Síndrome del Sabio

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El salón de clases, grande y lleno de vida; asemejando a una pirámide de conocimiento. Con cada alumno y profesor como un bloque fundamental, el suelo relucía como un espejo, las paredes eran como libros gigantescos, Las columnas de la sala de clases se extendían hacia el techo;
Como árboles protectores y poderosos, sosteniendo el poder de la educación y la falsa modestia de no ofender a nadie.

El aire era fresco y limpio.

El ruido del conocimiento endeble, como un murmullo de las voces y las plumas sobre el papel no se evidenciaba por ningún lugar. En las ventanas del salón de clases se podía ver un cielo azul inmaculado, y al mirar al frente, estaba la ciudad y sus habitantes escondiéndose entre la multitud de las horribles y difíciles interrogantes de los doctores.

Como si todo fuera posible, la luz del sol entraba por los enormes ventanales, Esa era la señal de que La pesadilla había terminado.

Creo que es hora de conocer a nuestro singular grupo de clases y recreo.

I

—Somos un grupo de chicas, junto a un chico que no es gay. — esta era la frase célebre con la que siempre llegábamos a nuestras actividades extracurriculares — sabemos intubar al paciente, colocar sondas nasogástricas, todo tipo de administración de medicamentos tanto intramuscular, subcutáneo o hvía intravenosa... No sabemos la anatomía y la fisiología de cada órgano Diana y a su vez las patologías que lo pueden aquejar futuramente. ¡Solo pregunten! Que nuestro amado amigo Lewis responderá sus dudas e inquietudes.

Y ahí entraba yo en escena, con aire magnámime, con muchísimas ficha dónde a simple vista estaban garabateados conceptos, palabras claves, sustantivos, adjetivos, colectivos y sinónimos y antónimos. Para mí siempre fue fácil ser orador; era una gran responsabilidad pero a la vez era muy excitante y gratificante, muchos decían que era muy bueno, aunque yo nunca lo creí.

Fernanda y Selina eran como las anfitrionas del show; o si estuviéramos en un programa de televisión de los años 70, las animadoras de mi sketch. Ellas eran las fotogénicas, hermosas y persuasivas modelos que no sabían ni un gramo de la materia, Pero la pasaban a rastras simplemente por ser bellas y porfiadas.

Lewis se dirigió con confianza al público en la sala de clases, su voz resonó como un clarín en la mañana.

—Estimados doctorados — empezó Lewis, — Hoy me encuentro ante ustedes con la esperanza de inspirar y motivar, como todas las personas que han llegado antes que yo. — era algo raro escuchar el tono de voz algo peculiar con que eran pronunciadas esas frases — Quiero hablarles de la fuerza transformadora del conocimiento, y cómo puede elevar y mejorar nuestras vidas y nuestras comunidades.

Mientras hablaba, su voz se tornaba poderosa y elegante, como una danza entre las letras y los símbolos, sus ojos recorrían el salón, y la luz iluminaba su rostro con un aura mágica.

—Porque el conocimiento no solo es poderoso, sino también magnífico — y allí culminó el discurso tan obsoleto que nunca diría Lewis frente a los doctores, porque ellos solo les importaban las patologías crónicas.

Y ahí empezaba yo:

—La Tuberculosis Pulmonar es una enfermedad infecciosa, crónica y progresiva. Se se le conoce históricamente como Tisis o enfermedad del Heno. Se caracteriza por fiebre, diaforesis nocturna y en sus estadios más prolongados por esputos con sangre — los doctores miraban atentos y no se atrevían a interrumpir, seguramente estaban buscando el momento perfecto donde llegase a equivocarme, para poder exiliarme de mi pedestal — Hipócrates fue uno de los primeros en describir sus cuadros clínicos, pero años más tarde Aristóteles afirmaría que esta enfermedad se transmite por contacto directo, ideología que Hipócrates no quería aceptar.

Maldita FamiliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora