CAPITULO 6

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Preparo las maletas para viajar a Málaga. A papá no le gustó mucho la idea, pero le aseguré que volvería con el contrato firmado. Cayetano quiso unirse en el último momento, al enterarse, pero mi negativa era absoluta y no podría convencerme.

En principio voy un fin de semana, pero a veces las cosas se alargan, así que llevo dos maletas. Salir de Bilbao y alejarme de todos me vendrá bien para centrarme en lo importante, aunque echaré de menos la compañía de mi gatita, que tuve que dejar en casa de papá.

Sé que ahí está cuidada y por eso no me preocupo. Papá puede ser muy frío, pero sorprendentemente tolera la compañía de mi gata, más que la mía en ocasiones.

Salgo de casa y cierro con llave. Espero no coincidir con el capullo de mi vecino, sería el colmo, pero el camino al parking lo hago sin incidentes.

Meto las maletas en el coche y conduzco en dirección al aeropuerto. Escucho música y despejo la mente, que la tengo muy saturada de muchas cosas.

Al llegar, lo dejo en el parking y arrastro las maletas. Como soy de primera clase, apenas hago cola y facturo las maletas, quedándome libre de equipaje. Presiento que será un buen viaje. Compro una revista de moda y subo a la sala VIP mientras espero mi vuelo.

—¡Vaya, vaya! —tiemblo al escuchar esa voz a mi espalda—. Tenemos a la señorita De la Vega.

—¿Qué haces aquí? —le aniquilo con la mirada al darme la vuelta.

—¿Tú qué crees, némesis?

—No me vaciles.

—Málaga.

Mierda, mil veces mierda.

—No, me niego a que vengas —le señalo con el dedo—. Vete.

—No.

—Gael, no puedes ir —no me puede fastidiar el plan.

—No.

—Imbécil.

Camino hacia una mesa libre y tomo asiento mientras mi mente va a mil. Está aquí, vendrá a la conferencia, intentará robarme el proyecto.

—Cómo le odio.

Abro la revista, pero mis ojos le buscan inconscientemente hasta que lo veo abrirse una cerveza y sentarse en la otra esquina. Para no variar, es el centro de muchas miradas. Y pensar que yo soy parte de ellas...

Aparto los ojos de él y pienso que el peor error que cometí fue fijarme en él en ese bar perdido, porque si hubiera sospechado todo lo que provocaría esa decisión, ni loca le hubiera hecho caso.

—Joder... maldito Gael.

Tengo muchos problemas, y lidiar con él no era uno de ellos. Cojo el móvil y aún me queda poco más de media hora para que embarquemos.

Para olvidarme de él, comienzo a leer la revista y por unos minutos solo soy yo y la moda, pero todo se acaba cuando veo a un hombre parado junto a mi mesa.

—Némesis, es la hora —da un golpe en la mesa—. ¿O es que quieres perder el avión?

—¿Te conozco? —fingir que no sé quién es parece la mejor solución.

Me ignora y camina hacia la salida. Me pongo en pie, cojo el bolso y camino detrás de él. No quiero que piense que le sigo, pero por desgracia vamos en la misma dirección.

Miro sus andares seguros, esa espalda ancha, perfecta, y ese porte de "soy el mejor" que tanto odio. ¿En serio he permitido que él me toque?

Por desgracia, sí. Joder, pero si lo analizamos bien... esos pantalones chinos le quedan tan bien, le hacen un trasero increíble que provocan miradas. ¿Y qué decimos del polo verde que resaltan sus ojos?

Todos los te quiero que odié decir. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora