Capítulo XII: Primer mes.

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| Días después |


Laura: Ya te dije que no —digo sonriente, tomándolo de las mejillas—.

Alessandro: Raquel no se molestaría de que canceles vuestro plan, para que te vengas conmigo un rato —me tomó de la cintura, apegándome a él, acercando su rostro al mío—.

Laura: No —susurré, para luego darle un pequeño beso en los labios—. Nos veremos luego —me alejé levemente de él—. Disfruta el resto de tu día libre, amore —sonreí. Él me dió un gran beso y luego de susurrar un "adiós", subió al taxi—.

Esperé a que el coche iniciara su viaje, para luego regresar a mi piso, para arreglarme, ya que iría a cenar con Raquel.

Habían pasado alrededor de 8 días desde que le había dado la oportunidad al italiano de demostrarme que había cambiado, y sinceramente, cada día me sorprendía un poco más.  Sé había vuelto súper atento conmigo, no dejaba de darme detalles constantemente y su manera de ser con las demás chicas había cambiado notablemente. Pasó de comérselas con la mirada, a llamarles "señoritas" a todas.

Sinceramente, me sentía muy bien con la oportunidad que le estaba dando, ya que luego de tanto tiempo, sentía que por fin estaba volviendo a confiar en la posibilidad de que un chico me eligiera, sin importar lo demás.

Alessandro no tenía dinero, no era famoso ni mucho menos era respetado por todos, pero cuando se trata de preferencias femeninas, el dinero pasa a otro plano cuando ese chico te demuestra que puede darte algo mucho mejor que unos miles de euros.

Abrí la puerta de mi piso, e ingresé a este dirigiéndome directamente al baño, para bañarme. Me quité la ropa, y en cuestiones de segundos, ya el agua corría por todo mi cuerpo. Bañarme me producía paz, pero al mismo tiempo era el momento donde una infinidad de pensamientos inundaban mi mente.

"Cuídate... Cuídate mucho Laura".

Laura: Como si de verdad le importara —espeté con molestia al recordar sus palabras, pero sin previo aviso mis ojos se cristalizaron—.

Era una idiotez el poder que ese chico seguía teniendo sobre mi.

Cerré la regadera al terminar de ducharme, para luego salir del baño y buscar el ouffit que había preparado con anticipación.

Me miré en el espejo y sonreí

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Me miré en el espejo y sonreí. Mi ouffit me había quedado exactamente como me lo había imaginado.

Me maquillé un poco, arreglé mi cabello y luego de tomar todas mis cosas, salí de mi casa en dirección al restaurante donde había quedado en vernos con mi amiga.

• Minutos después •

Raquel: Madre mía ¿Viniste a cenar o a un desfile de moda? —pronunció mirándome detalladamente, mientras yo seguía acercándome a ella—.

Orgullo [João Félix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora