Capítulo 6: Viejos amigos

1 0 0
                                    

Narra Alex:

El desayuno, esa comida catalogada como la más importante del día debido a que te da toda la energía que necesitas para atravesar las primeras ásperas horas del día. Precisamente, me encontraba en un poco querido lunes disfrutando de ello junto con mi padre y mi hermana. Ésta última estaba bastante entretenida hablando por teléfono con nuestra madre.

—Toma, mamá quiere hablar contigo. —dijo mientras me entregaba su móvil.

—Hola mamá. —dije nada más ponerme el móvil en la oreja.

—Hola cariño ¿Qué tal te encuentras? ¿Estás comiendo bien? —me dijo ella bombardeándome con sus preguntas.

—Mamá, hablamos todos los días, sabes de sobra cuáles son las respuestas. —dije soltando una breve carcajada. —Pero sí, estoy genial y estoy comiendo bien. —dije tratando de tranquilizarla.

—Bueno, nunca está de más preguntarlo. —contestó ella.

—¿Tu qué tal estás? ¿Todo bien en el trabajo? —pregunté.

—Sí, todo marcha bien, precisamente por eso quería hablar con vosotras. —empezó a decir. —Hoy tengo la tarde libre así que he pensado que podríamos ir las tres a comer a algún sitio. Vendré a recogeros yo así que no hace falta que vayas en moto hoy. —dijo ella haciendo que mi entusiasmo disminuyera. —¿Alex, sigues ahí? — preguntó al no oír ninguna respuesta por mi parte.

—Eh... Sí, sí, sigo aquí. No te preocupes, no creo que pase nada por ir un día andando. —dije yo finalmente.

—Perfecto, nos vemos esta tarde entonces. Te quiero. —dijo ella.

—Yo también te quiero. —contesté con una sonrisa antes de colgar el teléfono. Después, se lo devolví a Celeste.

—¿Qué te dijo? —me preguntó Celeste con curiosidad.

—Me dijo que no me llevase la moto porque vendrá a recogernos ella. —le expliqué mientras seguía desayunando.

—Lo siento hermanita. —me dijo haciendo una mueca.

—No te preocupes, tengo un plan secundario. —dije mientras le guiñaba un ojo.

—A veces no logro entender vuestras conversaciones. —nos dijo nuestro padre con desconcierto.

—No te preocupes papá, algún día le encontrarás sentido. —le dijo Celeste con una sonrisa.

Seguidamente, al terminar de desayunar me levanté de la mesa sujetando mi móvil, decidiendo finalmente llamar a Camila. Tras dos toques, contestó.

—Hola Alex, ¿pasó algo? —preguntó con un tono preocupado.

—No, no te preocupes, no pasó nada, sólo que hoy no podré ir a por ti. Mi madre quiere comer con mi hermana y conmigo esta tarde así que como vendrá a recogernos ella, me dejaré aquí la moto. — le expliqué.

—Oh vale, no pasa nada. —me dijo ella.

—Pero siento decirte que no te librarás de mí tan fácilmente. Al venir andando, pasarás al lado de mi edificio así que podemos venir juntas, si quieres. —Le ofrecí yo.

—Bueno, tampoco me apetece mucho ver tanto tu cara por la mañana, pero está bien. —contestó ella mientras dejaba escapar una carcajada.

—Puedo ponerme una bolsa en la cabeza si tanto te molesta verme. —dije yo con una sonrisa que obviamente ella no podía ver a través del teléfono.

Par de ojos azulones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora