Èlia Vila
Era raro que Pau me pidiera de hablar, por eso supe que algo estaba mal desde el momento en el que recibí su mensaje. Obviamente acepté de vernos una vez acabado mi turno. Aunque todos los días acababa muerta, Pau era una prioridad para mi y quería cuidar nuestra relación. Más aún sintiéndome tan culpable por lo que había pasado hacía unas horas con Alex.
Cuando conseguí separarme de él le dije que no me volviera a hablar nunca más y le metí una bofetada en la cara. No me iba a dejar tocar por un tío así.
Sabía que nada de eso había sido mi culpa pero no podía evitar sentir tristeza al pensar en Pau. No sabía si debería contárselo.
Por una parte creía que debería saberlo ya que en mi opinión la base de una relación siempre es la confianza. Pero por otra parte tengo miedo de que le pueda molestar y decida dejar lo que tenemos. Tenía la cabeza hecha un lío y el hecho de que encima vaya a venir porque quiere hablar conmigo me ponía aún más nerviosa de lo que ya estaba.
Me pasé el resto del turno dándole vueltas a la cabeza pensando en todo lo que había pasado ese día. El ramo de flores de Pau y el que me llevara al instituto el primer día, el "t'estimo" y el beso de despedida en el coche, el estrés del primer día de clases, volver a ver a Alex, su perdón, el beso que me dió, como le grité cuando conseguí separarme, el mensaje de Pau pidiéndome de hablar...
Definitivamente había sido un día muy intenso y aun se venía más.
Al dar las once de la noche cerré la pizzería y al salir me encontré a Pau sentado en el banco, mirando su teléfono distraído.
—Hola, amor —le dije sentándome a su lado.
—Hola, Èlia —yo fruncí el ceño extrañada al notar la falta de un mote en su saludo.
—¿Pasa algo, Pau? —pregunté preocupada.
—Y aun tienes la poca vergüenza de preguntar —me dijo con una risa irónica—. Tú hazte de la que no sabe nada. Sigue mintiéndome que parece que se te da de maravilla.
De verdad que no entendía nada. No tenía ni idea de lo que me estaba hablando.
—Pau, ¿que cojones pasa? —le pregunté con una mezcla de enfado y tristeza.
—Pasa que hace unas pocas horas estabas aquí comiéndote la boca con tu puto ex.
Ahora todo tenía sentido. Lo había visto y obviamente le había dolido. No supe que contestar así que él siguió hablando.
—Pensaba que te gustaba, Èlia —me dijo ahora notablemente triste.
—Y me gustas, Pau. Muchísimo.
—Pues no lo parecías cuando estabas aquí mismo comiéndole la boca a Alex.
—Intenté apartarlo, te lo juro, pero no pude —le intenté explicar sin éxito—. Me tenía agarrada.
Él negó con la cabeza antes mi explicación y volvió a reír irónicamente.
—Se perfectamente lo que vi —me aseguró ahora notablemente enfadado—. Pero que más da. Total, no somos nada, ¿verdad?
Esas palabras penetraron en mi como un puñal y llegaron rápidamente a mi corazón. Pude jurar que se rompió un poquito.
—¿Así que para ti no somos nada? —cuestioné dolida—. Pues perfecto Pau. Todo esto ha sido una puta farsa y ya está. No quiero volver a verte.
—Pues perfecto —me respondió, aunque supe que mis palabras le habían dolido—. Vete con tu ex que parece que lo echas mucho de menos.
—La verdad que sí —le dije desafiante—. Estaba deseando que volviera a buscarme. Solo estaba jugando contigo hasta que él volviera a por mi.
No pude controlar esas palabras salir de mi boca. La ira y la rabia me habían consumido y hablaban por mi. Lo miré a los ojos y pude ver reflejada de nuevo la tristeza que albergaban cuando nos conocimos. Un sentimiento de nostalgia se apoderó de mi.
Pau se levantó apresuradamente del banco y se fue sin decir adiós, corriendo por las calles menos concurridas y escondidas de Barcelona.
Desde el primer momento que solté esa última frase me sentí realmente culpable. Todo me había superado y ahora no sabía como arreglarlo.
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Hola otra vez mis niñas! No tenía pensado hacer doble actualización hoy pero es que este capítulo me ha salido muy cortito y para que no os sepa a poco el próximo día os lo traigo ya.Me encanta leer vuestras reacciones a los capítulos, de verdad que me paso un buen rato riendo JAJAJAJ
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Mírame - Pau Cubarsí
أدب الهواةÉl lo tiene todo. Ella nunca ha tenido nada. Lo único que tienen en común es una mirada triste que una noche cualquiera se cruzará por causalidad. Desde ese día no querrán dejar de mirarse nunca. Pero, las cosas nunca son lo que queremos, verdad?