Capítulo 5: ¿Calex?

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Narra Alex.

La rutina estudiantil. Esa maravillosa etapa en la que buscar tu lugar en el mundo es uno de los principales objetivos y que media intermitentemente con un estrés consolidado a base de pruebas fundamentadas en el conocimiento de cada uno. Sin embargo, el cúmulo de nervios no siempre consigue que sean certeras, tan sólo simples escritos, al fin y al cabo.

—¿En serio daba veintisiete? ¡Lo sabía! —exclamó Taylor eufórica.

Precisamente, nos encontrábamos en tiempo de recreo después de haber tenido un examen de matemáticas la hora anterior. Taylor no podía ocultar su emoción en cada una de las contestaciones certeras que yo misma le aseguraba.

—Creo que la señorita García montará una fiesta cuando corrija tu examen. —dijo Enara soltando una carcajada.

—Lo veo poco probable sabiendo la manía que me tiene. —dijo la pelirroja encogiéndose de hombros.

—Desde que la llamaste amargada polioperada no volvió a mirarte con los mismos ojos. —dijo Asia.

—¿La llamaste polioperada? —pregunté mientras soltaba una carcajada.

—¿Pero tú has visto esos pechos? Ni si quiera yo los tengo tan perfectos teniendo veinticinco años menos que ella. —dijo la pelirroja.

—Tampoco hacía falta que te fijaras en eso. — dijo Enara riendo levemente.

—Aunque Enra tenga razón, entiendo tú punto. No tiene una cara demasiado admirable, a decir verdad. —dije soltando una carcajada.

—¿Lo veis? No soy la única que lo piensa. —dijo Taylor.

Ajena al resto de la conversación, divisé a Noah corriendo apresuradamente por el ancho del salón.

—¡Alex! —dijo Noah acercándose a nuestra mesa. Ésta última y Camila se habían quedado unos minutos más para acabar el examen.

—¿Qué pasa? —le pregunté confusa mientras me levantaba para acercarme a ella.

—Creo que deberías irte a echarle un cable a Cami. Está en el pasillo que queda saliendo del comedor. —dijo Noah susurrando en mi oído.

—Está bien, pero ¿le pasó algo? —pregunté con tono de preocupación.

—No, no, sólo que he pensado que tal vez necesite a una chica de ojos claros y pelo moreno que consiga librarla de un ligón empedernido. —me explicó ella con una sonrisa.

—¿Lucas? —asintió. —Voy. —dije rápidamente, acariciando su brazo en forma de despedida, mientras me apresuraba hacia la puerta del comedor.

Al llegar al pasillo, pude divisar a Camila de perfil y justo en frente suyo se encontraba aquel chico. Lucas, físicamente, es de cabello rubio, ojos azules, cuerpo atlético y algunos centímetros más alto que yo. Pude ver como éste último acariciaba la mejilla de la castaña, mientras ella lo apartaba bruscamente. Sin más dilación, me acerqué a ellos intentando controlar mi temperamento, ya que en ese momento la paciencia no me acompañaba.

—Alex. —dijo Camila con una sonrisa nada más verme.

—Oh, tú eras la chica nueva ¿no? —preguntó genuinamente.

—Supongo que sí, aunque creo que después del mes que llevo aquí ya no soy tan nueva. —le dije irónicamente.

—Lo siento, no te lo tomes personal, pero no suelo prestar mucha atención a otras personas que no sean mi chica. —dijo arrogantemente mientras abraza posesivamente los hombros de Camila.

—¿Tu chica? —pregunté intentando aguantarme la risa.

—¿Qué tiene tanta gracia? —preguntó frunciendo su ceño.

—Mira Lucas, no quiero ser grosera contigo, pero ni soy tu chica ni pienso serlo. —dijo Camila apartando su brazo mientras se ponía a mi lado.

—Eso ya lo veremos. —dijo Lucas mientras se cruzaba de brazos.

—Campeón, deja de molestarla. No quiere nada contigo. —dije tajantemente. —¿Nos vamos? —le pregunté a Camila con una sonrisa.

—Ajá, claro ¿Y quién eres tú para decidir eso? ¿Su niñera? —preguntó Lucas empezando a enfadarse.

—No, soy…—empecé a decir, pero fui cortada de lleno por la castaña.

—¡Es mi novia! —dijo la castaña apresuradamente. —¿Verdad cariño? — me preguntó Camila agarrando mi mano.

—Eh… ¡Sí! Eso mismo iba a decir. —dije siguiéndole el rollo a la castaña.

—Pero tú desde cuándo…—empezó a decir Lucas algo atolondrado.

—Lo siento Lucas, no tengo tiempo para explicaciones ¡Mucha suerte en la vida! —dijo Camila rápidamente mientras empezaba a andar tirando de mi mano. —Uf... gracias Alex. —me dijo en cuanto nos alejamos del lugar.

—De nada…novia. —dije mirándola pícaramente.

—Lo siento por eso, pero es la única idea que se me pasó por la cabeza al verte. — me dijo ella algo apenada.

—Lo entiendo, yo también saldría conmigo. —dije con una sonrisa burlona, recibiendo un empujón por su parte que hizo que soltáramos nuestro agarre.

—Egocéntrica. —dijo Camila soltando una carcajada.

—Es broma. —dije riendo al igual que ella, mientras volvía a coger su mano para acercarla a mí. —En realidad saldría con otra persona. —dije sonriendo levemente.

—¿Con quién? —preguntó la castaña desconcertada.

—Tal vez algún día te lo diga. —le dije tratando de evadir la respuesta.

—Está bien señorita misteriosa. —dijo rodando los ojos mientras se le escapaba una sonrisa.

—¿Todo bien? —Nos preguntó Noah cuando llegamos a la mesa mientras las dos asentíamos.

—¿Por fin os habéis atrevido a confesaros vuestro amor inconfesable? —dijo Asia señalando nuestras manos unidas.

—¿Qué? ¡No! —dijimos a la vez, sonrojándonos y separando nuestras manos bruscamente antes de tomar asiento.

—Adoro cuando se sincronizan. —dijo Enara mientras apoyaba su cabeza en sus manos.

—¿Y cómo os habéis librado de Lucas? —preguntó Noah con curiosidad.

—Bueno… tuvimos que decirle que…—empecé a decir, mirando a Camila con la mirada en busca de apoyo.

—Somos… novias. —terminó de decir Camila con una sonrisa.

—Ah ¿no lo eran ya? —le preguntó Taylor a Noah en susurros, la cual le echo una mirada de muerte. —Sólo preguntaba. —dijo ella levantando sus manos en forma de derrota.

—Habéis hecho bien. Así tal vez se dé cuenta por fin que no quieres tener nada que ver con él. —concluyó Enara.

—Eso espero porque ya estoy harta. He llegado al punto en el que estoy empezando a odiar hasta su nombre. —dijo Camila mientras suspiraba.

En ese momento sonó el timbre, indicándonos el final del recreo. Posteriormente, nos dirigimos hacia el gimnasio para dar comienzo a la siguiente clase. Sin embargo, al contrario que otras veces, hoy teníamos un partido de fútbol femenino y masculino, ya que hace unas cuantas semanas Taylor me había convencido para que me apuntase con ella para tratar de rascar alguna décima de más en la evaluación. Para mi desgracia, Lucas formaba parte del equipo masculino y podía notar como me echaba miradas de odio desde el otro lado de la portería. A pesar de no sentir ningún miedo hacía el, me resultaba de una extrema incomodidad.

—Creo que si las miradas matasen ya estaría muerta y enterrada ahora mismo. —le dije a Taylor mientras realizaba algunos estiramientos.

—Entiéndelo, yo también estaría enfadada si llevase más de un año cortejando a alguien para que luego llegue otra persona y me la robe. —dijo la pelirroja obvia.

—No es mi culpa si no sabe diferenciar entre ligar y acosar. —dije encogiéndome de hombros.

—Cierto, si es que no razona. —negó. —Quisiera pensar que a falta de neuronas algo deberá tener ahí arriba. — intuyó la pelirroja.

—Sí, estupidez. —concluí mientras las dos dejábamos salir unas disimuladas risas.

Varios momentos después, nos colocamos en nuestras posiciones estratégicas para así dar comienzo al partido. Taylor y yo éramos las defensas, por lo que nos ubicamos en el área defensiva, es decir, en frente de la portería. El partido iba transcurriendo con tranquilidad, hasta que el equipo formado por los chicos se adentró en nuestro terreno. Por ello, le eché una mirada cómplice a la pelirroja antes de salir del área para intentar arrebatarles el balón, consiguiéndolo con éxito. Después, avancé algunos metros más con el balón hasta que se lo facilité a la delantera, la cual remató acertadamente, atinando así el primer gol del partido. Seguidamente, giré mi cabeza divisando a Asia, Enara y Camila, quiénes nos estaban aplaudiendo. A continuación, fijé mi mirada en Camila que, al darse cuenta de ello, me guiño un ojo mientras dejaba escapar una sonrisa, al igual que yo. Esta acción no pasó desapercibida por el rubio, que apretaba la mandíbula firmemente.

Tras varias jugadas más, nos encontrábamos ya en los escasos cinco minutos de partido y con el marcador empatado a un gol por cada equipo. La posesión se encontraba en el equipo contrario que avanzaba rápidamente por el campo hacia nuestra portería. De un momento a otro, el esférico llego a los pies de Lucas y pude notar como se formaba una maliciosa sonrisa en sus labios. El rubio progresó velozmente llegando hasta muestra posición. Taylor se acercó habilidosamente hacía él intentando arrebatarle el balón, pero éste consiguió pasar de largo. Yo, al igual que la pelirroja, traté de quitárselo, pero en cuanto se acercó a mí, me apartó con un fuerte codazo en el abdomen, haciendo que me doblase por completo, como si de una daga se tratase.

—¡Oye, eso es falta! —dijo la enfurecida voz de Taylor y segundos después la profesora pito. —¿Te encuentras bien? —me preguntó la pelirroja mientras me tocaba le espalda.

—Sí, pero ahora mismo me arrepiento de haber almorzado tanto. —dije con dificultad escuchando la risa de Taylor mientras mantenía una mano alrededor de mi abdomen.

—Lo siento chicos, pero eso es penalti. —informó la profesora después de acercarse y de divisar el área de peligro en la que se realizó la acción. —Alex, ven conmigo. — dijo poniendo una mano en mi hombro mientras comenzábamos a andar hacía el porche del patio. —Enara, ¿puedes pitarlo tú? —en cuanto asintió le entregó el instrumental.

—¿Te duele? —me preguntó Camila preocupada mientras se colocaba de pie a mi lado.

—Un poco nada más. —dije haciendo una mueca para restarle importancia.

—Se te da bastante mal mentir por lo que veo. —me dijo con una pequeña sonrisa.

—Bueno chicas, veniros conmigo las dos. Necesitaré tu ayuda, Camila. —dijo Natalia mientras nos llevaba al gimnasio. —Regreso en un momento, vete quitando la camiseta. —me dijo antes de marcharse.

Obedeciéndola, me quite mi camiseta quedándome únicamente en un sujetador olímpico.

—Vaya Alex, ¿vas al gimnasio por algún casual? —me preguntó Camila admirando mi trabajado abdomen.

—En Almería sí que iba, aquí todavía no me he apuntado a ninguno. —le expliqué a la vez que la castaña revisaba cada centímetro de mi piel descubierta. —¿Cami? ¿Todo bien? —la llamé remidiendo su trance.

—Per-perdón, he dejado la mente en blanco por un momento. —tartamudeó mordiéndose el labio inferior disimuladamente.

—Si tú lo dices. —dije negando con una ligera sonrisa.

—Ya estoy. —dijo Natalia entrando de nuevo al gimnasio con un spray muscular entre sus manos. —Camila, sujétala por favor. —le indicó a la castaña, la cual obedeció abrazándome los hombros por detrás. En cuanto comenzó a rociar mi abdomen comprendí porque debía hacerlo.

—¡Está helado! —exclamé con desagrado, intentando no moverme demasiado.

—Ya está. Esto aliviara el dolor por algunas horas. Procura tomar algún analgésico al llegar a tu casa ¿de acuerdo? —me dijo mientras yo colocaba mi camiseta.

—De acuerdo, gracias profe. —le dije con una sonrisa.

—Natalia. —me corrigió ella devolviéndome la sonrisa.

—Gracias Natalia. —volví a decir viendo como ésta se marchaba apresuradamente.

—Alex. —mustió. —Lo siento. —dijo de repente Camila algo desanimada mientras nos dirigíamos de nuevo al patio.

—¿Por qué? — pregunté frenando en seco sin comprenderla.

—Es mi culpa todo esto, no debí involucrarte con el tema de Lucas. —dijo ella cabizbajo.

—No lo es el hecho de que Lucas sea un imbécil. —dije acercándome a ella y colocando mis manos encima de sus hombros. —Oye, mírame. —dije mientras levantaba su barbilla. —No me arrepiento de haberme metido en esto. Lo haría mil veces más, aunque tenga que llevarme más de un golpe si es por ti. —dije sonriendo dulcemente acariciando su mejilla.

—¿Y por qué harías eso? —me preguntó ella con curiosidad.

—Porque no puedo permitirme perder esa sonrisa por un idiota que no te llega ni a la suela del zapato. —le dije sincera, viendo como los ojos de la castaña se deshicieron, mirándome de una forma dulce. Nuestros rostros se fueron acercando poco a poco, hasta rozar nuestras narices.

—¡MORENA, HEMOS GANADO! HEMOS...—dijo Taylor entusiasmada sin terminar la frase. —¿Acabo de interrumpir, cierto? —preguntó frenando su entusiasmo.

—¡NO! —dijimos a la vez mientras nos separábamos bruscamente.

—Haré como que me lo creo. —dijo Taylor con una pícara sonrisa mientras se acercaba para darnos un abrazo a ambas.

—Quita Tay, estás sudada. —dijo Camila intentando apartarla.

—Alex también y bien que la ibas a.…—tapé su boca rápidamente evitando que acabase la frase.

—Vamos a cambiarnos mejor, que tanto deporte te suelta mucho la lengua. —dije arrastrando a la pelirroja hacia los vestuarios a pesar de sus reclamos.
Horas más tarde, nos encontrábamos en la última clase de la semana, haciendo el examen de geografía. Cuando terminé, me dediqué a observar la cabellera de Camila mientras me preguntaba cómo le estaría yendo su examen.

—Vayan terminando. —indicó el profesor ya que quedaban pocos minutos para el toque de queda.

El resonar de la campana nos obligó a levantarnos para entregar su examen a la vez que se marchaban. Al entregar el mío, me acerqué a la mesa de Camila, observándola colocarse su mochila.

—¿Qué tal te fue? —pregunté con ansias.

—Bueno...—empezó a decir bajando mis expectativas. —¡Me fue genial! —terminó diciendo con una amplia sonrisa.

—¡Felicidades guapa! —dije dándole un cálido abrazo totalmente entusiasmada.

—Es todo gracias a ti, explicas demasiado bien. —contestó ella, devolviéndome el abrazo.

—Tuve una gran alumna. —le dije con una sonrisa al separarme.

—Moved esos traseros tortuguitas, no quiero volver a saber de este sitio hasta la semana que viene. —nos dijo Asia desde el marco de la puerta, recordándome que hoy era viernes.

—Ya vamos bombón, no seas impaciente. —dije guiñándole un ojo mientras empezaba a andar junto a Camila con una mano alrededor de sus hombros.

—Que ligona. —dijo Camila con una sonrisa burlona mientras me daba un suave manotazo en el abdomen.

—¡Au! —Me queje al instante.

—¡Lo siento, se me había olvidado! —se disculpó apresuradamente la castaña, abrazándose a mi cintura a la vez que trazaba círculos alrededor de mi abdomen con una de sus manos para aliviar mi dolor.

—Tienes suerte de ser tan adorable. —le dije estrechándola aún más entre mis brazos, soltando una carcajada.

Al volver a casa, no sin antes llevar a Camila a la suya como habitualmente, le conté a Celeste mi pequeño percance mientras comíamos, ya que mi padre no había vuelto todavía del trabajo.

—Qué idiota. —dijo Celeste refiriéndose a Lucas.

—No sabes cuánto. —contesté después de tomarme el analgésico que Celeste me había entregado.

—Si me entero de que vuelve a tocarte un pelo pienso encargarme personalmente de ese imbécil. —dijo mi hermana indignada, mientras apretaba sus puños.

—No te preocupes, esta vez me pilló con la guardia baja, pero no pienso pasarle ninguna más. —dije tajantemente.

—Esa es mi hermanita. —dijo Celeste mientras chocaba su mano con la mía.

—Sólo espero que deje de molestar a Camila y que esto solamente haya sido su forma de vengarse de mí. —dije mientras suspiraba.

—Tal vez si la besas en mitad del pasillo, capte la indirecta. —dijo Celeste con una sonrisa pícara.

—Te recuerdo que somos novias de mentira. — le dije levantando una ceja.

—Lo sé, pero así vais practicando para cuando lo seáis de verdad. —dijo guiñándome un ojo.

—Bueno, me lo pensaré morbosa mía. —dije soltando una carcajada, rodando mis ojos.

—Con eso me vale. —concluyó ella con una sonrisa triunfadora en sus labios.

Seguidamente, cuando terminamos de comer subí a mi habitación. Después de ducharme y de colocarme ropa más cómoda, me tumbe en mi cama mientras revisaba los mensajes que había en el grupo de "Surtidos de chicas guapas".


                         【En el chat】

Enara: ¿Entonces podemos decir que Calex es real?

Taylor: ¿Calex?

Enara: Sí, ya sabes, el shippeo de Camila y Alex.

Taylor: ¡Ahhh vale! Claro que es real.

Asia: Estoy de acuerdo con la pelirroja.

Noah: Yo también.

Yo: ¿Por qué estáis hablando de esto?

Enara: Porque como ahora sois "novias", quería confirmar oficialmente vuestra relación.

Camila: Pero no estamos saliendo de verdad.

Taylor: Cállate gnomo, no rompas nuestras ilusiones.

Camila: No me digas lo que tengo que hacer, bruja.

Taylor: Ya sé que te hechizo, no hace falta que me lo digas.

Noah: Ya empieza la egocéntrica…

Taylor: ¡Gemela, defiéndeme!

Yo: Dejad a la brujita volar en su escoba en paz.

Taylor: Gracias hermana, tu sí que me quieres.

Camila: De tal palo…

Noah: Tal astilla…

Taylor: ¿Que queréis decir con eso?

Noah: Nada... ¿verdad Cami?

Camila: Verdad.

Asia: JAJAJAJAJA

Enara: JAJAJAJAJA

Taylor: ¿Pero de que os estáis riendo ahora? No entiendo.

Yo: De nada pelirroja, vete a dormir un ratito, te vendrá bien.

Taylor: Vale…

Asia: Y así es como se mansa a una pelirroja inquieta.

Yo: Requiere de mucha práctica.

Noah: Y que lo digas.


Seguimos la tertulia durante un largo rato hasta que noté que mis cansados párpados empezaban a cerrarse, quedándome profundamente dormida por el cansancio generado durante esta semana y en especial este último día, cargado de energía y algún que otro golpe desafortunado.

Par de ojos azulones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora