Capítulo XX: "Mierda".

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。 João:

Cada palabra que salía de su boca, tenía el poder de haceme sentir culpable, y hasta un poco ofendido.

Aunque ella tenía un poco de razón, mi orgullo no me permitía dársela. Ella hablaba y hablaba sin parar, diciendo más cosas en las que insinuaba que yo era un hijo de puta. Estaba molesto, muy molesto. Tensé la mandíbula y apreté los puños como resultado, pero me era casi imposible defenderme con palabras. Mi mente se había quedado en blanco.

Al ella levantarse del sofá con la intención de irse, me dió una sonrisa de victoria que solo hizo que mi enojo aumentara.

Ella me conocía, y sabía que no era de los que se quedaban callados, pero esta vez, mi mente y mi boca no llegaban a un acuerdo.

En un impulso, reaccioné. Pronuncié su nombre y ella giró a verme, ese simple movimiento fue lo que necesitaba para levantarme del sofá, acercarme a ella, y tomarla por la cintura, pegándola contra la pared, no dejándole ninguna escapatoria de mi.

Me pegué a ella, y le susurré al oído, y tras ese acto conseguí lo que quería: ponerla nerviosa. Podía sentir su pulso alterado y su respiración agitada mezclándose con la mía en el aire. Me alejé de su oreja y la miré a los ojos, pero ella no tuvo la valentía de mantenerme la mirada ni por diez segundos.

João: ¿Tenías curiosidad, no? -pregunté, mientras buscaba sus ojos-. Ahora sabes que a todas las que me follé, lo hice imaginándome tu cara -declaré descaradamente, y sentí cómo su cuerpo se tensó más-

Laura: Aléjate -pidió, tratando de sonar firme, pero su vulnerabilidad ante mi presencia tan cercana, era evidente-.

João: ¿Estás satisfecha con la respuesta? -pregunté con sarcasmo, y ella alzó la mirada, conectando sus ojos con los míos-.

Sentí un escalofrío en mi espina dorsal al tener sus ojos clavados en los míos. Gracias a la cercanía, nuestros labios rozaban con el mínimo movimiento que hiciémos, y eso solo me volvía más loco.

Porque desde la primera vez que la ví en aquel burdel, las ganas de besarla y tenerla conmigo habían llegado, para nunca más irse. La noche que dormí con ella, se repetía constantemente en mi cabeza.
Esa noche sufrí como nunca. Me era casi imposible tenerla desnuda a mi lado y no poder tocarle ni un pelo. Ella se movía e inconscientemente se acercaba más a mi, haciendo que el calor de su cuerpo llegara al mío.

El deseo de tocarla, de besarla, de acariciarla, de volver a tenerla entre mis brazos, eran tan fuerte que tuve que recurrir a la vieja amiga al tener una erección. Me daba vergüenza conmigo mismo tener que recurrir a eso, pero si no lo hacía entonces no iba a poder dormir esa noche.

João: Me imaginaba que eras tú Laura -volví a susurrar, mirándola a los ojos, mientras sonreía-

Laura: Pero ninguna era yo -susurró con ego, mientras sonreía cínicamente-

La chulería que Laura solía tener, era una de las cosas que más amaba, y al mismo tiempo odiaba de ella.

Me resultaba demasiado difícil contenerme de estampar mis labios contra los suyos al tenerla tan cerca. Mi cuerpo estaba produciendo mucho calor y la sangre se acumuló en mi zona íntima al sentir su aliento caliente en mi oreja.

Laura: Ni follándote a la mejor de todas, lograrías sentirte como yo te hice sentir -susurró con suavidad en mi oido, luego de haber puesto sus brazos sobre mi cuello-. Ninguna es como yo, João Félix -fue tanta la sensualidad con la que dijo mi nombre, que me fue inevitable no soltar un pequeño jadeo-.

Ella se alejó de mi oreja, y me miró con una sonrisa, para luego darme un beso en la comisura de mis labios, y aflojar mi agarre en su cintura.

Cerré los ojos al sentir sus labios prácticamente encima de los míos, y tras su tacto, aflojé mi agarre, haciendo que ella lograra quitar mis manos de su cuerpo.

Orgullo [João Félix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora