Capítulo 13: Nochevieja

1 0 0
                                    

Narra Camila:

Habían pasado seis días desde aquella peculiar cena, encontrándonos ya en la fecha de 31 de diciembre, es decir, Nochevieja. Era bastante temprano por la mañana y, aprovechando el hecho de que no hiciera demasiado frío, había decidido salir a correr para tratar de mantener el equilibrio entre actos saludables y sablazos a la nevera o a la despensa, la cual se encontraba mayormente llena con deliciosos dulces. Como de costumbre, me coloqué mis auriculares y seleccioné una lista de música aleatoriamente a la vez que me ponía en marcha. Tras media hora, transcurrida con total normalidad, pude notar como el calor viajaba por cada tramo de mi cuerpo, haciendo desaparecer cualquier rastro de frío de este. Me encontraba totalmente absorta por la música por lo que, en un principio, no me di cuenta de que uno de mis cordones se había desatado, cosa que no percibí hasta sentir la firme dureza del suelo. Afortunadamente había podido frenar la caída apoyándome en mis manos.

—Mierda, ¿alguna vez aprenderé a atarme bien los cordones? —refunfuñé en voz baja mientras me sentaba para atarlos.

—¿Estás bien? —preguntó la divertida voz de una chica.

—Digamos que he tenido tiempos mejores. —respondí soltando una carcajada.

Al levantar mi cabeza pude percibir a una chica de cabello rubio que le llegaba por los hombros, ojos azules y tez blanca. Iba vestida con ropa deportiva, al igual que yo, y además sus mejillas estaban ligeramente coloradas por lo que probablemente había estado corriendo también.

—¿Te echo una mano? —preguntó tendiéndome su mano, la que no dude en aceptar.

—Gracias. —sonreí tras levantarme, apreciando que posiblemente medía alrededor de 1.64, ya que era ligeramente más alta que yo.

—Y dime, ¿sueles caerte mucho por este parque? —preguntó con una sonrisa burlona.

—La verdad es que no, antes solía caerme más por la zona del norte, pero acabé cansándome del mismo suelo. —contesté encogiéndome de hombros, haciéndola reír.

—Déjame ver eso. —dijo ella agarrando mis dos manos para observar mis palmas, que se encontraban algo manchadas. Después, agarró su botella de agua y vertió un poco de agua encima de ellas. —Ya estaría, dos rasguños de nada que pasan fácilmente desapercibidos. —sonrió.

—Muchas gracias por tu ayuda…—empecé a decir esperando a que me dijera su nombre.

—Miriam. —dijo con una amplia sonrisa.

—Gracias, yo soy Camila. —le dije.

—A sido un placer ayudarte guapísima. —dijo ella sin quitar su sonrisa. —Ya nos veremos por aquí. —dijo mientras me guiñaba un ojo, dejándome algo descolocada.

—Claro, nos vemos. —sonreí con nerviosismo mientras me daba la vuelta para seguir corriendo.

Aquella chica había despertado un cierto interés en mí que no lograba entender. Además, por alguna razón su nombre me había resultado bastante familiar, pero no podría guiarme por ese dato porque probablemente me he topado con millones de chicas llamadas Miriam a lo largo de mi corta vida. Seguidamente, traté de alejar aquellos pensamientos para seguir concentrándome en mi sesión de entrenamiento.

Tiempo después, me dirigí de nuevo a casa y tras ducharme recibí varios mensajes provenientes del grupo “surtidos de chicas”

                        「En el chat:」

Asia: ¿Estáis listas?

Taylor: ¿Para qué?

Asia: ¿Cómo que para qué brujita? Hoy es Nochevieja, siempre salimos para festejar el año nuevo.

Par de ojos azulones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora