29. La espera me desespera

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-Por favor, dejen de llamarme Pydreida.- Replico por cuarta vez. Desde que desperté es lo único que he estado escuchando las veinticuatro horas del día.

-Pero princesa, es nuestro deber como sus siervos llamarla así, o si no La Gran Madre podría...-Uno de los ángeles le atina un codazo al ángel mas joven, el que estaba hablando, para que se calle. Entrecierro los ojos y gruño.

-¿Qué os haría La Gran Madre si hicieseis algo incorrecto? Las pocas semanas que llevo aquí me he dado cuenta de que os da miedo. ¿Por qué?

Los dos ángeles se miran y uno de ellos niega con la cabeza.

-Nada, princesa. La Gran Madre es nuestra reina, le debemos nuestra vida.

La misma respuesta que me dieron ayer otros dos ángeles. - Pienso. Asiento, dando por zanjada la conversación y prosigo por el largo pasillo blanco (como todo en este palacio) hasta lo que son mis aposentos. Una gran habitación, obviamente blanca, con 2 sillones de terciopelo azules, una mesilla totalmente vacía y una cama de matrimonio también azul. A su lado, un gran balcón que tampoco sirve de mucho ya que las pocas vistas que tengo dan a otro trozo de palacio y lo único que consigo ver a través de una de sus ventanas es una especie de librería. Prometo investigar el palacio entero esta semana. Una vez dentro dejo que me vistan a pesar de que les he dicho mil veces a Róndola y Miqa, mis costureras, que puedo vestirme solita. Me dejo hacer y me lanzo a la cama, a sabiendas que estoy arrugando el nuevo vestido que me acaban de enviar de algún lugar lejano.

Escucho la puerta cerrarse tras Róndola y Miqa y por primera vez en todo el día respiro. Me tomo unos minutos antes de empezar a darle vueltas al coco, como cada tarde, y pensar en todo lo ocurrido hasta ahora: tras despertar en este mundo, nadie quiso decirme nada sobre Belcebú. Lo único que pude escuchar tras estar escondida media hora en la habitación de la limpieza fue que me dejó en las puertas de palacio y desapareció. Pensar en Belcebú me provoca miles de escalofríos por el cuerpo y a la vez miles de preguntas en mi cabeza. ¿Por qué se fue? ¿Por qué no ha intentado contactar conmigo? ¿Y si La Gran Madre le está castigando por sus errores o Ethan lo ha capturado? ¿Qué ocurrió realmente con Tina?

Suspiro y me recuesto sobre la almohada hasta que decido que no podré seguir así mucho tiempo más. Belcebú me rescató y me salvó de casarme con Ethan y vivir atada a él el resto de mi vida. Bien, pues ahora soy yo la que debe salvarle. Me levanto de sopetón y corro hasta la entrada, donde encuentro a un guarda en mi puerta mirándome fijamente. No sabría decir si está asustado o sorprendido.

-¿Desea algo, princesa?-Pregunta con nerviosismo.

-Le ordeno que me lleve a ver a La Gran Madre. -Sus ojos se abren como platos y abre la boca para replicar, pero me adelanto y pronuncio las siguientes palabras lentamente y con furia:- Ahora. Mismo.

Belcebú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora