30. Sé dónde estás.

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-¿Qué ocurre, pequeño Ethan? ¿Cómo te sientes siendo el más débil? -No reconozco mi propia voz. Es grave, pero suave y melodiosa. Es hermosa. Me inclino para mirar a Ethan a los ojos y sonrío con sorna. Mi enorme uña acaricia su tez pálida y le enseño mis dientes, preparada para atacar.
Pero otro demonio llama mi atención: Belcebú. Apoyado sobre un árbol me mira y llora.
Lágrimas negras caen como cascadas sobre sus mejillas. Murmura algo: "Eres hermosa". Y eso me enfurece. No quiero ser hermosa, quiero ser grande. Poderosa. Y para eso tengo que matarle. Me acerco con rapidez y noto cada movimiento en la tierra que provoca cada uno de mis pasos. Por fin lo tengo entre mis garras. Es mio. Apreto el puño y escucho alguno de sus huesos romperse. Belcebú me mira y entonces, lo recuerdo. Yo le amo. Esto no tendría que estar pasando. Esta no soy yo. Socorro. ¡Soc...!

-¡Socorro!- Grito mientras caigo de la cama y me clavo la esquina de la mesilla en la sien. Dos guardias entran corriendo y comienzan a revisar con rapidez la habitación, sin encontrar nada.
Después se acercan a mi y me ayudan a levantarme ya que las piernas me fallan. Me deshago con furia de sus brazos y salgo a la terraza ignorando sus preguntas. Cada noche tengo una pesadilla y, todas ellas, terminan con Belcebú muerto. Yo lo mato. Y esa idea hace que me odie a mi misma más de lo normal.

Una luz se enciende tras la ventana del trozo de palacio que se ve desde mi balcón. Una chica encapuchada parece que busca algo entre unas estanterías. Me inclino tratando de ver algo más pero tropiezo y estoy apunto de caer por el balcón. Gruño y mido la distancia que hay entre mi balcón y el de la librería. Podría morir. Pero también podría conseguirlo.

Una voz en mi cabeza me suplica que no lo haga pero algo me dice que esa chica podría tener todas las respuestas que necesito. Me doy la vuelta hacia la puerta que da a mi habitación y de pronto me giro. Y corro. Llego hasta la zona plana de mi balcón y me preparo para el salto. El cual llega y la caída es más dolorosa de lo que esperaba. En mi rodilla aparecen varios rasguños y se que mi mejilla izquierda está sangrando pero no me importa. Abro la puerta del balcón y entro.

Una increíble sala que parece interminable se extiende ante mis ojos y observo maravillada las miles de estanterías repletas de libros que hay a mi alrededor. Algunos libros incluso vuelan y se mueven de estanterías a otras. Nunca había visto algo tan mágico.

-Tu no deberías estar aqui.- Una vocecita gruñe a mis espaldas. Observo a una chica menuda pero muy bonita mirarme con el ceño fruncido. Tiene la piel blanca como la nieve y unas pecas muy graciosas se asoman en su naricita y su pelo pelirrojo contrasta completamente con el tono de su piel.

-¿Cuántos años tienes?-Abro la boca incapaz de poder contenerme. La niña gruñe.

-13.

-¿Por qué estás aquí?

-Soy la Guardiana de las Reliquias. Y -Dice ella impaciente.-, te queda una pregunta.

-¿Qué?

-La Guardiana de las Reliquias sólo concede 3 respuestas a 3 preguntas cada semana. Y ya has concluido tus tres preguntas. Un placer, pequeña Py.

Intento contenerla pero ningun sonido sale de mi boca al intentar hablar y se que eso es obra suya. Se da la vuelta y comienza a desaparecer atravesando las estanterías. Pequeña Py. Suspiro y niego con la cabeza. Esa chica conoce a Belcebú. Esa chica sabe donde está. Y no puedo esperar una semana más para saberlo.

Belcebú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora