Capítulo 24

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Sehun visitó al muchacho aquella noche, durante la madrugada. Se trepó en su ventana y golpeó el vidrio, despertando a Luhan de su sueño, sin demasiada dificultad. Al verlo cara a cara, le pidió que lo siguiera. Sintiéndose confundido, Luhan, sin hacerle demasiadas preguntas, lo siguió, sin saber qué sucedía. La mirada del pelinegro y su expresión de preocupación, le indicaron que algo ocurría. De otro modo, no se explicaba el comportamiento de Sehun ni su repentina irrupción durante la noche.

El silencio del pelinegro, mientras conducía su motocicleta a través de la arboleda, no ayudó a despejar las dudas del menor. Por el contrario, con el pasar de los minutos, su confusión e ignorancia fue en aumento.

Finalmente, luego de un rato de silencio abrumador, el muchacho divisó la guarida de Sehun. También vió a Chanyeol fumando afuera, evidentemente nervioso. En un principio, tardó en reconocerlo. Era la segunda vez que lo veía. 

—Ya era hora, maldita sea —dijo Chanyeol en tanto divisó a los recién llegados, lanzando el cigarrillo al suelo con rudeza, para luego aplastarlo con su zapato. Ni siquiera se molestó en saludar al menor, sino que se limitó a regresar a la guarida —Debemos darnos prisa. Está volviendo a ocurrir. No le bastaron las dos bolsas de sangre que le di.

Antes de que el muchacho hiciera ingreso también, Sehun tomó una de sus manos, para tranquilizarlo, pues sabía que le haría falta.

Efectivamente, así fue. En tanto Luhan vio a Kai, amarrado en la cama del pelinegro, con su ropa, manos y rostro sucios con sangre, los ojos rojos, y una mirada rabiosa, se sintió temeroso. Era la primera vez que veía algo así. Kai parecía un demonio embravecido, o una bestia rabiosa, ciertamente, cualquier cosa menos un humano en ese momento.

—¿Qué le ocurre...? —musitó Luhan, apenas, sin poder apartar su mirada del moreno. Se veía muy diferente a aquella vez en que éste lo había ayudado con sus crisis de ansiedad. No era el mismo Kai con el que había hablado en la cafetería.

—Tranquilo, todo estará bien —le dijo Sehun al rubio, apretando su mano entre la suya.

—¡Joder...! ¡Su olor...! ¡Déjenme morderlo, por favor...! —exclamó Kai, intentando zafar de las amarras, dispuesto a abalanzarse sobre el menor. Afortunadamente, lo habían atado bien.

Luhan dió un brinco en su sitio e, instintivamente, se ocultó tras Sehun.

—¡Por la mierda, cálmate! —espetó el pelinegro a su amigo.

—Sehun...Explícame qué está ocurriendo —dijo el rubio, aferrándose a la chaqueta de Sehun.

—En palabras sencillas, niño bonito, necesitamos tu sangre —dijo Chanyeol, recibiendo una mirada aniquilante por parte del pelinegro debido a su falta de tacto.

—¿Mi sangre...?

—Si. Kai está como loco ahora y la única forma de calmarlo es dándole tu sangre. Es complicado de explicar y, ciertamente, no necesitas saber mucho más. Solo siéntate y voy a extraer un poco de tu sangre con una aguja. Todo será más rápido y sencillo si decides cooperar —dijo Chanyeol, sacando una aguja desde un botiquín blanco que sacó de su mochila.

—Mierda, Chanyeol, eres un imbécil. Solo lo estás asustando —se quejó el pelinegro, para enseguida tomar el rostro temeroso de Luhan entre sus manos —Escucha, bonito...sé que esto es muy jodido, y sé que nuestro trato no tiene nada que ver con esta situación, pero jamás te pediría algo como esto de no ser sumamente necesario. Prometo explicarte todo después, pero ahora...te necesito.

"Te necesito". Esa frase fue suficiente para el muchacho. Qué Sehun lo necesitara, aunque no fuera directamente, lo hizo sentir especial. Por fin, pensó el rubio, podría devolverle el favor de hace dos años de algún modo. Su corazón latió con fuerza y tuvo que girar el rostro para que el pelinegro no lo viera sonrojado. 

EN LAS MANOS DE UN ASESINO (HUNHAN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora