Capítulo 14

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A pesar de que se lo había dicho con seriedad en su expresión, el muchacho no creía que el pelinegro fuese a cumplir su palabra, pues si éste no iba a beber de su sangre, no tenía sentido que se vieran todos los días. A decir verdad, a pesar de todo, a Luhan le fascinaba la idea, porque por mucho que quisiera negarlo, Sehun le gustaba, pero dudaba de que para éste él significa algo más que una fuente segura de sangre.

Sin embargo, causando la sorpresa total en el menor, Sehun apareció a la mañana siguiente frente a su casa, montando su motocicleta.

—¿Sehun...? —musitó el muchacho en tanto lo vió desde la ventana, para enseguida, prácticamente, correr hacia la puerta. Una vez junto a la puerta, se sintió un poco tonto por su reacción.

—¿Creíste que no hablaba en serio, Luhan? —le dijo éste, en tanto se vieron —Sube, que no tenemos todo el día.

El muchacho obedeció sin pensarlo, subió a la moto, Sehun lo ayudó con el casco y pronto salieron rumbo a la carretera.

No era la primera vez que Luhan paseaba con el pelinegro en su moto, pero aquel viaje se sintió diferente. Y, aprovechando un poco las circunstancias, el muchacho se tomó el atrevimiento de rodear con fuerza la cintura de Sehun, con la excusa de aferrarse bien. El pelinegro no se opuso, porque le gustaba sentir el calor del menor y, sobre todo, su olor.

Recorrieron en la moto de Sehun toda la zona rural de Daegu, incluso lugares que el menor jamás había visitado en todo ese tiempo viviendo allí.

Sehun detuvo de pronto la motocicleta en un mirador, que daba hacia el bosque otoñal y las pequeñas montañas que rodeaban la zona. Ambos bajaron. Al muchacho aquel paisaje le resultó hermoso y no pudo evitar esbozar una gran sonrisa al verlo.

Muchas veces, mientras vivía bajo el techo de Choi Siwon, había pensando que la única solución de acabar con todo aquello era ponerle fin a su propia vida, empero, días como aquel y deleitarse con escenarios como el que veía en ese momento, le hacían confirmar que había tomado la decisión correcta y que vivir era, a pesar de todo, un regalo.

Al ver aquella expresión en el rostro del menor, el pelinegro se sintió extrañamente satisfecho. El muchacho era hermoso, no podía negarlo y jamás se cansaría de mirar sus bonitos rasgos. Pero más allá de eso, la ingenuidad suya y como parecía alegrarse con pequeñas cosas a pesar de todo lo que había sufrido, provocaba en Sehun diversos pensamientos. Curiosidad, sobre todo.

Querer verlo todos los días, no era más que una expresión de lo posesivo y protector que era con lo que consideraba suyo, pero no podía negar que se sentía a gusto en ese momento con Luhan. Tal vez demasiado. Y eso, lo asustaba un poco, porque no se había sentido así en mucho tiempo. Junto al menor, se sentía vivo.

—Es muy hermoso —musitó Luhan, con la vista perdida en el bosque otoñal.

—Lo es —dijo Sehun, mirando al rubio, perdido en sus facciones. Luego, se acercó más hacia el mirador y se apoyó en la baranda de madera, para, luego de meditar unos segundos en silencio, dirigirse al menor: —Tienes una oportunidad. Haz una pregunta y la responderé. Haré solo esta excepción, así que pregunta lo que sea.

Sorprendido, el rubio dirigió su vista al más alto. Quería preguntar muchas cosas. Quería saber todo de él. Sin embargo, no quería ser invasivo. Kai le había contado algunas cosas, pero no era suficiente, eso era seguro.

—¿Tienes familia? —preguntó finalmente, temiendo que aquella fuese una pregunta incómoda, pues Sehun tardó en responder. Además, pronto recordó que Kai le había dicho que personas como ellos normalmente eran abandonados por sus familias, por lo que rápidamente se arrepintió de haber preguntado eso —No es necesario que respondas. Después de todo, las familias no siempre son el refugio de uno. Lo sé por experiencia...

EN LAS MANOS DE UN ASESINO (HUNHAN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora