PAU CUBARSÍ
Era tan fácil perderse en sus ojos que ni siquiera me di cuenta de que me estaba hablando. No podía parar de pensar a que se debía toda esa tristeza que albergaban.
—¡PAU! —gritó provocando que me sobresaltara.
—Joder Èlia, perdón. Estoy en otro mundo
—Ya te veo ya— respondió para luego continuar con lo que me estaba diciendo—. Decía que qué era eso de lo que querías hablar.
La miré a los ojos de nuevo y posé la mano sobre la suya, que se encontraba sobre la mesa de la heladería a la que la había traído. Ni yo entendía porque me resultaba tan fácil estar con alguien que no conocía de nada, y mucho menos porque estando con ella me salían este tipo de gestos de forma tan natural. Es una locura, la acababa de conocer.
—Sé que el otro día en la pizzería tú también pudiste notar que compartimos ojos tristes, y como ya te dije en la nota que te escribí, a veces es mucho más fácil contárselo a un desconocido.
Ella me miró, pude notar que estaba reflexionando en si contármelo o no. Finalmente empezó a hablar.
—Mira, Pau— comenzó mirándome a los ojos mientras apartaba su mano de debajo de la mía—. Quizás para ti es más fácil expresarte con una desconocida, pero yo no puedo contarte mi vida sin conocerte de nada.
—En ese caso tendré que presentarme— respondí sonriente—. Hola, soy Pau Cubarsí, tengo 17 años y estudio primero de bachillerato.
Obvié el tema de que soy futbolista porque por una persona que no me había reconocido no quería cagarla. Con ella no quería ser Cubarsí, el futbolista del Barça. Con ella quería ser solo Pau.
Ella rió al escuchar mi presentación y entonces ella hizo lo mismo.
—Hola, soy Èlia Vila, tengo 17 años, trabajo en la pizzería de mi tío y también estudio primero de bachillerato.
Extendió la mano por encima de la mesa y yo la estreché firmemente. Los dos nos miramos y soltamos una pequeña carcajada.
Después de nuestra pequeña presentación empecé a explicarle cómo mi ex, también mi primer amor verdadero, me había dejado hacía unas dos semanas por otro chico con más dinero y con el que podía pasar más tiempo, debido a mi apretada agenda entre entrenamientos, viajes, partidos y los estudios. En el momento en el que me dejó me di cuenta de que nunca me quiso de verdad, y a pesar de eso yo me arrastré por ella y le supliqué que se quedara conmigo, aunque eso tampoco funcionó.
Èlia me escuchaba atentamente mientras me miraba con cautela. Cuando acabó mi relato ella repitió el gesto que había hecho yo minutos antes y posó su mano sobre la mia.
—Pau, déjame decirte que esa chica no te merecía. No entiendo como alguien puede ser tan superficial. Si te quisiera de verdad se habría quedado contigo a pesar de todas las dificultades que tuviera vuestra relación.
Levanté la cabeza al darme cuenta que llevaba un rato mirando su mano sobre la mía. La miré de nuevo a los ojos y le sonreí. Pude notar como ella estudiaba cada facción de mi rostro lentamente y al darme cuenta me sonrojé levemente y retire la mano de donde la teníamos, nervioso, para luego romper el silencio que se había formado.
—Bueno, ahora te toca a ti— le dije con media sonrisa.
Ella asintió con la cabeza y me empezó a relatar como se enteró hace no mucho de que su ex, un tal Alex, la había estado engañando durante meses con una de sus mejores amigas.
Cuando me contó lo sucedido no podía parar de pensar en que imbecil podría engañar a una chica como ella. Era bajita, tenía el pelo moreno y liso a la altura de la cintura, unas curvas espectaculares en las que me sorprendí pensando que podría perderme allí durante horas y unos ojos color miel que a pesar de que no tenían su brillo natural seguían siendo preciosos. Ella en general era preciosa. Además, por lo que había podido notar en tan poco tiempo era una chica muy amable y atenta, y se notaba que tenía un corazón muy noble.
Cuando acabó de contar toda la historia volvió a posar sus ojos sobre los míos y me sonrió con tristeza, claramente esperando una respuesta por mi parte. Me obligué a reaccionar.
—Déjame decirte, querida Èlia, que tanto tu ex como tú amiga son unos gilipollas. Aunque él el que más, claro. No entiendo como a alguien se le puede pasar por la cabeza engañar a una chica tan preciosa como tú.
Juro que esa última frase me salió sola, sin pensar, pero al ver como sonrió al escucharla agradecí de mil maneras no haber podido contenerla. Esbozó la sonrisa más bonita que había visto en mi vida y recé por que esta no se volviera a esfumar nunca más.
Después de ese momento más íntimo empezamos a hablar de cosas más triviales, como dos viejos amigos que llevan mucho tiempo sin verse, a pesar de que nosotros no nos conocíamos. Ella recordó que antes de quedar con ella tenía entrenamiento y me preguntó que qué deporte practicaba. Le expliqué que llevaba desde pequeño jugando a fútbol pero no mencioné el hecho de que actualmente soy una de las mayores promesas del Fútbol Club Barcelona, de la Selección Española y del fútbol mundial.
Ella me explicó que ha practicado baile durante muchos años pero que cuando tuvo los 16 y puedo empezar a trabajar en la pizzería tuvo que dejarlo por falta de tiempo.
Estuvimos muchísimo rato hablando y casi no nos dimos cuenta de que ya había oscurecido. La acompañé hasta el portal de su casa mientras dábamos un paseo por la avenida principal de su barrio. Cuando llegamos me paré en frente suyo, mirándola a los ojos de nuevo, a pesar de tener que inclinar bastante la cabeza a causa de la diferencia de altura.
—Gracias por esta tarde tan maravillosa, Pau— me dijo para romper el silencio que se había instalado entre los dos—. Ojalá poder repetir esto pronto.
—Me encantaría seguir conociéndote, ojos tristes— respondí sonriente.
—Escríbeme cuando llegues a tu casa.
Asentí con la cabeza y me acerqué para darle dos besos, pero ella tenía otros planes. Sentí como su cuerpo se acurrucaba junto al mío, su calor corporal chocando contra el mío, una sensación de calidez empezó a recorrer mi pecho hasta llegar al corazón y quedarse allí hasta que nos separamos. Me sorprendió lo bien que encajaron nuestros cuerpos, como si estuviéramos hechos para abrazarnos el uno al otro.
Después de un largo tiempo Èlia se separó de mi y nuestras miradas se volvieron a cruzar. Los dos sonreímos, esta vez sin ningún rastro de tristeza.
—Buenas noches, Pau.
—Buenas noches, Èlia.
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Como estáis mis niñas? Habéis visto ya la nueva equipación del Barça? A mi sinceramente me flipa y ya me la he comprado con el dorsal de nuestro querido Pau.Hoy os traigo un capítulo un pelín más largo para seguir con la historia. Que opináis? Dejarme todos vuestros pensamientos en comentarios que estaré encantada de leerlos.
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Mírame - Pau Cubarsí
FanfictionÉl lo tiene todo. Ella nunca ha tenido nada. Lo único que tienen en común es una mirada triste que una noche cualquiera se cruzará por causalidad. Desde ese día no querrán dejar de mirarse nunca. Pero, las cosas nunca son lo que queremos, verdad?