"¿Iris?" insiste cuando me quedo callada. Fred se separa de mí y se sienta sobre sus rodillas.
Nunca había maldecido tan fuerte a mi primo.
"Iris"
"Sí" le digo por fin. "Estuve en San Mungo"
Su rostro casi se cae.
"¿Por qué?"
"¿Por qué?" le repito. "¿Qué te importa? ¿Acaso vamos a pretender que esto es algo que no es?"
Por primera vez, estoy siendo una malcriada sin segundas intenciones.
Fred se queda en silencio. Me recorre con la mirada como descifrando mis intenciones.
"¿Tuviste otro ataque de pánico?"
Me cruzo de brazos y desvío la mirada.
"No pasa nada" le aseguro.
Después de un minuto de silencio, él niega con la cabeza y se levanta de la cama.
Yo me incorporo cuando lo veo ponerse su ropa.
"¿Qué estás haciendo?"
"Me voy, Iris"
"¿Por qué?"
"¿Por qué?" pregunta de vuelta. "¡Porque estás recién llegada del hospital! ¡Porque deberías descansar! ¿Cómo me dejaste hacerte todas esas cosas si estabas convaleciente?"
No puedo evitar ese tirón que me da en el pecho. Claro que se va a ir. Si no estamos follando, ¿cuál es el punto de que se quede?
Dios, cómo me gustaría que se quedara.
"¡Por eso no te lo dije!" exclamo, "¡No estoy convaleciente! ¿Acaso me ves convaleciente?"
Él se acerca a mí. Los pantalones ya puestos y la camisa en la mano.
"¿Esperas que me entere que estuviste en San Mungo y no me importe, Iris? ¿Es eso lo que piensas de mí? ¿Que te estoy usando como un saco de carne y nada más?"
"Bueno, ¿Qué más hay?"
Nos quedamos en silencio. Casi le insisto. Casi le digo anda, dímelo, niégamelo, pero el silencio es demasiado fuerte. Su mirada es intensa y cargada, y está apretando tanto la camisa en su mano que casi creo que se le va a cortar la circulación.
Él aparta la mirada primero. Niega con la cabeza.
"¿Qué más hay?" le exijo, mi voz demandante.
Sigue de pie frente a mí sin decirme nada.
Nada.
Este es el momento en el que se rompe todo. Todo lo que podría haber soñado con él. El recuerdo de nuestros cuerpos entrelazados en su cama, de manera casta y pura, con la luz de la tarde bañándonos de oro y su mano sobre mi pecho sin que significara nada sexual, solo yo dándole acceso a un lado vulnerable de mí que no le interesa recoger.
Este es el momento en que, si quiere, podría tener mi corazón.
Y escoge guardar silencio.
Fred podrá hablar de cuidado todo lo que quiera, pero la verdad es que lo que tenemos es sexo y nada más, y no voy a andar contándole de cada vez que tengo un ataque de pánico como si fuera mi novio, porque no lo es.
"Draco me contó sobre ti" le digo de repente, porque esa parte rota y furiosa dentro de mí me urge a defenderme, a dañarlo como me está dañando él con su silencio. "Me dijo que tuviera cuidado contigo, porque puedes ser verdaderamente cruel"
"¿Draco Malfoy dijo eso sobre mí?" me dice casi riéndose. Esa careta controlada y dominadora ha vuelto, la misma que usa cuando estamos en la cama. "¿Qué más te dijo?"
"Dijo que llevas media década de luto por tu novia" le digo. "Que nunca seré más que un polvo para ti. Y creo que es verdad. Creo que no tienes relaciones de verdad porque sigues aferrándote a un fantasma"
"¿Y sabes todo eso porque te conté una historia?"
Lo miro enfadada. Ambos estamos disparando a matar, y no sé quién terminará muerto primero.
"Sé todo eso porque a pesar de lo que quieras creer, eres transparente como el cristal"
Me evalúa con una mirada depredadora. Da un par de pasos hacia mí como un león hacia su presa, delicados y calculados. Y aún furiosa como estoy, no puedo evitar maravillarme ante su cuerpo, ante su elegancia natural, su belleza.
"¿Transparente como el cristal?" me pregunta con cuidado. "¿Qué hay de ti, Iris? ¿Qué hay del hecho de que odias tu vida, y eres demasiado cobarde para hacer algo al respecto?"
Me quedo congelada en la cama, un remolino de furia y dolor revolviéndose dentro de mí.
"Anda. Niégamelo. Dime que no odias tu vida, que no estás desesperada por escapar de aquí, pero te da mucho miedo" me mira a los ojos, como si pudiera seguir sacando armamento de mi mirada. "Eres una niña, Iris. Me haces perder el tiempo. Y por primera vez, ser una malcriada es un aspecto que no te queda nada bien"
"Te gustaba anoche" repliqué.
"¿Qué es lo que quieres?" me devuelve. "¿Si quiera lo sabes?"
Sí. No. En parte. Sé...
El corazón me late rápido en el pecho, demasiado atemorizado de que siquiera lo ponga en palabras en mi mente, porque lo quiero no tiene cabida en mi vida, en la persona en la que me he esforzado por ser, no tiene cabida con mi familia y lo que estamos construyendo para nuestro futuro.
"Eso pensé" me dice cuando no respondo. Se aleja de mí. "Qué decepción"
El corazón se me aprieta. Adolorido.
"Vete a la mierda"
No se molesta en ponerse la camisa. Aprieta la mandíbula y camina hacia la chimenea, desapareciendo en una llamarada esmeralda.
Me quedo sola, en la quietud de mi habitación, que hace un momento se sentía cálida y llena de vida.
El corazón me duele, y me lleno de vergüenza de ser tan patética, de dejar que me afecte así. Soy Iris Black, maldita sea, ¿desde cuándo me convertí en una niña quejumbrosa que suspira por un Weasley?
Me dejo caer en la cama, y tal como cuando era una niña, subo las mantas hasta mi barbilla y me obligo a olvidarlo todo.
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𝐠𝐚𝐦𝐞𝐬 • 𝐟𝐫𝐞𝐝 𝐰𝐞𝐚𝐬𝐥𝐞𝐲 𝐟𝐚𝐧𝐟𝐢𝐜𝐭𝐢𝐨𝐧
Fanfiction"Juguemos un juego" "No, gracias" "No sabes de qué va el juego" "Ya me hago una idea de qué van tus juegos" Iris Black siempre se mantuvo alejada de los Weasley por una razón. No tenía nada en común con ellos. Hasta que una noche, su primo Dra...