24. Te echaba de menos.

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-¿Me estás diciendo que he estado durante tres meses encerrada en un puto cuarto solo por qué tú habías tenido una predicción de mierda en la que aparecía yo asesinada?

-A ver, visto así... -Belcebú se encoge de hombros y ladea la cabeza como restándole importancia.

-¡Eres un loco de mierda! ¡Maldito idiota! ¿Y Rose? ¡Nadie sabe absolutamente nada de mi! ¡Casi no comia!

-Yo no quería ¿vale? También te echaba de menos. -Murmura con enfado. -Pero tus malditos padres me han asignado ser tu maldito ángel guardián. ¿Contenta?

-¿Que quieres decir? Siempre has sido mi ángel guardián.

-Te mentí, pero eso no tiene importancia.

-Me tienes que estar vacilando. ¿Qué quieres decir con eso?

-Nunca he sido tu ángel guardián. Soy un medio ángel y demonio desterrado y decidí ayudarte desde que eras pequeña por ciertos motivos.

-¿Qué motivos? -Belcebú se encoge de hombros y deduzco que no va a responder mis preguntas. Camino de un lado a otro y cada vez que miro a Belcebú me entran ganas de cometer un asesinato pero a la vez miles de sentimientos se acumulan en mi pecho y piden a gritos ser liberados.

-Puedes pegarme pero te advierto: no siento nada.

-¿No puedes sentirme?

-Cada vez menos, pequeña.

-¿Por qué?

-Llevo demasiado tiempo en la tierra. Me desvanezco. Es como caducar para nosotros.

-¡Pues vuelve al Infierno!

-Aún no puedo. Debo acabar mi misión.

-¿Y cuál es tu misión?

Sus ojos se cierran por unos segundos y me mira fijamente. Un escalofrío me recorre toda la espalda y siento que la oscuridad me invade, pero le aparto con rapidez y él gruñe.

-¡No uses tus poderes para esquivar mis preguntas, maldito demonio!

Él me mira por unos segundos y comienza a reírse con fuerza, contagiándome a mí también. Me acerco a él de sopetón y lo abrazo con fuerza.

-Te echaba de menos. -Murmuro en su oído. Sus manos me acarician la espalda y se enredan en mi pelo juguetones. Lágrimas amenazan con salir e intentó mantenerlas en su guarida, pero pueden conmigo.

-No llores pequeña. Sabes que me dan asco los mocos.

Asiento y suspiro mientras me aparto poco a poco de él, pero manteniendo mis brazos al rededor de su cuello. Él me acaricia las mejillas y sonríe con ternura, como un hermano mayor sonreiría al ver a su hermana pequeña jugar.

-No te veo como una hermana pequeña. Nunca podría hacerlo.

-Deja de leerme el pensamiento.

-Me cuesta saber lo que piensas si no lo hago. Eres complicada.

Sus labios rozan mi nariz y me produce cosquillas. Voy a besarle. Necesito besarle.

-Hemos estado demasiado tiempo separados, ¿no crees?-Pregunto alzando una ceja con sorna.

-¿Estás sugiriendo lo que yo creo?

-¿Tu qué crees? -Su aliento me hace cosquillas en el cuello y comienza a dejar pequeños besos en él, siguiendo el camino de mis lunares hasta llegar a mi boca. Escucho como suspira al pegarme más a él y sonrío, sintiéndome poderosa.

-Creo que deberíamos recuperar el tiempo perdido. -Susurra en mi oído. Asiento y sin esperar un segundo más, lo beso. Su lengua roza la mía, al principio con timidez y luego con una soltura que jamás imaginé que llegaría a tener. Mis manos se enredan en su alborotado pelo y sonrío cuando siento sus manos sobre mis caderas subiendo y bajando. No va ni demasiado rápido ni demasiado lento. Simplemente, es perfecto.

De pronto aparecemos sobre una cama: estamos es su habitación. Gruño al recordar que sobre esa misma cama han dormido otras mujeres, pero no quiero estropear el momento. Agarro su camiseta y se la quito con rapidez ganandome una carcajada por su parte.

-Despacio, nena. Tenemos todo el tiempo del mundo.

Me separo unos milimetros y ataco su cuello, saboreando cada parte de su piel. Hundo mis manos en su pecho y me coloco a sobre el, mis piernas rodeando su cintura. En cuanto mis labios rozan su cuello, Belcebú empieza a arder.

-Joder, nena. -Sonrío y bajo la mano lentamente por su torso, hasta llegar a su entrepierna por encima del pantalon. Palpo su dureza y me siento poderosa, como una diosa. -Pye, me estás volviendo loco.

Belcebú me arranca la camiseta y observa cuidadoso mis pechos, aún tapados por el sujetador. Me lo quita con delicadeza y se relame los labios, haciendo que me encienda todavía más. Agarra mis pechos con fuerza y comienza a chupar uno de mis pezones mientras cierro los ojos y arqueo mi espalda disfrutando como nunca. Su lengua da vueltas sobre mis pechos y muerde mi pezon izquierdo con fuerza, haciendome gritar de placer.                                                                       Me da la vuelta y comienza a darme besos húmedos por el puente de mis pechos hasta llegar a la fina tela de mis bragas de las que se deshace en cinco segundos. Su lengua recorre mi ombligo hasta llegar abajo del todo, introduciéndose en mi y provocandome mil orgasmos.

Cuando Belcebú vuelve a levantar la mirada, sus ojos estan de color rosado y su piel ha adquirido un color dorado, al igual que yo. Sonrío y acaricio su cara lentamente mientras siento una opresión en el pecho.

-Pye, yo... -Beso a Belcebú y le obligo a callarse. No quiero que arruine el momento. Me deshago de sus pantalones (por fin) y contemplo su miembro al descubierto. Es enorme. Comienzo a tocarle y cierra los ojos, disfrutando de mi contacto. -Pye...Joder.

Muevo mi mano con mas rapidez arriba y abajo hasta que empieza a temblar y se corre sobre mi. Me abrazo a su espalda y acaricio cada centimentro de su cuerpo mientras recobra el aliento. Belcebú levanta la mirada y sonríe: -Eres preciosa.

Minutos después Belcebú recibe una llamada: es Rose.

Belcebú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora