Capítulo 6

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Ambos se miraron. Era la primera vez que se miraban tan profundamente desde que se habían conocido. Se miraron con ansias y deseo. Un deseo casi enfermizo. A continuación, fue el pelinegro quien capturó los labios del menor en un fogoso beso. El más alto, Sehun, no andaba con rodeos. Su boca no se movía con ternura, ni paciencia. Se movía con desenfreno. Lamiendo y chupando los labios del muchacho, para después introducir su lengua y apoderarse de la boca ajena. Le pareció, sin temor a exagerar, que los labios del rubio eran tan dulces como su sangre.

En tanto, Luhan intentó seguirle el ritmo de la mejor manera que podía, pero se le hizo difícil. Hasta que, en algún punto, debido a la falta de aire, optó por morder la boca del pelinegro para indicarle que se detuviera.

Sehun se detuvo y le sonrió al muchacho de manera seductora. Lejos de molestarle que lo hubiera mordido, se sintió aún más caliente. Y entonces, guió la boca nuevamente hacia el cuello del menor. Deslizó sus manos dentro de la playera del rubio y acarició su abdomen, hasta subir a su pecho y tocar con sutileza uno de sus pezones, provocando que el muchacho soltara un pequeño gemido.

Al oír aquello, el pelinegro apegó su pelvis a la del menor, para restregarla. Ambos estaban duros.

—Ya no aguanto más. Vamos a tu habitación o te follaré aquí mismo —dijo Sehun, a la vez que besaba el mentón y la comisura de los labios de Luhan.

—Mi habitación está arriba.

—No tengo paciencia. Hagámoslo aquí —dijo Sehun, abriendo la puerta de la habitación más cercana, junto al living, para guiar al muchacho hacia dentro con prisa.

—¡No! ¡Aquí no! Es la habitación de Minho hyung —dijo Luhan, intentando zafarse del agarre de Sehun, pero este lo ignoró y lo lanzó a la cama.

—Lo sé. Tiene su olor en todas partes. No te preocupes, ya vamos a solucionar eso,

Enseguida, Sehun se quitó la chaqueta, seguido de la playera negra, dejando expuesto su torso blanco y bien tonificado, ante la mirada embelesada del otro. Luego, se inclinó hacia el rubio y deslizó la playera de este hacia arriba, para comenzar a repartir besos en su pecho y abdomen.

Al sentir la boca del pelinegro sobre su cuerpo, el menor se mordió los labios para no soltar sus gemidos. A él mismo le sorprendió la sensibilidad en su cuerpo. Se sentía bien. Aquellos toques, aquellos besos y caricias, le gustaban. Jamás había llegado a imaginar que hacer eso con alguien pudiera sentirse tan bien. Y apenas eran unos cuántos besos. El muchacho había llegado a creer que luego de todo lo ocurrido con su padrastro, jamás podría disfrutar de los toques de otra persona. Y, sin embargo, allí estaba, mordiéndose la mano para no gemir por el placer que le brindaban los labios del pelinegro.

Acto seguido, sin mayores preámbulos, Sehun tiró del pantalón del rubio, para quitárselo, al igual que su ropa interior, dejándolo completamente expuesto. Al ver al muchacho sonrojado, el pene le palpitó con fuerza, por lo que tuvo que desabrochar su propio pantalón y liberar su hombría.

Enseguida, tomó un condón que sacó desde el bolsillo de su pantalón y se lo colocó él mismo.

Sehun abrió las piernas de Luhan y acomodó su miembro entre ellas, dispuesto a introducirlo, empero el menor lo detuvo con una de sus manos.

—No quiero hacerlo. Es muy grande. Me va a doler —lloriqueó.

—Tienes razón. Que desconsiderado de mi parte —dijo el pelinegro tras unos segundos de meditación, para enseguida humedecer sus dedos con su boca e introducirlos al instante en la entrada del muchacho —Espero que eso sea suficiente.

EN LAS MANOS DE UN ASESINO (HUNHAN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora