10. Puedo verte.

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Cuarenta y cinco días sin Belcebú.

Observo el suave césped a mi alrededor y enchufo mi IPod.  Me acomodo sobre mis propios brazos y suspiro mientras la música llega a mis oídos. A veces me parece verle en los lugares más inapropiados: en las fiestas de la fraternidad, en la cocina haciendo estallar la sarten,  en la esquina de mi habitación sonriendo... Lo veo en todas partes.
A veces dudo incluso que sea una simulación de mi imaginación.

-¿Que estas haciendo? -Erika, mi compañera de habitación se sienta a mi lado y me arranca los auriculares de un tirón. Tiene el pelo rubio con algunas mechas rosas y siempre viste muy estrafalaria. -¿Qué es esto? ¿Música clásica?

Yo asiento divertida.

-Me relaja.- ella hace una mueca y pone los ojos en blanco mientras me devuelve mi IPod.

-¿Vendrás esta tarde?-me quedo callada. Estoy un poco cansada de quedar todas las tardes y ponerme ciega de cervezas y marihuana. Esta no soy yo.-Estará Mikel.

-Mikel no es el problema.

En realidad, si lo era. Después de que intentara meterme mano mientras yo no podía ni abrir un ojo, decidí alejarme de él.

-¿Entonces? ¿No te cae bien?

-Me cae bien pero...

No sabia como llamar violador  a alguien que era tu mejor amigo.

-Puedes decirlo, Pye. ¡Hay confianza!

-Es un poco pesado.

-¿Un poco?-Ella suelta una carcajada. -¡Es la pesadez en persona, nena!

Yo me río sintiéndome aliviada. No quería problemas después de todo, aunque "pesado" no es exactamente la palabra que usaría para definir a Mikel.

-Está tarde iré a la biblioteca. -Erika resopla como siempre y asiente.

-No deberías leer tanto. Un día te explotará el cerebro.

Hago una mueca y sonrío mientras recojo mis cosas y me levanto. Erika me sigue. Y de pronto, lo veo. Sus ojos amarillentos me recorren de arriba a bajo y ladea su sonrisa a un lado, como un depredador hazechando a su presa.

-¿Quien es ese bombón?-Erika me aparta a un lado y mira directamente. La miro extrañada.  Es imposible. Ella no puede verle.

-¿De que color tiene los ojos?-Pregunta sorprendida.-¿Son amarillos?

Mi mandíbula cae hasta el suelo y vuelvo a mirar a Belcebú. Esta aquí.

Y pueden verle.

Belcebú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora