Capítulo 18

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Cuando regresaron a casa, luego de dos semanas, Wolf los recibió con alegría, como si hubiera pasado años sin ver a sus nuevos dueños. Enseguida Luhan rodeó al perro con sus brazos y Minho se dispuso a hacerle cariño de manera afectuosa.

A pesar de sus reparos iniciales, el rubio se la había pasado de maravilla en compañía de Minho. Había tenido unos días grandiosos en Hokkaido. Sin embargo, el muchacho no podía negar lo mucho que había extrañado su casa. Aquel lugar que, por primera vez, se animaba a llamar hogar.

—¿Nos extrañaste, Wolf? ¿Cómo te portaste? —dijo Luhan, sin soltar a su perro, mientras este le lamía la cara con entusiasmo. Ninguno quería soltar al otro.

—Vamos Lu, tenemos que desempacar. Ambos, tú y el perro, entren a la casa. Hace frío aquí afuera —dijo Minho, que llevaba las maletas hacia dentro con algo de dificultad, las suyas y las del rubio.

—Venimos directamente desde Hokkaido, hyung, este clima no es nada —dijo Luhan, todavía acariciando a Wolf.

—El cambio de temperatura te hará mal. Tienes unas defensas pésimas. Hazme caso —insistió Minho, pero al ver que ni el muchacho ni el perro lo tomaban en cuenta, rodó los ojos y, acto seguido, tomó a Luhan entre los brazos y lo cargó sobre sus hombros, dispuesto a llevarlo adentro.

—¡Hyung, bájame! ¡No soy un niño! —exclamó Luhan, entre risas y pataleos, con los ladridos de Wolf de fondo.

—Pues me desobedeces como uno —dijo Minho, ignorando la petición del muchacho.

Finalmente, ambos entraron a casa, seguidos de Wolf que agitaba su cola por la felicidad.

Cualquiera que los viera, pensaría que eran una familia feliz. Pequeña y fuera de lo común, pero feliz. O al menos, eso fue lo que pensó Oh Sehun, que observaba la escena oculto entre los árboles.

...

Cuando Luhan terminó de desempacar sus cosas, ya en su habitación, decidió que era hora de tomar un baño. Aunque odiaba admitirlo, su hyung tenía razón y creía que el cambio de temperatura le causaría un resfriado, por lo que le pareció buena idea tomar un baño caliente, además, luego de aquel viaje y de que Wolf se le lanzara encima, lo necesitaba. De modo que ingresó al baño de su habitación, pues contaba con uno propio, abrió la llave del agua, se quitó la ropa y se metió en la ducha. De inmediato dejó que el agua le recorriera el cuerpo y, debido a la temperatura de esta, no pudo evitar recordar los baños termales que había visitado en Hokkaido con su hyung. Era un lugar maravilloso y pensó, sin lugar a dudas, que iba a regresar.

Fue en ese momento, cuando pensaba en los hermosos paisajes japoneses, que un ruido lo alertó. Era el sonido de la puerta.

—¿Minho hyung, eres tú? —preguntó el rubio dentro de la ducha, más no obtuvo respuesta, por lo cual descorrió la cortina un poco, solo para notar allí, para su sorpresa, a Oh Sehun.

—Si vuelves a repetir ese nombre en mi presencia, me voy a molestar bastante, Luhan —espetó Sehun, con un semblante de molestia demasiado evidente.

De inmediato, Luhan cerró el agua de la llave, con un poco de torpeza debido al desconcierto.

—¿Qué haces aquí...? ¿Cómo entraste? —preguntó el muchacho, sintiéndose todavía más sorprendido y avergonzado cuando observó que el pelinegro comenzó a despojarse de su ropa.

—¿Qué hago aquí? Pues, te recuerdo, que teníamos un trato. ¿Cómo entré? Por la jodida ventana, porque ni siquiera te molestas en ponerle seguro —dijo Sehun, que cuando estuvo completamente desnudo, ingresó a la ducha sin ningún tipo de pudor, para enseguida aprisionar al rubio contra las frías baldosas de la pared —Estoy furioso contigo, Luhan.

EN LAS MANOS DE UN ASESINO (HUNHAN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora