12. helado

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Cuando Fred regresa, está completamente vestido. Se apoya en la mesa frente a mí y su camisa remangada hasta los codos deja ver las venas de sus brazos.

"Vale" dice decidido. "¿Qué ocurre, Iris?"

"El Profeta" le digo abrazándome a mí misma. Por algún motivo no puedo mirarlo a los ojos. "Lo han publicado todo"

Escucho los pasos de Fred rodeando la mesa y desapareciendo detrás de mí. Llegan lejos, un par de metros a mis espaldas, con el sonido de la suela sobre las tablas de madera como único indicador de su presencia. Lo escucho regresar.

Trae el diario en las manos. Lo hojea hasta la página en cuestión y lo lee con calma. Finalmente, sus ojos vuelven a mi.

"¿Qué es lo que te preocupa?"

Lo miro, consternada.

"¿Lo que me preocupa?" le pregunto, y como si hubiese vuelto a la vida, me pongo de pie, la manta cae y señalo el periódico entre nosotros. "Lo han dicho todo. Que le estoy poniendo el cuerno a mi novio. Que lo he dejado de estúpido. Que ando de zorra por todo el Callejón Diagon. Que..."

"Iris" me detiene. "No han dicho nada de lo que acabas de decir"

Nos quedamos en silencio durante un minuto furioso en el que siento mis revoluciones acelerarse.

"¿Cuál es la historia que te estás contando?"

"¿Qué?"

"¿Cuál es la historia que te estás contando?" repite. "Porque lo único que han dicho aquí es que nos vieron juntos"

"Y la foto..."

"La foto en que estamos muy cerca, sí, pero nada más" me dice como si no pudiera ver lo que yo veo. Como si no pudiera imaginarlo. "Así que eso sobre tu novio quedando de imbécil y tú siendo una zorra, ¿por qué te estás contando esa historia?"

"No me estoy contando una maldita historia, Fred"

Él sonríe. Tranquilo.

"Necesitas un helado"

Simplemente así, se aleja de la encimera y rodea la mesa hacia la puerta. Toma su abrigo y se detiene a mirarme.

"Bueno, ¿qué esperas?"

"¿Para qué?"

"Te dije que iremos por un helado"

"¿Estás de coña?" le pregunto con el ceño fruncido. "¿Crees que voy a salir contigo en público después de esto?"

"Iris" me dice tranquilo. Tan tranquilo que me dan ganas de matarlo. "¿A quién demonios le importa?"

"¡A mí!" le digo poniéndome de pie. "¡A mí! ¡Ese es el punto!"

Él termina de ponerse el abrigo y se acerca nuevamente.

"Viniste aquí por algo"

"Tal vez para que me follaras hasta que me olvidara de todo esto" le digo llena de sarcasmo.

Él me ofrece esa sonrisa desesperante que dice saber mucho más que yo.

"No viniste para eso, Iris"

"No voy a salir en público contigo"

Me sonríe de nuevo, pero esta sonrisa es distinta. Es malvada.

Media hora después, estamos caminando por el Callejón Diagon, con el sol de la mañana llegando en mi rostro y los lentos pasos de Fred a mi lado.

Mi cabello está naranja. Naranja de verdad. Brillante. Fred me convenció de probar uno de los caramelos de su tienda prometiéndome un disfraz, y en cuanto mi cabello platinado se volvió pelirrojo, me mostró mi reflejo y con una sonrisa me dijo:

𝐠𝐚𝐦𝐞𝐬 • 𝐟𝐫𝐞𝐝 𝐰𝐞𝐚𝐬𝐥𝐞𝐲 𝐟𝐚𝐧𝐟𝐢𝐜𝐭𝐢𝐨𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora