Maldita Familia

MonteLukast

I

—¡Mi amor! ¿Sabes algo? Dios me ha mostrado por sueños una desgracia para nuestra familia, y para evitarla, Tenemos que irnos de aquí.

—Andrew, ¿Pero para dónde nos vamos a ir? No podemos dejar a Lewis, está por empezar sus clases en la escuela, y sabes que el es muy celoso con sus estudios.

—¡En esta casa se hace lo que yo diga! Y nos iremos de aquí a un lugar muy hermoso; hay escuelas mucho mejores que esta, y Lewis tendrá una mejor formación.

—¿Estás seguro de que es la mejor decisión?

—¡Claro que sí, mi amor! Son solo 5 Kilómetros, Además, estaré cerca de la iglesia.

II

MonteLukast es un suburbio que parece sacado de una novela de misterio. Las calles están bordeadas de casas de diseño similar, con jardines descuidados y cercas de madera que a menudo están en mal estado. A primera vista, podría parecer un lugar tranquilo para vivir, pero hay un aire de inquietud que lo envuelve.

Los vecinos son una incógnita para todos. Pocas veces se cruzan miradas, y los encuentros son breves y subidos de tono, a menudo llenos de un silencio incómodo. Algunos residentes se han mudado hace años, pero nunca han entablado una conversación significativa. Las fachadas de las casas muestran una variedad de estilos, pero detrás de cada puerta se ocultan secretos que nadie se atreve a compartir.

Si, al parecer el tío Andrew creció en este suburbio; Y eso explica un poco su forma de ser.

Los nombres son solo susurros en el aire; la piscina comunitaria permanece vacía, y los parques, a menudo, son desiertos de risas.

Cada semana, la normalidad en MonteLukast se ve sacudida por la desaparición de alguien. Puede ser un adulto que se fue a trabajar una mañana y no regresó, un niño que no fue a la escuela, o incluso una anciana conocida por sus paseos diarios. La noticia se esparce como pólvora, llenando a los habitantes de un miedo palpable. Las luces de las casas titilan en la oscuridad, y las sombras parecen alargarse con cada atardecer. Las autoridades llegan, realizan investigaciones, pero los resultados son siempre insatisfactorios.

Los rumores crecen. Algunos dicen que hay una organización secreta que opera en la sombra; otros hablan de fenómenos paranormales. Las noches en MonteLukast son silenciosas, interrumpidas solo por el sonido lejano de sirenas o las conversaciones en susurros, donde los vecinos intentan reconciliar sus temores y sospechas.

En medio de todo esto, hay una sensación de que todos están al borde de algo oscuro, una línea invisible que, de cruzarse, podría revelar la verdad sobre lo que realmente está sucediendo en este suburbio aislado, donde la desconfianza se ha vuelto la norma y la desaparición, una fatídica rutina.

Si la Tía Isabel no fuera tan ingenua, no se hubiera dejado manipular por Andrew, y aún seguirían en la casa familiar.

III

Cuando Lewis y su tía llegaron a la casa nueva en MonteLukast, el ambiente era una mezcla de expectación y aposento recién descubierto. La vieja casa, con sus altos ventanales y paredes cubiertas de hiedra, parecía respirar historia en cada rincón. Sin embargo, la llegada de los dos nuevos inquilinos no transcurrió sin un enfrentamiento inusual.

El Tío Andrew infundía miedo, Pero había otro aspecto que aterraba aún más.

La casa de Andrew en MonteLukast se erguía majestuosa entre los árboles, pero su apariencia encantadora escondía un secreto inquietante. Rodeada de hiedra venenosa, las paredes y ventanas estaban cubiertas por una espesa capa de hojas verdes que parecían susurrar advertencias a quien se acercara. Lewis, un joven curioso y algo inseguro, no podía evitar sentir un escalofrío recorrerle la espalda cada vez que veía la enredadera. La advertencia de sus padres cuando aún estaban vivos resonaba en su mente.