POV BELCEBÚ
Me asomo tras la puerta de la cafetería y logro ver su moño desecho mientras ojea una y otra vez la carta misteriosa. Acomodo mi capucha negra para intentar tapar mi cara lo máximo posible y me siento a tres mesas alejado de ella. La distancia me mata.
Sobretodo desde que dejó de hablarme. La observo con detenimiento, su chaqueta holgada cae sobre sus hombros y a pesar del frío que hace ella lo ignora. En un momento hace trizas la carta y se levanta con energía para salir de allí. Lanza la carta a la papelera y continúa su camino hasta la parada de autobús, pero antes de subir se para en seco.Me escondo lo máximo posible, ahora tras los arbustos, y la miro expectante. Por un momento pienso que me ha visto pero pasa de largo y se encamina hacia una pequeña caseta en la que hay una abuela vendiendo caramelos. La mujer sonríe al verla y comienzan a hablar muy animadamente, para luego volver a irse. Sus pasos son decididos y rápidos como si tuviera prisa. Frunzo el ceño al ver al chico de la otra vez salir de su casa e invitarla a pasar. Pero antes de que ella llegue a entrar, él me mira. Me estremezco nada más sentir su presencia y consigo disipar un toque de odio y asco en su mirada.
Luego, cierra la puerta con fuerza. Apreto los puños y gruño mientras intento encontrar una forma de impedir a Pye hacer una estupidez con ese maldito ángel. Nunca pensé que Pye podría tener un ángel guardián oscuro, y menos que él quisiera hacerla daño. Siempre hacen lo mismo, primero se ganan la confianza de estos inútiles humanos y luego les seducen para que caigan en sus garras y renuncien a su vida mortal por amor.
Esa palabra me produce escalofríos y un atisbo de esperanza. Espera.
¿He dicho esperanza? Quería decir asco. Si, eso mismo. William aparece frente a mi de sopetón, como siempre, y sonríe maliciosamente. Tiene el pelo ahora negro y los ojos verdes, supongo que ha decidido cambiar de aspecto como todas las semanas. A mi me gusta mi cuerpo. Estoy bueno, para que mentir.-¿Cómo te va con la mortal enamorada?-Hago una mueca y me encojo de hombros mientras me aparto la capucha de golpe. William es mi compañero, por decirlo así. Es lo más parecido a un amigo que tengo.
-¿Y a ti?
-Genial. La chica no da muchos problemas.-Sonríe y comienza a arreglarse el pelo con la mano al ver a un chico de pelo rojizo acercarse.
-Sabes que no puede verte, ¿verdad? Estas desenchufado.
Esa es la palabra que usamos para decir que estamos en proceso invisible y solo pueden vernos los de nuestra especie. Y Pye, claro. William gruñe y chasquea los dedos para hacerse visible, pero solo logra asustar al pobre chico que un instante después sale corriendo.
-Siempre igual. Los humanos son todos unos médicas. -Suelto una carcajada y le empujo amistosamente.
-¿Cómo van ahí arriba?-Hago una señal con la cabeza hacia el cielo.
-Un poco liados, pero bien. Los ángeles oscuros nos dejan en paz por fin. Se habrán cansado de luchar por nada.
-¿Y con el tema de...Pye?
Al parecer, cuando Pye me dijo que estaba enamorada de mi debía de haber un ángel merodeando por la zona y corrió a chivarse a Los Grandes, los cuales me castigaron durante unas semanas sin viajar a tierra. Semanas en las que Pye pensó que la había abandonado o no sentía lo mismo.
-Ya no piensan que la amas, pero ella claramente sigue enamorada de ti.-William resopla pero se le ilumina la cara de sopetón. -¡Pero hay buenas noticias! Han enviado a un ángel de la luz a enamorarla o algo así. ¿O era un demonio? No estoy seguro...
-¿Y eso que significa? -Me paro en seco y recuerdo la escalofriante mirada de el ángel oscuro que estaba junto a Pye. -Además, los angeles tenemos prohibido tener relaciones con un mortal.
-Ahí está la cosa, pequeño Belcebú. Ella no es una mortal cualquiera.
-No entiendo nada.-Frunzo el ceño, confundido.
-El ángel que han enviado es el hijo de uno de Los Grandes. Resulta que tras buscar y buscar una mujer digna para el pequeño príncipe, le dijeron que fuese a tierra y buscara a la mortal más hermosa para después convertirla así en ángel. Y debe ser que ese chico vió a Pye y se enamoró de repente.
-Eso es imposible.
-Son Los Grandes amigo. Pueden hacer lo que quieran .-William se acerca a mi y mira de un lado a otro, rastreando la zona en busca de algún chivato. -He descubierto algo.
-¿Sobre Pye?
Él asiente enérgicamente. Camino hacia un callejón oscuro y solitario y le obligo a bajar la voz.
-Pye no es mortal. En realidad no estoy muy seguro de que es. ¿Nunca te has preguntado por qué puede verte?
Me encojo de hombros y niego con la cabeza.
-Sus padres murieron en un accidente de tráfico, o eso decían los mortales pero no fue así. Su madre es Darkeida, Belcebú.
Trago saliva. Darkeida es el ángel más poderoso de todo el mundo, por no decir el universo. Cuenta la leyenda que engendró un hijo con El Rey del Infierno, ya que estaba perdidamente enamorada de él, pero la gente no lo aceptó y la obligaron a abandonar al niño. Un niño, que resulta que es Pye.
-¿Te das cuenta de lo que esto significa?
Asiento lentamente incapaz de decir una palabra más.
-Pye es la hija de los dos seres más poderosos del universo. Mitad ángel, mitad demonio. Y si alguien se entera, no dudará en matarla o aún peor: venderla. Podría incluso comenzar una guerra por esto.
En ese momento dos únicos pensamientos me atraviesan la mente:
1. El príncipe oscuro sabe quién es ella.
2. Está en peligro.
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FOTO DE WILLIAM😏
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Belcebú.
RomansaMe llamo Pye y en ocasiones veo angeles. Algunos me dicen que haga cosas buenas. Otros simplemente me ignoran. Ha aparecido un nuevo ángel: se llama Belcebú. Es un auténtico borde. Pero de alguna manera, ha despertado algo en mi interior, ya sea...