Jesús llegó corriendo hacia Francisco, apenas pudiendo contener la emoción en su rostro. Había estado buscando a su mejor amigo por toda la escuela, con el corazón acelerado por lo que acababa de suceder.
—"¡La vi, Francisco! ¡La vi!" —dijo Jesús, hablando tan rápido que Francisco apenas pudo entender lo que decía.
—"Calma, hermano. No te entiendo nada. ¿Qué pasa?" —respondió Francisco, con una sonrisa de curiosidad, sabiendo que algo importante debía haber ocurrido para que Jesús estuviera tan agitado.
Jesús respiró hondo, tratando de calmarse un poco. Después de un par de segundos, continuó, más despacio esta vez.
—"Vi a Ellen. La Ellen de la que te hablé tantas veces. Está aquí, en la escuela. No puedo creerlo, pero es ella, ¡es realmente ella!"
Francisco, aunque no la conocía personalmente, sabía lo mucho que Jesús había extrañado a esa chica. Le había hablado de ella muchas veces a lo largo de los años, contando historias de cuando eran niños en Japón, cómo habían sido amigos inseparables, y cómo su mudanza repentina había roto algo en su corazón.
—"¿En serio?" —dijo Francisco, sorprendido—. "¿Ellen está aquí? ¿Y qué vas a hacer? ¿Ya hablaste con ella?"
Jesús se rascó la cabeza, algo nervioso.
—"Bueno... la vi, pero no me reconoció. Se ha vuelto más fría, distante. Le hablé, pero pensó que solo era otro chico tratando de impresionarla o algo así. No me atreví a decirle quién soy. No sé qué hacer, Francisco. ¿Qué le digo? ¿Cómo me acerco a ella?"
Francisco lo miró con simpatía, entendiendo el dilema de su amigo. No era fácil reconectar con alguien después de tanto tiempo, especialmente cuando esa persona había cambiado tanto.
—"Mira, bro, entiendo que estés confundido. Pero creo que tienes que ser honesto con ella, tarde o temprano. Si no te reconoce, tal vez deberías empezar por recordarle lo que compartieron antes. Claro, con calma, sin forzar nada."
Antes de que Jesús pudiera responder, una voz familiar interrumpió la conversación. Detrás de ellos, Denise apareció, con una sonrisa demasiado dulce y curiosidad en sus ojos.
—"¿De quién están hablando?" —preguntó, inclinando un poco la cabeza mientras su mirada se fijaba en Jesús.
Jesús sintió un escalofrío recorrer su espalda. Denise había escuchado la conversación. Él sabía lo intensa que podía ser, y no quería que ella se enterara de Ellen. No después de todo lo que había pasado con Denise siguiéndolo por la escuela.
—"Eh... nada, solo hablábamos de una vieja amiga, nada importante," —respondió Jesús rápidamente, tratando de restarle importancia a la situación.
Denise, sin embargo, no pareció convencida. Sus ojos se entrecerraron ligeramente, su sonrisa persistente, pero había un brillo de sospecha en su mirada.
—"¿Una vieja amiga?" —repitió, arrastrando las palabras—. "¿Y por qué nunca me habías hablado de ella, Jesús?"
Francisco, que podía ver lo incómoda que se estaba poniendo la situación, intentó intervenir.
—"Oh, es que... no es gran cosa, Denise. Jesús solo la vio hoy después de mucho tiempo. No es nada importante, ¿verdad, Jesús?" —dijo, tratando de calmar las aguas.
Jesús asintió rápidamente, deseando que la conversación terminara lo antes posible.
—"Sí, exactamente. Solo una vieja amiga. No pasa nada."
Pero Denise no parecía dispuesta a dejar el tema. Había escuchado lo suficiente para saber que la chica de la que hablaban, Ellen, era alguien importante para Jesús. Y eso no le gustaba ni un poco.
Al día siguiente, durante el recreo, Jesús estaba nervioso pero decidido. Sabía que tenía que hablar con Ellen, que necesitaba hacer algo para enmendar lo que había sucedido entre ellos. Caminó por los pasillos de la escuela, buscando a Ellen hasta que la vio, sentada sola, como solía hacerlo antes. No lo pensó más y se acercó a ella por detrás, intentando sonar casual.
—"Te ves bien hoy," —le dijo con una sonrisa ligera.
Ellen, sin siquiera girarse completamente, le respondió de manera seca y cortante.
—"No necesito halagos de nadie," —dijo con el mismo tono distante y rudo que había adoptado desde que llegó.
Jesús tragó saliva, pero no se rindió. Sabía que debía decirle la verdad, aunque temía cómo podría reaccionar. Entonces, sin rodeos, le dijo con una voz suave pero llena de nostalgia:
—"Te he extrañado... Ellen,vieja amiga."
El mundo de Ellen pareció detenerse por un segundo. Se quedó congelada, incapaz de procesar lo que acababa de escuchar. Su corazón comenzó a latir más rápido mientras las palabras resonaban en su cabeza. "Vieja amiga". Solo una persona en su vida la llamaba así. Lentamente, Ellen se levantó de su asiento, giró para mirarlo y, de pronto, sus ojos se encontraron con los de Jesús.
Ellen lo reconoció de inmediato. Sus ojos, su rostro, aunque un poco cambiado, era el mismo Jesús que ella había amado y odiado por tanto tiempo. Pero en lugar de abrazarlo, de correr hacia él, algo dentro de ella se rompió de nuevo.
De un momento a otro, Ellen se lanzó sobre él, agarrándolo con fuerza de la camisa. Lágrimas comenzaron a caer por su rostro, pero no eran lágrimas de felicidad. Eran lágrimas de rabia, de dolor acumulado.
—"¿Por qué me abandonaste imbécil?" —gritó, su voz temblando mientras lo sacudía con fuerza, apretando su puño contra su pecho—. "¡Me dejaste sola! ¡Me abandonaste! ¡No me dijiste nada, solo te fuiste! ¿Sabes cuánto te odié por eso?"
Cada palabra, cada golpe que daba contra su pecho era un recordatorio de los años de sufrimiento que Ellen había pasado. Jesús estaba paralizado, sin saber qué hacer. No podía decir nada en ese momento porque sabía que ella tenía razón. Sabía que la había dejado atrás sin una explicación, sin una despedida.
—"Ellen..." —comenzó a decir, pero las palabras se atascaban en su garganta. No había excusa que pudiera justificar lo que había hecho.
—"¡Dime! ¡¿Por qué?!" —continuó Ellen, entre lágrimas y sollozos, su voz llena de desesperación—. "¿Acaso no éramos amigos? ¡Me prometiste que estarías conmigo siempre y que nos..casaríamos cuando seamos mayores!"
Jesús la miró, sintiendo el peso de su culpa, del dolor que le había causado. Sabía que Ellen tenía todo el derecho a estar molesta, a sentirse traicionada.
—"Lo siento," —murmuró Jesús finalmente, con los ojos llenos de arrepentimiento—. "No quería dejarte. Mis padres... nos mudamos de repente y yo... yo no tuve elección. No me dejaron ir a despedirme."
Ellen, aunque seguía llorando, aflojó un poco el agarre. Sus manos temblaban, y aunque Jesús intentó acercarse para calmarla, ella se alejó un poco.
—"No puedes simplemente aparecer de nuevo y esperar que todo esté bien," —dijo Ellen, entre sollozos—. "No sabes lo que me hiciste pasar hijo de...de."
Jesús asintió, bajando la cabeza.
—"Lo sé, y no espero que me perdones de inmediato. Solo quería que supieras que nunca dejé de pensar en ti. Te extrañé todo este tiempo, Ellen. Nunca te olvidé."
El silencio que siguió a sus palabras fue pesado, lleno de emociones no resueltas. Ellen seguía llorando, pero ya no golpeaba a Jesús. Las lágrimas fluían por su rostro mientras intentaba procesar lo que él había dicho.
Finalmente, soltó la camisa de Jesús y se quedó ahí, frente a él, con el corazón roto pero había enfrentado la verdad
Ellen aún molesta le hablo de manera más diferente—"Te estuve amando tanto tiempo, y tú me rompiste el corazón",
Al final Ellen se quedó llorando un rato sobre el pecho de Jesús para luego irse y dejar a Jesus ahí sabiendo que ese reencuentro no fue como se esperaba
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ELLEN JOE AMOR IMPOSIBLE ¿O NO? (historia no fiel al juego(
Fiksi RemajaATENCION aquí no tomo en cuenta los acontecimientos del juego así que no se molesten