Con el paso de los años, Ellen, ahora con 14 años, se había convertido en una chica rebelde y solitaria. Su carácter había cambiado drásticamente desde que Jesús se había ido. Ya no era la misma niña inocente y curiosa de antes. Ahora, se mostraba fría, distante y, a menudo, se metía en problemas en la escuela. Sus calificaciones habían bajado considerablemente, y los profesores ya no sabían cómo manejar su actitud desafiante.
Ellen pasaba la mayor parte del tiempo con una paleta en la boca, casi como si fuera una costumbre. Necesitaba el azúcar para mantener su energía, pero también se había convertido en una especie de defensa. Las veces que alguien intentaba acercarse a ella, lo hacía con desdén, mostrando su lado más "tsundere", ocultando sus verdaderos sentimientos tras una fachada de indiferencia.
Un día, mientras caminaba por los pasillos de la escuela, escuchó a unos compañeros burlarse de ella a sus espaldas.
—"Mira a la monstruo tiburón… siempre sola, comiendo esas paletas como si fuera a asustar a alguien" —se mofaba uno de ellos.
Ellen, sin siquiera voltear, soltó un suspiro de frustración y apretó más fuerte la paleta en su boca.
—"Si tienen algo que decir, díganmelo de frente" —respondió con frialdad, sin detenerse.
Los otros chicos se quedaron callados, pero la tensión en el aire se sentía. Ellen seguía caminando, sin dejar que esos comentarios la afectaran, al menos no en apariencia. En su interior, recordaba los días en que Jesús estaba ahí para defenderla. Pero esos tiempos ya habían pasado. Ahora, Ellen se encargaba de protegerse sola, y lo hacía a su manera.
Cuando llegó a casa, su padre, Kanjuro, la observó con preocupación. Sabía que algo no iba bien con su hija desde que Jesús se había ido. Aunque Ellen trataba de ocultar sus emociones, Kanjuro veía a través de su fachada.
—"Ellen… ¿cómo te fue en la escuela hoy?" —preguntó, aunque ya sabía la respuesta.
—"Lo de siempre, viejo" —respondió Ellen, quitándose la mochila y tirándola al suelo—. Nada interesante.
Kanjuro suspiró. Sabía que, detrás de esa actitud rebelde, Ellen seguía siendo la misma niña herida que había perdido a su mejor amigo. Pero también sabía que no podía obligarla a hablar de lo que sentía.
—"¿Qué te parece si cenamos juntos más tarde?" —sugirió Kanjuro, tratando de suavizar el ambiente—. Tengo tu comida favorita.
Ellen, con la paleta aún en la boca, simplemente asintió y subió a su cuarto, sin decir una palabra más.
A solas, Ellen se sentó en su cama, mirando el techo. Aunque nunca lo admitía, en el fondo de su corazón, todavía pensaba en Jesús. Se preguntaba dónde estaría y si alguna vez lo volvería a ver. Pero esos pensamientos solo la hacían sentir más vulnerable, y ella había decidido que no volvería a depender de nadie.
Mientras tanto, en México, Jesús, ahora con 14 años, se había convertido en uno de los chicos más inteligentes de su secundaria, la UA GRO. Sus profesores lo admiraban por su dedicación y habilidad, especialmente en la clase de química, que era su favorita. Pasaba horas en el laboratorio, experimentando y aprendiendo todo lo que podía. Sin embargo, esa dedicación le estaba pasando factura, y empezaba a notar leves ojeras bajo sus ojos debido al trabajo excesivo.
Curiosamente, su apariencia desaliñada, con el cabello siempre desordenado y las ojeras que se le iban marcando, lo hacían más atractivo a los ojos de varias chicas de la escuela. Las miradas furtivas y los murmullos en los pasillos no eran infrecuentes, pero a Jesús no le interesaba la atención. A pesar de estar lejos y de haber pasado años desde que se mudó, su corazón seguía pensando en Ellen, la chica tiburón que había sido su mejor amiga.
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ELLEN JOE AMOR IMPOSIBLE ¿O NO? (historia no fiel al juego(
Ficção AdolescenteATENCION aquí no tomo en cuenta los acontecimientos del juego así que no se molesten