Capítulo 4

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A dos años de la muerte de su padrastro, la vida de Luhan había cambiado tremendamente. Y de aquel pelinegro; el asesino, su salvador, no había vuelto a tener noticias. Al punto, en que todos los hechos ocurridos esa noche, le parecían al muchacho como un simple sueño. O una extraña pesadilla.

La muerte de Choi Siwon desencadenó la apertura de una investigación sumamente mediática, a nivel nacional, asociada a una red de prostitución y pornografía infantil. Quienes formaban parte de aquel negocio tan turbio, eran hombres de las importantes esferas nacionales: fiscales, senadores, empresarios y jefes de departamentos de policías. Y todos ellos, mantenían relaciones comerciales con mafiosos.

Al ver los noticieros, el mismo día en que habían hallado el cuerpo inerte de su padrastro, Luhan lo supo de inmediato. Los hombres que había visto aquella noche en el bosque, los de la máscara, eran los socios de su padrastro.

Lo que más llamó su atención, fue que a las semanas siguientes, algunos de los hombres relacionados a dicha red, aparecieron muertos. Según los medios de comunicación: muertes repentinas y algunos aparentes suicidios. A nadie le interesó realmente, pues teniendo en cuenta las acusaciones en contra de aquellos hombres, todos asumieron que estos habían optado por la vía más corta: el suicidio.

Lejos de volver la tranquilidad a la vida de Luhan, las semanas siguientes a la muerte de Choi Siwon, solo trajo periodistas y cámaras a su casa. Todo el mundo quería entrevistarlo a él y a su madre. Y aunque, dado que se esforzaron en ocultarlo, jamás se confirmó que el rubio había sido una de las tantas víctimas de su padrastro, muchos lo sospechaban, lo que, en conjunto con el suicidio de su propia madre, meses después de la muerte de Choi Siwon, gatilló que el muchacho abandonara la ciudad y su colegio.

Ahora, con dieciocho años recién cumplidos, Luhan vivía en la zona rural de Daegu, alejado de la urbanización y de todo aquel que quisiera indagar en el pasado y negocios de su padrastro. No tenía familia, pero el muchacho no estaba solo. Quien se había encargado de cuidarlo y protegerlo de los medios y policías curiosos, brindándole un nuevo hogar, tranquilo y alejado de los problemas, era Choi Minho, el mismísimo hermano menor de Choi Siwon.

A pesar de todo, a pesar de las cosas horribles que le había hecho su padrastro, el rubio no podía odiar a Minho. De hecho, lo quería. De niño, lo recordaba con cariño. Siempre había sido bueno con él. Hasta que su padrastro decidió enviarlo a estudiar al extranjero, para alejarlo de la familia, pues desde siempre, Minho había sospechado de los negocios turbios de su hermano y de los malos tratos que sufría el pequeño Luhan. Empero, al destaparse todos los secretos de su hermano, Minho no dudó en regresar a Corea del Sur para proteger al muchacho y tratar, de alguna manera, de enmendar todo el daño que le había hecho su hermano.

En la actualidad, por irónico que resultase, Luhan consideraba a Choi Minho su única familia. Y era la persona en la que más confiaba.

Ahora, por fortuna, todo estaba tranquilo.

Luhan había terminado de estudiar desde casa y se preparaba para dar los exámenes de admisión para ir la universidad. Quería hacerlo, aunque a veces, la idea le aterraba. Vivía con el miedo constante de que la gente lo relacionara con su padrastro y todos los abusos que había vivido salieran a la luz definitivamente. Esa era su mayor preocupación, por lo que evitaba, dentro de lo posible, cualquier contacto con las personas.

Por extraño que pareciera, el rubio ni siquiera sentía la ausencia de su madre. Al verla muerta, en su cama, debido a una sobredosis de pastillas, Luhan ni siquiera recordaba haber llorado. Nunca pensaba en ella. Así como ella jamás había pensado en él al momento de meter a ese hombre en sus vidas.

EN LAS MANOS DE UN ASESINO (HUNHAN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora