Èlia Vila
Hoy era el día. Hoy empezaba segundo de bachillerato. Sabía que sería un curso duro y que entre la pizzería y las clases haría que tuviera menos tiempo de ver a mi chico, pero era lo que me tocaba. Quería ir a la universidad y aquella era la única manera.
Ahora mismo eran las 7 de la mañana y mi despertador acababa de sonar. El bus que tenía que coger pasaba por la parada más cercana en 35 minutos así que no tenía mucho tiempo. Me vestí con un pantalón tejano rosa claro en forma de campana y un jersey fino de rayas, ya que aunque era principios de septiembre el frío había llegado rápido a Barcelona este año. Desayuné algo rápido, cogí mi bolso y salí por la puerta. Cuando bajé al portal no me lo podía creer. Ahí estaba él, con un ramo enorme de rosas blancas y su preciosa sonrisa. Llevaba puesto unos pantalones de vestir blancos y un polo negro con el botón superior desabrochado.
—Amor, ¿que haces aquí? —dije sorprendida mientras lo abrazaba.
—Quería que mi chica tuviera su chofer privado para el primer día de insti —me dijo—. Además quería desearte buena suerte.
Enrosqué mis brazos al rededor de su cuello para besarlo, mientras que él con una mano agarraba mi cintura y con la otra el enorme ramo de rosas.
—Anda, dame eso —le pedí—. Lo subo a casa y vuelvo a bajar.
Hice lo que le dije y dejé el ramo en mi habitación, junto con el que me había regalado dos semanas atrás. Volví a bajar y ahí seguía él esperándome. Nos dirigimos juntos hacia el coche y me abrió la puerta.
—Pase usted, señorita Vila —me dijo riendo.
—Que caballeroso és usted, señor Cubarsí —le respondí riendo a carcajadas.
No tenía duda de que tenía al chico más mono, gracioso y bueno del mundo a mi lado.
Pau ya sabía a que instituto iba así que el chofer había estudiado la ruta. Debido al tráfico de la ciudad llegué a dos minutos de dar las ocho.
—No puedes salir, Pau —le dije—. Como te reconozcan no vas a poder irte.
Él asintió así que nos despedimos dentro del coche. Le di las gracias por traerme y me despedí de él con un beso y un t'estimo que él me devolvió.
***
El día había sido duro pero al menos me había tocado en la misma clase que Martina. En cambio Gala y Emma estaban en la otra clase ya que ellas hacían el científico. Era la hora de salida así que Martina y yo nos dirigimos juntas hacia la parada del bus de delante del insti. Le estuve contando todo lo de esta mañana ya que todavía no había podido hablar con ella sobre el tema.
—Tía, es que me hace súper feliz de verdad —le dije con una sonrisa tonta en mi cara—. És literalmente el chico de mis sueños. Me encanta todo de él.
—Has tenido una suerte con él que ya quisieran muchas —me dio la razón—. Futbolista, guapo, gracioso, cariñoso, detallista y encima te quiere de verdad. Un chico así no lo encuentras todos los días.
Sonreí feliz ante las palabras de mi amiga. Iba a añadir algo más a la conversación pero mi móvil sonó, haciéndome saber que un mensaje acababa de llegar.
•••
Hola, petita
Como ha ido el día?Muy bien, amor
En el descanso en la pizzería te llamo
y te cuentoValee
Vamos hablando
T'estimoJo a tú més
•••
Justo cuando acabé de hablar con él llegó el bus. Nos bajamos en la parada correspondiente y subimos a casa. Eran casi las tres de la tarde y a y media empezaba mi turno, lo que significaba que tenía que comer rápido y cambiarme a algo más cómodo rápidamente si quería llegar a la hora. Sabía que mi tío entendería perfectamente si llegaba un pelín tarde pero odio no ser puntual, y más al trabajo.
***
Llevaba ya tres horas de turno, lo que significaba que había llegado la hora de mi descanso. Me dirigí a mi taquilla para coger mi móvil, ya que no podía tenerlo durante el turno, y salí de la zona privada de la pizzería de nuevo. Iba a dirigirme a la puerta cuando un chico al que no tardé en reconocer se acercó con aires vacilantes hacia donde estaba. Su figura y sus facciones eran imposibles de no reconocer.
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Hola mis niñas!! ¿Quien creéis que es quien ha venido a ver a Èlia?Aprovecho el descanso del partido para actualizar JAJAJAJ.
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Mírame - Pau Cubarsí
FanfictionÉl lo tiene todo. Ella nunca ha tenido nada. Lo único que tienen en común es una mirada triste que una noche cualquiera se cruzará por causalidad. Desde ese día no querrán dejar de mirarse nunca. Pero, las cosas nunca son lo que queremos, verdad?