Capítulo XXIII: Lluvia.

138 7 8
                                    

No sabía exactamente cómo reaccionar. Me sentía acorralada, y sin escapatoria. Suspiré, y le dediqué una diminuta sonrisa, para que se relajara un poco.

Verónica: Claro -murmuré, y me alejé de la cocina, para proceder a posicionar mis manos sobre la isla-. Te escucho -parpadeé con suavidad, mientras lo miraba a los ojos-.

João: No puedes seguir ignorándome así Laura -dijo con un semblante serio, mientras negaba sutilmente con la cabeza-.

Laura: Porque estoy en tu casa ¿Cierto? -lo miré con las cejas alzadas, y él sonrió sarcásticamente mientras soltaba un pequeño bufido-. ¿De qué te ríes? Es la verdad -alcé ligeramente los hombros-.

João: Sabes que el hecho que estés en mi casa no tiene nada que ver -suspiró, y se acercó más a mí, luego de rodear la isla-. No podemos besarnos y luego... Y luego hacer que nunca pasó -murmuró, mientras se acercaba más a mí-.

Laura: Lo hago por tí, créeme -dije en voz baja, mientras me esforzaba por mantenerle la mirada. Si bien era cierto que lo estaba haciendo tanto por mí, como por Alessandro (para que él no siguiera creyendo en una mentira), también lo hacía por el portugués. Aunque tal vez se merecía un poco de sufrimiento, no podía hacerle el mal de ser mi amante-. No quiero que confundas las cosas João -murmuré-.

João: ¿Confundir las cosas? -frunció el entrecejo-. ¿Qué puedo confundir Laura? Todo me quedó bastante claro luego que me besaste. Todavía me sigues amando -dijo con un poco de alteración, y se alejó unos cuantos pasos de mí, permitiéndome respirar con más tranquilidad-.

Laura: Aún no he olvidado lo que me hiciste João. No puedo olvidar de la noche a la mañana, las muchas veces que me sentí insuficiente. Las muchas veces que lloraba, preguntádome: "¿Se habrá ido porque no era feliz? ¿No fuí lo suficientemente buena para él? ¿Tendrá a alguien más en España?" Todo eso me preguntaba João -espeté entre dientes a causa del enojo, y con la voz un poco quebrada al recordar todo otra vez-.

Su rostro se transformó tras escuchar mis palabras, y sus ojos se agrandaron un poco. Seguro había sido incómodo para él escuchar eso, pero necesitaba decírselo.

João: Laura yo... -desvió la mirada y pasó una mano por su nuca, mientras se alejaba más de mí-. Quiero que sepas que la razón por la que me fuí de Portugal, no fue una chica -ni siquiera tuvo el valor de mirarme a los ojos-. Yo solo -suspiró-. Ví la oportunidad de crecer y no la desaproveché, y... De verdad, lo siento... Jamás creí que ibas a pensar todo eso -murmuró, mientras negaba con la cabeza-.

Laura: ¿De verdad nunca pensaste que la iba a pasar mal João? -pregunté con incredulidad, sonriendo sarcásticamente. Me resultaban increíbles sus palabras-.

João: No me refería a eso Laura -negó rápidamente-. Solo que... Intenté buscarte, pero tú desapareciste -se excusó, y yo sonreí-.

Laura: No fue que desaparecí, simplemente que mi vida se volvió tan mierda que no pude seguir lamentándome porque me dejaste -apreté la mandíbula, esforzándome por no llorar-.

João: Laura -susurró, y se acercó nuevamente a mí a pasos lentos-. No sé qué fue lo que pasaste, pero igualmente lo siento -dijo con suavidad, mientras ponía una de sus manos sobre la mía, reposando ambas encima de la isla-. Quise llevarte conmigo, pero tú no quis--... -lo interrumpí-.

Laura: No podía dejar a mi familia, y mis estudios por un hombre -dije con frialdad, e inmediatamente su rostro retomó seriedad-. No podía dejarlo todo, he irme detrás de tí. Solo tenía 18 años João -sonreí levemente, con el entrecejo fruncido-. Era demasiado jóven para saber qué elegir.

El castaño se quedó en absoluto silencio luego de escucharme hablar, y solo se dedicó a mirarme fijamente. Sentía cómo su mirada trataba de buscar alguna explicación más en mis ojos. Estaba confundido, y tal vez hasta dolido. Sabía que había herido su ego con mis palabras, pero me era necesario decírselas.

Orgullo [João Félix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora