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Katsuki se sentía extraño, nadie podía culparlo. Tener en sus manos la preciada espada de All Might era algo que jamás creyó posible. Cuando el apenas y era un niño sin responsabilidades, pudo conocer de lejos a All Might. Él estaba salvando a personas de su tribu, con una enorme sonrisa los tranquilizó a todos a pesar de que tenía quemaduras en sus brazos y rostro.

Desde ese entonces, Katsuki quería ser mejor que él. Quería ser la persona que podría defender y salvar a su gente. Aquella admiración siempre estuvo y cuando supo de su muerte, le dolió, pero continuó con su meta de ser el mejor líder.

Pero ahora no solo lo admiraba, sino que también tenía una de sus espadas en su mano. Pesada y brillante, se veía majestuosa y todo había sido gracias a un extraño de cabello verde.

Bakugo miró hacia atrás. Estaban caminando hacia sus aposentos. Aquel peliverde caminaba mirando la espada y tropezando cada tanto por no ver el camino. Sus ojos brillaban de la emoción.

Bakugo entendió que tanto All Might como ese rarito, venían de otro mundo, pero no sabían si venían "del mismo mundo"

—Oí, ¿Cómo te llamas?

Deku se detuvo y frunció el ceño.

—¿No se los dije ya?

—No recuerdo nombres sin importancia, pero ahora tienes una puta espada sagrada, al menos debo saber cómo te llamas —explicó Bakugo con la calma en cero.

—Pues me llamo Izuku Midoriya.

—Izuku... —Se quedó pensando por unos segundos—, bien, a partir de ahora perteneces a mi tribu —declaró de pronto.

Izuku alzó la mirada sin entender, se acercó trotando un poco.

—¿Por qué? Lo siento, pero yo no soy de este mundo y en todo caso, lo más lógico es que fuera donde Shoto, ya que las espadas me las dio él.

—Ni una mierda, yo te encontré y eres mío, listo. Las espadas no son de ese maldito, ahora tú eres dueño de ellas —Dejó bien en claro.

Katsuki se giró y de una patada abrió la puerta de su vivienda. Era como una enorme cabaña, pero alguna de las paredes eran de piedra con figuras talladas en ellas.

—Wow... Que detalle —Izuku pegó su cara a las paredes para ver bien las figuras—, ¿Lo hiciste tú?

—Tu que crees —Katsuki lanzó su capa a un costado y se tiró en un sofá enorme que parecía estar hecho de piel de algún animal.

—Pues yo creo que tú lo hiciste, Kacchan —Izuku se alejó y miró al cenizo.

El rubio ladeó el rostro, observando al pecoso. Lo escudriñó por largos minutos donde Izuku no sabía si debía respirar.

—¿Quién es Kacchan? Apenas me viste y aquel tonto apodo salió de ti —cuestionó.

Izuku tembló. No se había percatado de aquel detalle, simplemente era una costumbre. Pero ese Kacchan no era el mismo Kacchan del que estaba enamorado.

Y al cual no sabía si volvería a ver...

—En... en mi mundo existe alguien muy parecido a ti, solía decirle Kacchan y por eso... por eso —Bajó la cabeza—, pero dejaré de hacerlo, es grosero de mi parte actuar con tanta confianza cuando en realidad para tu soy un completo extraño.

—¿Cuándo dije que dejaras de llamarme Kacchan? —Alzó una ceja—, solo debes estar cerca, aun sigues siendo un extraño y puedes ser un infiltrado.

—Es ridículo, las espadas no hubieran escogido a un infiltrado —Deku dio pasos hacia él. Pues no quería que pensaran que era alguna especie de villano.

Katsuki cerró los ojos y tiró su cabeza hacía atrás.

—All Might fue cazado por un tiempo antes de ser reconocido como un héroe. Agradece que te estoy manteniendo bajo mi vigilancia o estarías siendo perseguido por la corona —Katsuki abre solo un ojo—, no creo que seas un villano. All Might jamás dejaría sus espadas con un idiota.

Aquello tranquiliza a Deku, quien sigue parado a un metro del cenizo. Katsuki está desparramado en el sofá, detrás de él se extiende una ventana por donde entran ramas de algún árbol y los pocos rayos de sol caen directo en el cabello y pestañas de Bakugo.

El corazón de Izuku empieza a latir con fuerza, sus mejillas se sonrojan y siente como sus manos cosquillean al querer tocarlo. Pero no puede, debe entender que no es la misma persona y que él no era absolutamente nada del cenizo que ahora descansaba en aquel sofá.

—Kacchan...

—¿Qué? —Katsuki no abre los ojos, solo responde.

Un silencio donde solo se escuchan sus respiraciones.

—Espero llevarme bien contigo, como amigos.

Bakugo suelta una risita y abre los ojos.

—Depende de que tan útil eres —Señaló su cuerpo—, primero sé capaz de usar esa espada a la perfección y seremos los mejores amigos si quieres, Deku llorón.

—¡C-claro! ¡No te decepcionaré Kacchan! —Alzó la espada con emoción, pero se fue hacía atrás y su cuerpo se fue con la espada. Soltó un quejido por el golpe—, p-pero dame tiempo...

Bakugo rodó los ojos volviendo a cerrar sus ojos mientras colocaba sus brazos detrás de su cabeza.

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Cuando Katsuki Bakugo recibió la llamada de Aizawa, supo que algo no estaba bien. Y su corazón se agitó de preocupación cuando el nombre de Izuku Midoriya y hospital llegó a sus odios.

Aquel imbécil estaba otra vez al borde de la muerte. Y ahí estaba él otra vez, corriendo detrás de él.

—¿Q-que pasa Katsuki-kun? —Uraraka se despertó frotando su ojo. Su cabello castaño estaba desordenado.

Bakugo estaba colocándose una polera negra y buscando a tientas un gorro. Ni siquiera se percató de Ochako hasta que ella le tocó el brazo.

—¿Qué sucede? ¿pasó algo malo? —Uraraka sintió como su pecho se aceleró al ver en los ojos de Katsuki una chispa de temor.

—Deku...

Ochako abrió los ojos de golpe, entendiendo ahora todo. Salió de la cama lo más rápido que pudo y se fue al baño para lavarse la cara.

—¡Iré contigo!

Era sábado por la noche cuando ambos salieron disparados en busca de Izuku Midoriya.

Borrador de El Amor de mi VidaWhere stories live. Discover now