Cojo aire y estoy en la gloria. Estoy muy descansada, no sé qué hora será, pero es domingo. No tengo que levantarme temprano, así que ni abro los ojos porque estoy tan a gusto en mi cama.
Ayer salí y...
Espera, espera.
¿En mi cama?
Lo último que recuerdo era que estaba en casa de Gael, que estuvimos juntos, pero no recuerdo haberme ido a la mía.
Abro un ojo y, efectivamente, estoy en su casa, en la casa de mi enemigo. Él está a mi lado, porque su mano está sobre mi cintura, su pecho contra mi espalda y su respiración acaricia mi nuca.
Joder.
La lié de nuevo. ¿Cómo caí otra vez en este error? Joder.
Vale, medidas drásticas para situaciones drásticas.
Necesito que su mano deje de invadir mi cuerpo para salir de su cama y de su casa sin que se despierte. Es escapar, lo sé, pero es más fácil que enfrentarme a él.
Necesito distancia, tengo que pensar.
Coloco mi mano sobre la suya y, muy lentamente, la levanto. Esto tiene que ser un éxito. Me muevo para salir de su "cárcel" y suelto la mano sobre el colchón.
Soy la mejor del mundo.
Me siento en la cama y busco mi ropa. No puedo salir desnuda, aunque por el balcón no me importaría si es más rápido que quedarme aquí. Cojo su camisa, que está a mis pies, y me la pongo rápido.
¡Joder, qué bien huele!
Me giro y lo veo plácidamente durmiendo. Quien no lo conozca pensaría que es un angelito, pero es todo lo contrario, es la personificación del demonio, nunca mejor dicho.
De repente, el teléfono suena sobre la mesita de noche y lo cojo rápido para no despertarlo.
¿Quién me llama a esta hora?
—¿Sí? —susurro y me meto en el baño sin perder ni un segundo.
—¿Quién eres? —escucho una voz de mujer.
—¿Y tú? —pregunto, porque si me llama, tengo que responderle.
—No la estoy llamando a usted —asegura, encima con formalidad.
—¿No? —me río—Entonces se ha equivocado.
—Es el teléfono de mi hijo.
—Se ha equivocado al marcar, le asegu... —separo el móvil de mi oreja y descubro que no es el mío—Mierda —susurro.
—¿Dónde está mi hijo?
—Eeeeh... —me giro y casi grito al verlo apoyado en la puerta, con solo unos slips y el pelo revuelto. Joder, qué bueno está recién levantado—Aquí —le paso el teléfono—Tu madre.
—¿Qué? —lo coge— ¿Qué haces tú hablando con mi madre?
—Eeeh...
—Mama... —la saluda—. No, és clar que no, com se t'acut? —¿Qué le estará diciendo?—Que no t'estic mentint... No, no ho és —Intento salir de aquí, pero su cuerpo ocupa toda la puerta y no puedo salir. Me cruzo de brazos para que intuya que me quiero ir—Doncs no sé per què et va agafar, segur que es va equivocar... No te la deixaré perquè no ho és.
Me mira con esa cara de "ahora me vas a explicar que hacías con mi móvil".
—Mama, no em facis parlar d'això amb tu, què vols?... Quan? —se cabrea—Per a què? —no le gusta lo que le dice—D'acord, després parlem.
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Todos los te quiero que odié decir.
Roman d'amourÚrsula De la Vega es una mujer fuerte, audaz y competitiva, acostumbrada a enfrentar el mundo con una seguridad inquebrantable. Pero el peso de sus decisiones la persiguen, llevándola a un punto donde el miedo a fracasar no es una opción. Todo camb...