Miku grandecita

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Pasaron cinco años desde aquel día en que Miku llegó a sus vidas, y la casa de Jesús y Ellen estaba ahora llena de risas y aventuras diarias. Miku había crecido mucho desde entonces, y al cumplir sus cinco años, era una niña vivaz, curiosa y llena de energía, siempre corriendo por la casa con su larga cola de tiburón agitándose tras ella. Kanjuro, ahora un orgulloso abuelo, no dejaba de comentar lo mucho que Miku se parecía a su madre, Ellen, cuando era pequeña.

— Kanjuro: "Es increíble lo mucho que se parece a ti, Ellen. Solo que su cabello es un poco más largo, y esa cola... ha crecido mucho más rápido que la tuya. Aunque, en su apetito, es igualita a Jesús. Come como si no hubiera mañana y ni una pizca de grasa en su cuerpo." —decía riendo mientras veía a Miku devorar una pila de arroz y pescado con entusiasmo.

Jesús, sentado al otro lado de la mesa, también sonreía con orgullo. Miku había heredado esa característica suya de comer sin engordar, lo que era una broma recurrente en la familia.

— Jesús: "Sí, tiene mi talento especial." —dijo con una sonrisa—. Aunque también ha sacado tu tenacidad, Ellen. Siempre está decidida a lograr lo que se propone."

Ellen miró a su hija con una sonrisa maternal. Miku estaba concentrada en su comida, pero se detuvo un momento, escuchando a sus padres.

— Miku: "¿Mamá? ¿Papá? ¿Por qué siempre hablan de mi cola?" —preguntó curiosa, moviendo su pequeña cola de tiburón mientras se giraba hacia ellos.

Ellen rió, acercándose a acariciar la cabeza de su hija.
— Ellen: "Porque es parte de lo que te hace especial, Miku. No todos tienen una cola como la tuya. Yo también tenía una cuando era pequeña, pero la tuya es aún más impresionante."

Miku sonrió con orgullo, abrazando su cola como si fuera un juguete favorito.
— Miku: "¡Quiero ser la más rápida nadadora del mundo con mi cola de tiburón!" —dijo con entusiasmo.

Jesús y Ellen intercambiaron miradas cálidas, sabiendo que su hija no solo tenía grandes sueños, sino también el coraje para hacerlos realidad. Kanjuro, que observaba todo con una sonrisa, recordó los tiempos en los que Ellen era igual de ambiciosa y curiosa.

— Kanjuro: "Tu madre también decía lo mismo cuando era de tu edad, Miku. Aunque a veces su cola la metía en problemas cuando se enredaba en las redes de pesca. Tienes suerte de tenerla a ella y a Jesús para enseñarte."

Miku se rió ante la idea de su madre enredada en una red de pesca.
— Miku: "¡Yo no me dejaré atrapar! Soy más rápida que cualquier red."

Jesús se inclinó hacia su hija, fingiendo una voz conspiratoria.
— Jesús: "Ya veremos, pequeña tiburón. Tal vez algún día tendrás que enfrentar a un kraken como tu mamá."

— Miku: "¡Yo lo derrotaré! Seré la mejor nadadora y luchadora."

Ellen sonrió, sintiendo orgullo y amor por su hija. La vida con Miku había sido todo lo que ella y Jesús habían esperado, y más. A pesar de las dificultades que enfrentaron en el pasado, ahora estaban construyendo una vida hermosa juntos. Miku no solo les recordaba lo que era crecer, sino que también les enseñaba la importancia de disfrutar cada momento.

Un día, mientras la familia caminaba por la playa cercana, Kanjuro los acompañaba, observando a Miku correr hacia el agua y jugar con las olas. Su cola se agitaba felizmente mientras nadaba, haciendo pequeñas carreras con los peces.

— Kanjuro: "Saben, es fascinante ver cómo ha crecido. Miku tiene lo mejor de ambos mundos. Tiene la fuerza y determinación de Ellen, pero también el espíritu libre y bondadoso de Jesús."

Jesús, caminando al lado de su suegro, asintió.
— Jesús: "Quiero asegurarme de que Miku crezca sabiendo que siempre estaremos ahí para ella. No quiero repetir los errores de mi propio padre. Quiero ser el tipo de padre que siempre quise tener."

ELLEN JOE AMOR IMPOSIBLE ¿O NO? (historia no fiel al juego(Donde viven las historias. Descúbrelo ahora