.

Que cínico es, Dios mío.

No me molesté en responder a su pregunta de mierda. Me levanté del sofá, y comencé a vestirme, con todo el cuerpo tembloroso.

Laura: ¡No me toques! —espeté, y quité su mano de mi hombro, mientras trataba de seguir ocultando mis inmensas ganas de llorar—.

Alessandro: Laura —susurró—. P-perdón, perdóname por favor —sus ojos expresaban arrepentimiento. Un arrepentimiento que no lograba ablandarme—. Te lo ruego, perdóname. Me dejé llevar por el deseo, y y--... —lo interrumpí—.

Laura: Cállate y levántate —ordené en un murmullo, al ver que se había arrodillado delante de mí, con sus manos juntas, como pidiendo perdón—. Ya obtuviste lo que querías —sonreí de lado, mientras lágrimas comenzaban a caer de mis ojos otra vez—. Espero no recibir ni un solo puto mensaje de tí. Ni se te ocurra buscarme —espeté entre dientes, y luego de tomar todas mis cosas, salí de aquel lugar—.

Podía escuchar sus múltiples llamados, rogándome perdón y diciendo otras cosas que no lograba entender. Lo ignoré completamente, mientras seguía caminando al ascensor, con los nervios a flor de piel.

No sé cómo logré llegar al auto sin llorar en todo el camino a éste, pero apenas e ingresé al coche, me desplomé.

Raquel: Laura ¿Qué pasó? —preguntó, sumamente preocupada y nerviosa, al verme llorar desconsoladamente—.

No pude responder. El llanto era tanto, que no me permitía hablar. Me cubrí el rostro con mis manos, y seguí llorando, mientras sentía cómo Raquel se había acercado a mí para abrazarme.

Raquel: Santo cielo ¿Qué te hizo ese pedazo de mierda Laura? —preguntó, con la voz entrecortada, mientras acariciaba mi espalda—.

Laura: Estuve con él —alcancé a decir—.

Orgullo [João Félix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora