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Bakugo se dio cuenta que el maldito Deku ya podía ser llamado un caballero decente. Al lado del cuatro ojos de Iida aún le faltaba, pero podía defender y atacar con agilidad. Al parecer tenía experiencia cuando se trataba de crear estrategias y analizar al oponente. Sin embargo, los últimos cinco días, parecía demasiado empeñado en mejorar rápido. Cuando Katsuki despertaba, el pecoso ya estaba fuera entrenando y cuando el ingresaba en la noche, Izuku se quedaba dos a tres horas más.

No le dijo nada, no le importó verlo sudar con sangre en los dedos de las miles de veces que sujetaba la espada. Ni tampoco dijo nada cuando lo vio despertar varias veces por alguna pesadilla. Bakugo lo vigilaba y le había dejado las reglas claras "no salir de la tribu, no interactuar con gente extraña y siempre avisar sobre su paradero" Lo que aquel idiota hiciera o no, ya no era su problema.

Pero empezó a molestarle. Él no se veía compartiendo las sagradas espadas de All Might con un inútil que ni siquiera podía cuidar bien su propia salud. El viaje programado para ir al reino de Shigaraki se acercaba y Deku parecía casa vez más acabado.

No debía, claro que no. Bakugo sabía que involucrarse más de lo que debía con Deku sería malo. Era consciente que Izuku venía de otro mundo, un mundo donde existía alguien igual a él y del cual, Deku estaba enamorado. Acercarse sería meterse en una situación que seria molesta para él y dolorosa para el pecoso.

Sin embargo, ahí estaba, saliendo a mitad de la noche para buscar a Deku y meterlo por una bendita vez a la cama para que durmiera sus maldita ocho horas seguidas. Cruzó toda las casas de la tribu y paso por un extenso bosque hasta que dio con el lago. Ahí, bajo las estrellas y en medio de los árboles estaba Deku, exteriorizando su maná provocando que la espada brillara y los cortes contra aquel muñeco de madera fueran más contundentes. Pero la buena visión de Bakugo le hizo darse cuenta de la sangre entre sus dedos, las ojeras bajo sus ojos y la ropa manchada de tierra.

Avanzó a grandes pasos hasta que estuvo al costado de Izuku. Este ni siquiera se fijó en él.

—Si hubiera sabido que eras una persona con poca autoconservación, no te hubiera exigido que mejorarás con la espada —habló cerca de su oído. Acercó su mano hasta la espada y se la quitó—, la mente es más frágil que el cuerpo. No jodas todo el progreso que tienes por el miedo.

Deku reaccionó con brusquedad, alejándose de Kacchan en una posición de defensa, listo para atacar. Su cuerpo y mente aún no se acostumbraban al hecho de que él ya no poseía un don que le daba super fuerza o velocidad. Ahora era solo una persona con una espada que fácilmente podría ser asesinada.

Su identidad como portador del One for All jamás se iría de él.

Cuando sus ojos verdes se enfocaron en Kacchan, suspiró, pero se mezclo con un leve sollozo.

—¿K-kacchan? —balbuceó. Todo su cuerpo se relajó, como si todo ese tiempo lo único que había necesitado era la presencia del cenizo—, Shigaraki a vuelto.

Bakugo se dio cuenta entonces que Deku estaba días sin dormir adecuadamente, sin comer, sudando y en pleno frío. Llegó a la conclusión que el pecoso estaba alucinando y que lo más probable es que ahora mismo estuviera viendo a su Kacchan y no a él.

Por alguna estúpida razón, eso le molestó. Una punzada desconocida se presentó en el centro de su pecho. Deku era quizás la primera persona en todo el puto mundo que se atrevía a no verlo a él, si no a otra persona.

—Estas demasiado ido como para seguir aquí —Sujetó su mano—, arruinando tu cuerpo —dijo severo. Como ya era costumbre, terminó cargando a Deku como un saco de papas—. Tienes una semana para recuperarte al 100% si deseas acompañarme a la misión.

Si Deku lo escuchó o no, Bakugo no le importó. Solo quería llegar a su maldita cama y dormir. Sin embargo, podía escuchar el llanto bajito de Izuku mientras caminaba por el bosque.

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Japón:

Izuku Midoriya despertó.

Una ráfaga de dolor e incomodidad empezó a golpearlo apenas parpadeó. Cuando trató de decir algo, se dio cuenta que tenia una mascarilla de oxígeno y un tubo por su garganta. No entendía nada, ¿Dónde estaba? ¿por qué no podía moverse? ¿qué le había pasado? ¿estaba muerto? El pánico empezó a inundar cada célula de su cuerpo que mezclado con el dolor provocaron que el monitor cardíaco se volviera loco. El sonido de la maquina indicando los alterados latidos del corazón de Izuku alertaron a las enfermeras.

Varias personas ingresaron, personas las cuales Izuku no pudo identificar. Todo le dolía, sus ojos estaban borrosos por las lagrimas y quería desesperadamente hablar, gritar, preguntar que le había pasado. Los rostros que pasaban de un lado a otro sobre él, las voces, el ruido de la máquina e incluso sus propios jadeos que eran amortiguados por la mascarilla lo hicieron buscar una forma de huir.

—¡Oh Dios mio! ¡Llamen a Recovery Girl! —gritó una enfermera.

Izuku no entendía, así que trato de mirar su propio cuerpo. La sangre se le drenó cuando vio enormes tubos y cables salir de un costado de su abdomen. Apretó los puños, tragando saliva aunque sentía demasiada seca su garganta. Todo su ser gritó alerta y con razón, pues solo al mirar sus brazos, se dio cuenta que estaba activando One for All. Como si en algún lado de su cabeza le gritaran "Lo tengo, aun lo tengo"

—¡¿Qué pasó?! —la voz senil de Recovery Girl fue la primera que pudo reconocer dentro de todo ese mar de desesperación. La vio de reojo, pudo sentir su mano tocar su mejilla—, comuníquense con Aizawa, debe borrarle su don o sus órganos explotarán, ¡Ya!

—¡Estamos en eso! —una enfermera comunicó.

Izuku pudo sentir que sus párpados volvían a sentirse pesados. Recovery Girl estaba suministrando algo, pero no podía saber que era. Pero al menos el dolor se iba de a poco o quizás era su conciencia quien se le escapaba de sus manos. Estaba por rendirse, simplemente dejar que sus ojos se cerraran hasta que la puerta de la habitación se abrió de golpe.

—¡Deku!

—¡No puede entrar aquí! —las enfermeras se atravesaron ante alguien.

Izuku solo miró de reojo, pues le dolía mover su cabeza.

—¡Déjenme pasar! ¡Deku! ¡¿Me escuchas?! ¡No te atrevas a morir, maldito bastardo! —Su voz sonaba desgarrada, casi rozando la suplica.

Izuku giró con esfuerzo para ver quien le gritaba, quien le pedia que no se muriera. Pero cuando vio la sombra de unos ojos carmesí, no pudo reconocerlo. Dejó ir su conciencia ante la medicación, esperando que la próxima vez que despertará, no sintiera tanto dolor en su cuerpo y corazón.

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—¡Despierta! ¡Deku! ¡MALDICIÓN!

Izuku despertó.

Sus ojos se enfocaron en unos ojos carmesí y solo pudo soltarse a llorar. Se sintió aliviado de despertar ahí, no sabía que había provocado tanto miedo y desesperación. Simplemente se sentó de golpe para abrazar del cuello a Kacchan, como si necesitará un cable a tierra que le dijera que estaba bien, que estaba vivo.

Borrador de El Amor de mi VidaWhere stories live. Discover now